BRASIL: Partido mayoritario paraliza enmienda de reelección

Un inesperado golpe, que reveló la influencia política de adversarios menospreciados por el oficialismo, bloqueó en Brasil el camino de la reforma constitucional para la reelección del presidente Fernando Henrique Cardoso.

El Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB, mayoritario en el Congreso) rechazó el domingo de noche, en convención nacional, la propuesta de enmienda constitucional para pemitir un segundo mandato a los actuales gobernantes.

La decisión de la convención nacional no tiene carácter vinculante, pero los parlamentarios del PMDB deberán pronunciarse de modo negativo ante el plan de reforma constitucional "por respeto a la ética", señaló este lunes Orestes Quercia, ex gobernador del estado de Sao Paulo (1986-1990), que resucitó políticamente en la asamblea partidaria.

Una amplia mayoría de 343 votos en un total de 575 destruyó la esperanza del oficialismo de contar con el voto masivo del PMDB en favor de la reelección.

Ante el resultado de la convención del PMDB, Cardoso y su estado mayor político se reunieron de urgencia la misma noche del domingo y este lunes, para evaluar los daños sufridos y redefinir la estrategia.

Está claro, según analistas políticos y trascendidos del palacio presidencial, que es imposible cumplir el cronograma que se habia fijado el gobierno, de votar la enmienda constitucional esta semana en la cámara de Diputados. Sería arriesgarse a una derrota casi segura.

Lo más probable es que la votación en Diputados se postergue para la segunda quincena de febrero. La misma convención del PMDB recomendó a sus parlamentarios no participar en las votaciones relativas a la reforma constitucional hasta después de elegidos los nuevos presidentes de la Cámara y del Senado, dentro de un mes.

El PMDB, nacido en la oposición al régimen militar de 1964 a 1981, permanece como el partido de mayor representación en el Congreso Nacional y en las gobernaciones provinciales y municipales del país, pero carece de unidad y liderazgo nacional.

En esa condición, reclama la presidencia de las dos cámaras legislativas, oponiéndose al deseo del Partido del Frente Liberal (PFL) de presidir el Senado a través de su principal dirigente, Antonio Carlos Magalhaes, desde hace dos décadas uno de los políticos más influyentes del país.

El gobierno pretende atender el deseo de los liberales, los más fieles aliados de Cardoso.

El PMDB puso en juego todas las piezas del oficialismo para asegurarse la mayor cantidad de votos posibles a favor de la enmienda de la reelección. La aprobación del proyecto, que ya era insegura, se hizo imposible en lo inmediato.

Por eso se buscan nuevas salidas. La urgencia manifestada la semana pasada por Cardoso cedió el paso a la necesidad de ganar tiempo y reconstruir apoyos, lo que hace postergar las votaciones.

Entre los líderes del oficialismo empezó a ganar fuerza la ideal de someter la reelección a un plebiscito, una tesis de la oposición que el gobierno y Cardoso rechazaban anteriormente.

El plebiscito constituye una "forma maravillosa" de decidir una cuestión tan importante, pero "es inaceptable" que el gobierno lo adopte ahora, al certificarse de que sería derrotado en el Congreso, señaló Paulo Maluf, ex gobernador del estado de Sao Paulo y virtual candidato de la derecha a la sucesión de Cardoso en 1998.

El gobierno debe "olvidar la reelección y tratar de gobernar", de impulsar las reformas necesarias para la economía, recomendó Maluf.

La convención del PMDB confirmó además la caótica situación de los partidos políticos brasileños, que obliga a tortuosas negociaciones y canje de favores políticos siempre que se someten temas importantes a la aprobación parlamentaria.

El PMDB confirmó la división que amenaza su sobrevivencia como gran fuerza política. Los nueve gobernadores y los líderes parlamentarios aliados de Cardoso ni siquiera pudieron defender la reelección en la convención, ante la gritería opositora.

Así, dirigentes legitimados por la votación popular fueron derrotados por líderes cuestionados, pero que controlan bases partidarias, como Quercia, un político debilitado por acusaciones de corrupción y de haber quebrado el Banco del Estado de Sao Paulo con el despilfarro de recursos durante su gobernación. (FIN/IPS/mo/ff/ip/97

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