AMERICA LATINA: Niños trabajadores, explotados y desprotegidos

Realizan agotadoras jornadas de trabajo, están sometidos a riesgos para su salud y perciben ingresos bajos o no los perciben. Son los niños trabajadores de América Latina, una legión que crece conforme aumenta la pobreza en la región.

Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), de 15 a 18 millones de niños entre cinco y 14 años trabajan en América Latina. Pero la propia entidad reconoce que las estadísticas existentes sobre el trabajo infantil en esta región son poco confiables y, por tanto, el número podría ser mayor.

El trabajo infantil es mucho mayor en el medio rural. En las zonas urbanas, la mayor parte trabaja en el sector informal y en ambos casos predominan varones, aunque es mayor el número de niñas trabajadoras que no asisten a la escuela.

La deserción o el bajo rendimiento escolar es un grave problema. Fuentes especializadas estiman que 40 por ciento de los niños trabajadores abandonan sus estudios, reforzando el círculo vicioso de trabajo infantil, bajo nivel de educación y pobreza.

Los niños que no estudian confrontan, además, una sobrecarga de trabajo. Una investigación de la OIT en Colombia en 1972, determinó que 75 por ciento de lso niños trabajadores entre 13 y 17 años que asisten a la escuela, trabajaron en promedio 31 horas semanales, mientras los que no lo hacen laboraron 46 horas.

En ambos casos, las jornadas sobrepasaron los límites de 24 horas de jornada laboral semanal establecida por ley.

En Perú, el 55 por ciento de los niños trabajadores entre seis y 17 años trabajan un promedio de 36 horas semanales. Pero otro cinco por ciento que no asiste a la escuela trabaja hasta 50 horas a la semana, según el Instituto Nacional de Estadística (INEI), lo cual implica una jornada diaria de más de ocho horas.

Sin embargo, en los lavaderos de oro del sudeste del país, los niños trabajan entre 12 y 16 horas diarias en condiciones de semiesclavitud.

A nivel oficial se estima que en esa zona, ubicada en plena selva, a 1,638 kilómetros de Lima, trabajan 55.000 niños llevados con engaños de otras partes del país por mujeres "enganchadoras".

Pero si los niños trabajan largas horas es para llevar un mayor ingreso a su hogar. Se estima que 20 por ciento de los niños trabajadores contribuye de forma importante al ingreso familiar en la región.

Esta cifra aumenta en determinados países. Por ejemplo, el Instituto Nacional de Bienestar Familiar (INABIF) de Perú, asegura que unos 11.000 niños entre seis y 11 años fungen de verdaderos "jefes de familia". De ellos depende exclusivamente el sustento familiar.

Luis Chanduví, de 15 años, es uno de ellos. De mirada hosca y desconfiada, abandonó la escuela hace dos años cuando la fábrica donde laboraba su padre cerró y ahora trabaja cargando bultos en las inmediaciones de una terminal de autobuses que parten de Lima hacia la sierra central de Perú.

Trabaja 12 horas diarias, incluidos domingos y feriados, y gana en promedio el equivalente a cinco dólares diarios.

"Yo soy el que se 'porta' (mantiene) en la casa, porque mi papá hace más de un año que sólo consigue 'cachuelos' (trabajos eventuales)", afirmó.

Sus otros tres hermanos, menores que él, también trabajan vendiendo chocolates en vehículos públicos que una fábrica les da a consignación y sólo el menor, de ocho años, continúa asistiendo a la escuela.

"¿Qué haré en el futuro?, trabajar pues, qué más, pa' que la vieja (madre) no se mate lavando ropa ajena", respondió.

Pese a la sobrecarga de trabajo, los salarios de los niños trabajadores son muy bajos. Se estima que el 70 por ciento perciben ingresos inferiores al salario mínimo legal de sus respectivos países.

Así, en Brasil, el 90,6 por ciento de los niños trabajadores entre 10 y 14 años perciben ingresos por debajo del salario mínimo, situación que se repite en Colombia y Ecuador, según la OIT.

Por su parte, la preocupación fundamental de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en este tema son los riesgos a los que están expuestos los niños trabajadores.

En sus documentos oficiales advierte que lo apropiado y seguro para un trabajador adulto no lo es necesariamente para un niño, por encontrarse éste en etapa de desarrollo y crecimiento.

Estudios clínicos realizados por esta entidad han detectado por ejemplo, una mayor incidencia de contaminación con mercurio entre los niños que trabajan en los lavaderos de oro que entre los adultos.

Asimismo, se han detectado altas concentraciones de plomo en los pulmones de los niños que trabajan en vidriado de tejas y fundición de cerámica, los que trabajan en fruticultura presentan altas concentraciones de productos químicos en la sangre y se han dado casos de intoxicación por fenoles entre menores lustrabotas.

La OMS considera trabajos altamente riesgosos para la salud de los niños la fabricación de ladrillos y la recolección de basura. Sin embargo, en la mayoría de los países de la región son los niños de menos de 12 años los más "calificados" para realizar estos trabajos. (FIN/IPS/zp/ag/pr-lb/97

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