REPUBLICA CHECA: Santa Claus llegó al pueblo y crea confusión

Santa Claus llegó al pueblo, pero los niños checos están confundidos. Todavía no saben muy bien qué hace aquí. ¿Tiene algo que ver con San Nicolás, con Jezisek o con el ruso y sovietizante Abuelito Frío?

La cara regordeta y barbuda del icono favorito de la Navidad de Estados Unidos, ataviado con abrigos con los colores de la Coca Cola (rojo y blanco), aparece en docenas de escaparates, carteles y avisos de televisión.

"Santa-el-de-Estados-Unidos", como se lo identifica con frecuencia, se sienta en al menos cuatro centros comerciales del centro de Praga para escuchar la lista de regalos de los niños. Y 80 Santa Claus desfilaron en la Ciudad Vieja a comienzos de mes.

"Mi hijo quería venir a ver cómo era. Los niños están en éxtasis. Quieren sacarse una foto con él", bromea Mirka Frolekova mientras su niño de cinco años confía su lista de deseos al Santa Claus de una tienda.

Hace apenas un decenio, Santa Claus era considerado en la hoy dividida Checoslovaquia comunista una herramienta capitalista del Occidente en decadencia.

Ahora, el simpático amigote que viaja desde el Polo Norte está incluso empujando a un costado del camino al tradicional portador de regalos de la Navidad checa, Jezisek ("pequeño Jesús").

De acuerdo con la leyenda, Jezisek irrumpe en los hogares después de la cena del 24 de diciembre, se acerca al árbol de Navidad y deja sus regalos a los niños.

Pero el lío no acaba allí. Los checos también celebran el día de Mikulas (San Nicolás) el 5 de diciembre. Ese día, el viejo Mikulas, vestido de blanco, camina por la ciudad acompañado por un diablo y un angel para obsequiar golosinas a los niños, quienes le recitan un poema en su honor.

"Esto es terriblemente confuso. Tenemos a Mikulas, tenemos a Santa Claus de Estados Unidos y tenemos a Jezisek, quien es, habitualmente, el que trae los regalos. Así que no sé que decirle a mis niños", dijo Petra Havrankova.

Mientras tanto, Stepan, su hijo de cuatro años, le estaba recitando un poema al viejo barbudo de rojo y blanco sentado en el centro comercial, como si fuera Mikulas. Y se olvidó de pedirle los regalos.

De cualquier manera, Santa Claus ha tenido más éxito en siete años que el que obtuvo en 40 otro icono navideño importado, el Abuelito Frío, un anciano ruso que contaba con el patrocinio entusiasta del gobierno comunista de Checoslovaquia.

"El Abuelito Frío era un símbolo totalitario de la Unión Soviética. Su imposición era un modo de alejarnos de las tradiciones occidentales", explicó el sociólogo Bohuslav Blazek.

Pero la gran maquinaria capitalista navideña pudo devolver a la República Checa a Occidente. Después de la "Revolución de Terciopelo" que puso fin al régimen comunista en 1989, los comerciantes encontraron la manera de impulsar las ventas en el invierno.

Jezisek, a pesar de ser una leyenda ubicua, nunca fue un icono reconocible de la cultura checa. Su imagen no se distingue de cualquier otro pequeñito que cargue una bolsa de regalos. Pero Santa-Claus-el-de-Estados-Unidos, con su barba blanca y su abrigo rojo y blanco, carece de toda ambigüedad.

"Todos conocen a Santa. Tiene un sombrero rojo, un abrigo rojo, una barba blanca y dice todo el tiempo 'ho, ho, ho"', explicó Ben Corah, director de la oficina en Praga de la agencia de publicidad Bates-Saatchi & Saatchi.

"Se lo reconoce inmediatamente. Es la simbolización más prominente de lo que se trata de comunicar en Navidad, o sea regalos y todo eso", agregó.

El año pasado, las filiales de negocios de Estados Unidos utilizaron la imagen de Santa Claus, pero el viejo barbudo no era muy visible.

Este año, Santa Claus aparece en cada esquina. Pero un observador prolijo podría encontrar diferencias entre todas las clonaciones.

Un Santa Claus tiene un saco rojo sucio y ceñido, y parece sufrir la resaca de diez días continuos de borrachera. Otro parece más correcto, pero viste calzado deportivo y calcetines blancos. Y muchos de los 80 que desfilaron en la Ciudad Vieja lucían como la Señora Claus.

De cualquier manera, se prevé un aumento de 20 por ciento en las ventas respecto de la Navidad anterior. La República Checa sufre una repentina fiebre comercial. Los clientes de la principal tienda del país, Kotva, deben hacer cola media hora para entrar, incluso los domingos.

No es sorpresivo que un país que ya adoptó como propios a personajes como Ronald McDonald, Mickey Mouse y el vaquero de Marlboro dé la bienvenida a Santa Claus.

Aquéllos que se rebelan contra la comercialización de una festividad espiritual como Navidad consideran a Santa Claus, si no como el instigador de esa tendencia, al menos como su portavoz.

Tienen pocas esperanzas de erradicar a Santa Claus de la cultura checa, pero alertan a sus compatriotas contra la posibilidad de que el país pierda sus tradiciones navideñas.

"Nuestro Mikulas es más gustoso y digno que Santa Claus, que no es más que un elfo gordo con nariz roja", sentenció Lukas Gjuric, un estudiante de la Universidad Charles que organizó una manifestación contra el personaje.

"Este Santa Claus solo se sienta en los escaparates y amenaza a los padres para que le compren regalos a sus hijos. Nuestro Jezisek es invisible y no puede ser usado por los comerciantes", tronó Gjuric. (FIN/IPS/tra-en/dr/rj/mj/cr/96

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe