La participación de los movimientos indígenas en el quehacer político de América Latina será en 1997 una de las manifestaciones fundamentales de la lucha histórica por sus reivindicaciones, según diversos análisis.
"Hay una fuerte tendencia de los pueblos indígenas de toda América Latina a participar activamente en política", dijo a IPS Rodrigo de la Cruz, asesor técnico de la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (Coica).
"Desde el norte de México hasta el sur de Argentina, las organizaciones de indígenas iniciaron un proceso complejo hacia inserción en la política de sus respectivos países, que seguramente se concretará en 1997", pronosticó De la Cruz.
En este proceso, "cada pueblo expone su diferente manera de concebir la política, de acuerdo con su experiencia histórica", agregó el experto.
La insurgencia armada de los indígenas del estado meridional mexicano de Chiapas en enero de 1994 "marcó en el continente una etapa definitiva", dijo Pablo Ortiz, del programa Bosques, Arboles y Comunidades Rurales de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación.
La rebelión en México "significó el resurgimiento de las viejas demandas indígenas, como el derecho a la territorialidad, pero ahora con una real participación" de los pueblos autóctonos, según Ortiz.
En esta ocasión, se originó "un movimiento poco afectado por las ideologías radicales que predominaron en las organizaciones subversivas de décadas anteriores", añadió.
"La cuestión indígena integra hace diez años la agenda política de todos los países latinoamericanos", pero "siempre se la relacionó con problemas ambientales y morales, más que considerársela un verdadero problema político", explicó el especialista.
"En 1996, el nivel de representatividad política de los indígenas creció de manera inusitada", dijo Nina Pacari, dirigente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (Conaie).
Pacari comentó que "casi todos los países con presencia indígena cuentan con parlamentarios y otros funcionarios públicos" procedentes de organizaciones autóctonas.
En México, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) que opera en el estado de Chiapas "vive un proceso de transformación para convertirse en una organización política", recordó.
Pacari estimó que ese grupo "cuenta, sin lugar a dudas, con el respaldo de gran parte de la población de México y de la opinión pública internacional".
De la Cruz manifestó, sin embargo, "este proceso ha sido difícil y doloroso en la mayoría de los casos, ya que la cosmovisión indígena del mundo y de las relaciones humanas se estrella contra la pared".
Eso sucede cuando los indígenas se enfrentan "a la política mestiza, donde el discurso de la igualdad, basada en la democracia, coincide pocas veces con la realidad", explicó.
Pacari dijo que las organizaciones indígenas de Ecuador fueron de las primeras en incursionar en la política con un frente electoral constituido para las elecciones generales de mayo de 1996, con el movimiento Nuevo País Pachakutik.
"El resultado fue sorprendente", apuntó Pacari. Pachakutik obtuvo ocho de los 82 escaños disponibles en el parlamento y 71 cargos seccionales y locales. Actualmente es la cuarta fuerza electoral del Ecuador.
"Muchos errores se cometieron en el principio. Adaptarse a la forma en que otros partidos manejan la política y negocian no ha sido fácil. En ese proceso, las organizaciones indígenas hemos sufrido profundas divisiones internas", dijo José María Cabascango, ex presidente de la Conaie.
Según Cabascango, los políticos intentaron minimizar la fuerza electoral que demostró el movimiento indígena "por medio del ofrecimiento de cargos públicos y ministerios a los principales dirigentes", pues el bloque parlamentario indígena mostró desde el comienzo su vocación opositora.
Por esta razón "el intercambio de experiencias con otros pueblos del continente será uno de los objetivos del próximo año", dijo Cabascango. "Conocemos nuestra fuerza y sabemos a dónde llegar", concluyó. (FIN/IPS/mg/mj/ip pr/96