/REPETICION ACTUALIZADA/PERU: Perfil y expectativas del 'Comandante Huerta', Néstor Cerpa

Néstor Cerpa, el jefe del comando guerrillero que sigue teniendo en su poder la embajada de Japón en Perú y a más de un centenar de rehenes, es el dirigente en libertad de más alto rango del Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA), pero no es un mando político, sino un duro y avezado jefe militar.

La liberación, en la noche de este domingo, de 225 rehenes, replanteó la posibilidad de la existencia de una negociación para permitir una solución incruenta de la ocupación de la sede diplomática.

Los rehenes liberados leyeron un comunicado en el que los captores reiteraron sus reclamos de libertad para los emerretistas presos, y volvió a poner en el tapete el análisis de la personalidad del comandante guerrillero, como uno de los elementos claves a tener en cuenta para vislumbrar el desenlace.

Cerpa es el "comandante Huerta", el hombre que el miércoles 18 advirtió a una radioemisora peruana: "para nosotros no existe el término rendición…Si el gobierno no cede comenzaremos a ajusticiar a los prisioneros. O liberan a todos nuestros compañeros o aquí morimos todos"

Dos días después, luego de liberar a 38 rehenes, y prometer que dejaría salir a muchos más si le permiten hablar por teléfono con el líder máximo de su partido, Víctor Polay, preso en Yanamayo, en la sierra sur oriental, Cerpa emitió un segundo comunicado, con un nuevo tono y nuevos objetivos políticos.

En ese documento, Cerpa, conocido dentro de la organización guerrillera por el seudónimo Evaristo, sugiere la posibilidad de que el MRTA abandone la lucha armada para convertirse en un partido legal.

El presidente Alberto Fujimori contestó con una salida a los medios de televisión y un mensaje muy escueto para los subversivos parapetados en la embajada japonesa: primero deberían entregar sus armas y liberar a todos los rehenes con la garantía de que se les permitiría salir del país.

Según Fujimori, sólo después de la rendición del comando guerrillero es posible comenzar a conversar sobre las posibilidades de un acuerdo de paz.

Estos son los mensajes que recibió Cerpa, y para vislumbrar el posible desenlace es importante comprender el perfil psicológico y los antecedentes del jefe guerrillero, así como lo que su organización le permitirá ofrecer en la negociación.

Cerpa es respetado por sus compañeros por su coraje, experiencia y fría decisión, pero los analistas suponen que no participa en las decisiones que fijan la línea de su partido, y que por eso quiere hablar con Polay.

"Es más un ejecutor de planes ajenos que inspirado creador de iniciativas", opina el sociólogo Flavio Solorzano, quien al saber que Cerpa dirigió la espectacular toma de la embajada de Japón comentó: "resolvió bien cómo entrar, pero imagino que tendrá dificultades para saber cómo salir".

Unico dirigente de extracción obrera en una organización cuyos demás líderes son intelectuales, Cerpa es uno de los emblemas del MRTA porque ha participado en casi todas las acciones armadas de una organización marxista que preferiría reemplazar el símbolo de la hoz y martillo tradicional por una metralleta.

Nacido en agosto de 1953, se convirtió en insurgente después de dirigir, en 1978, la toma de la fábrica textil Cromotex. En la reepresión policial de esa acción murieron cuatro obreros.

Estuvo preso 10 meses y salió convencido que los procedimientos sindicales tradicionales eran muy estrechos para su temperamento y promovió y participó en sabotajes de empresas en conflicto con sus trabajadores.

Fue captado por un grupo de intelectuales de extracción socialdemócrata encabezados por el abogado Víctor Polay, quienes lo invitaron a crear con ellos el MRTA, y participó en el primer operativo armado de la organización, el asalto a un banco.

Enviado por el MRTA, en 1885 Cerpa formó parte del "batallón América" una escuela de guerrilleros en acción que operaba en las selvas colombnianas y en donde se entrenaron insurgentes de varios países: Perú, Bolivia, Chile y Ecuador.

En 1987 Cerpa, con el seudónimo de Evaristo dirigió una de las columnas del MRTA que tomó tres ciudades, una de ellas capital de provincia, en la selva nororiental del Marañon.

En los años siguientes intervino o dirigió varios secuestros de empresarios para obtener recursos destinados a la caja del partido, y se supone que organizó el secuestro del ex ministro y empresario boliviano Samuel Doria.

Cerpa es ahora uno de los dos protagonistas centrales del episodio político más grave en Perú, que involucra también a casi 20 países, cuyos embajadores en Lima fueron convertidos en sus rehenes por el audaz golpe de mano que dirigió el martes 17.

Entre los rehenes capturados estuvieron también el canciller de Perú, Francisco Tudela, el ministro de Agricultura, varios parlamentarios, jueces de la Corte Suprema y numerosos militares y policías, incluyendo entre estos al Jefe de la Dirección contra el terrorismo, el general Máximo Rivera Díaz.

Con ellos en la mano, Cerpa supuso que obligaría al presidente Alberto Fujimori a liberar a los 458 emerretistas presos, entre dirigentes y cuadros de base, pero no pudo doblegar al mandatario.

Fujimori calculó que el MRTA no es una organización capaz de fusilar embajadores, en tanto que Cerpa acertó al suponer que la presencia de diplomáticos extranjeros, y la presión de la opinión pública local, impedirían al gobernante intentar un rescate que podría desembocar en una matanza.

Desde entonces, ambos juegan un ajedrez armado, en el que no habrá mates fulminantes (salvo un accidente) y que será una partida muy larga, que tendrá que ser ganada por cansancio si ninguno de los contendientes encuentra una salida elástica y airosa.

Mediante calculados silencios y técnicas de desgaste, Fujimori demostró a Cerpa que en la embajada es tan prisionero como sus rehenes.

El segundo comunicado del comando guerrillero demuestra que Cerpa ha aceptado jugar en los términos planteados por Fujimori, según los cuales la supervivencia personal y política es la mayor y única victoria posible.

Si Fujimori consigue que Cerpa entregue a los rehenes y se marche en un avión, habrá obtenido un éxito que tal vez lo ayude a revertir la caída de su popularidad.

La propuesta implícita de Cerpa, que el MRTA se rinda y abandone la lucha armada para convertirse en un partido legal, recoge experiencias de algunos de los partidos ex guerrilleros de América Latina, pero se desconoce si será aceptada por los líderes e ideólogos del MRTA, todos ellos presos en Yanamayo.

Según se desprende de las declaraciones del parlamentario izquierdista Javier Diez Canseco, uno de los rehenes liberados, la iniciativa de proponer un diálogo político hacia la paz no es original de Cerpa, le fue sugerida por sus cautivos más ilustres, obviamente interesados en evitar un desenlace militar. (FIN/IPS/al/jc/ip/96

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