PERU: Ni ceder ni rescatar, la consigna de Fujimori es esperar

Encerrado en el Palacio de Gobierno, el presidente de Perú, Alberto Fujimori, ha convertido la negativa a negociar con los guerrilleros que tienen como rehenes a 25 embajadores extranjeros en su primer argumento negociador, siguiendo un guión muy claro: ni ceder ni rescatar, esperar.

Con esa conducta, Fujimori quiere abrir el único camino, el estrecho resquicio que podría salvar su futuro político: que los guerilleros abandonen sus demandas de libertad para sus compañeros presos, negocien su propia libertad y regresen todos, raptores y rehenes, a sus casas.

A Fujimori se le supone implacable, calculador y afortunado, capaz de sacrificar a sus colaboradores, cualquiera que estos sean, para no pertubar sus objetivos.

Aparentemente, los líderes del MRTA comparten ese concepto sobre la soberbia frialdad del mandatario peruano, y por ello eligieron rehenes que Fujimori no podrá sacrificar: diplomáticos extranjeros.

Pero aunque saliera bien librado de la crisis creada por la captura de la embajada de Japón y la toma de 490 rehenes, lo que parece casi imposible, el futuro político del presidente Alberto Fujimori parece tener rumbo de extinción y sombra definitiva.

Salvo un improbable rescate de limpieza quirúrgica, las opciones del rescate armado con víctimas entre los rehenes o de ceder a la exigencia del Movimiento Revolucionario Tupac Amaru de liberar a 458 guerrilleros presos, significarán el fin de su ambiciosa y hasta hace poco afortunada carrera política.

Fujimori no oculta su carácter supersticioso. En una oportunidad fue a darse un "baño de limpieza" acompañado de un brujo en la laguna de las Huaringas, en la costa norte, y hasta 1995 parecía tener una estrella de fortuna sobre su cabeza.

Pero el presente ha sido un año de mala suerte política para el presidente. En enero tenía casi 75 por ciento de respaldo popular a su gestión, y antes de la toma de la embajada de Japón había caído a 45 por ciento, como consecuencia de la fatiga producida por el ajuste económico recomendado por el FMI.

Cuando estaba preparando la suspensión de las privatizaciones y del proceso de reforma del aparato administrativo, consideradas por la población como causantes del crecimiento del desempleo, la toma de la embajada nipona no sólo mellará más su prestigio, sino que también comprometerá sus planes económicos.

El economista independiente Hugo Aquino opina que "la toma de la embajada de Japón volverá a convertir a Perú en un país de alto riesgo para los inversionistas extranjeros, condición de la que ya habíamos salido".

"Sus sueños de que las inversiones extranjeras comiencen a llegar a partir de 1997 e impulsen el despegue económico que pondrá fin al sacrificio popular de seis años impuesto por el programa de ajuste, han quedado sin respaldo", comenta.

Señala que la Bolsa de Valores de Lima, que en 1994 y 1995 fue una de las más atractivas entre los países en vías de desarrollo, tuvo que suspender sus operaciones al confrontar pérdidas de casi 4,0 por ciento al día siguiente del asalto a la embajada nipona.

Pero los problemas más urgentes de Fujimori, que este año inició su campaña para ser reelegido en el 2000 para un tercer período presidencial, son de naturaleza política, especialmente lo que ocurrirá cuando concluya la toma de la embajada de Japón.

Sus adversarios políticos han advertido que ahora lo apoyan, pero que cuando concluya el episodio lo responsabilizarán por su triunfalismo de declarar que ya había liquidado completamente al MRTA.

Aunque las fallas de seguridad parecen corresponder a la propia embajada, porque los guerrilleros y sus armas ingresaron a la sede diplomática como personal de servicio para el banquete de celebración del cumpleaños del Emperador Akihito, sin duda la oposición culpará a Fujimori y su servicio de inteligencia.

Entre sus problemas inmediatos figura la cuestión del manejo de las negociación con los raptores de los embajadores.

"Si cede y da libertad a los emerretistas, el desprestigio consiguiente se sumará a su caída en las encuestas y será derrocado por el sector militar que conspira en las sombras y aguarda su primer momento de debilidad", reflexiona el analista Francisco L.

Sociólogo, ex miembro del servicio de Inteligencia Nacional, y ex amigo de Vladimiro Montesinos, principal asesor de Fujimori, Francisco L. aceptó declarar pero pidió reserva de su identidad. No oculta su complacencia por el callejón sin salida en el que, según él, se encuentra el mandatario peruano.

"Si asalta la sede de la embajada y mueren embajadores, nunca podrá recuperarse de la condena internacional y Japón, país a donde pensaba emigrar cuando ya no sea más presidente, no se lo perdonará jamás', añade.

En su opinión, Fujimori no tiene condiciones para dirigir las delicadas negociaciones con el grupo de guerrilleros que tiene en su poder la embajada de Japón, "porque no los comprende, por lo tanto los provocará y los tupas podrían patear el tablero".

"Como todos los personajes autoritarios, Fujimori sólo sabe negociar con los de arriba y las únicas negociaciones que ha manejado bien son con los acreedores. Con sus adversarios confunde energía con soberbia e inteligencia con cálculo astuto pero de corto alcance", afirma. (FIN/IPS/al/jc/ip/96

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