El presidente de Perú, Alberto Fujimori, y el jefe guerrillero Néstor Cerpa entraron en la fase final de negociaciones para resolver la crisis creada por la toma de la embajada de Japón en esta capital.
Ambos contendientes han fijado las reglas del juego en este segundo tiempo: Fujimori se comprometió a no intentar un rescate por la fuerza en tanto Cerpa abandonó las amenazas de fusilar rehenes si no se aceptan sus demandas.
Pero el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA) no podría repetir esta amenaza después que el sábado Cerpa ofreció a Fujimori iniciar conversaciones de paz si liberaba a los 458 emerretistas presos, lo que convertiría a la organización guerrillera en una fuerza política legal.
Según el testimonio de uno de los rehenes liberados, el economista Manuel Romero, el líder guerrillero le recordó días atrás que en dos ocasiones anteriores el MRTA había formulado propuestas de paz.
"La primera se produjo en 1985, cuando concedió un año de tregua al gobierno socialdemócrata de Alan García, que recién se iniciaba, y la segunda en 1990, al comenzar el primer gobierno de Fujimori", dijo Romero.
Después que Fujimori y Cerpa se comprometieran públicamente el fin de semana pasado a no usar la fuerza, el desenlace pasa inevitablemente por un acuerdo político. Aunque es previsible que ambos traten de mostrar que en el acuerdo final, las concesiones las hizo el adversario.
Se supone que Cerpa discutirá detalles que le permitan exhibir un triunfo: el compromiso oficial de mejorar las condiciones de reclusión los presos del MRTA, y tal vez el indulto de militantes de menor nivel, que no estén acusados de delitos de sangre.
A su vez, Fujimori necesita conseguir la libertad de todos los rehenes sin derramar una sola gota de sangre ni liberar a los dirigentes del MRTA.
Cerpa, jefe militar y uno de los líderes históricos del MRTA, despejó un tanto el tablero al liberar en la noche del domingo a 225 rehenes, conservando en su poder 142, cifra sin duda alta, pero manejable, en la gran casona de paredes, puertas y ventanas reforzadas, donde vivía el embajador de Japón en Lima.
Según el comunicado del MRTA, los rehenes que retiene son "gente vinculada a la política del régimen como ministros, viceministros, miembros del Poder Judicial, congresistas, altos mandos de las Fuerzas Armadas y policiales", así como representantes de empresas japonesas.
Esos rehenes, que el documento califica de "prisioneros", son la carta de presión de Cerpa en las negociaciones y el escudo humano con los que él y la veintena de miembros del grupo guerrillero que lo acompañan tratarán de salir con vida de la sede diplomática.
El duro intercambio de mensajes entre Fujimori y Cerpa haría suponer que ninguno tiene disposición de arribar a un acuerdo.
"No se puede hablar de paz ni de acuerdo mientras se utiliza el terror como principal argumento", dijo el presidente. "Mi gobierno no está dispuesto a aceptar que la fuerza y la violación efectuada por un comando pueda imponerse sobre 23 millones de personas".
Fujimori conminó a Cerpa entregar sus armas y facilitar la evacuación de todos los rehenes, sin excepción, a cambio de dejarlos salir del país.
"El señor Fujimori sigue usando términos confrontacionales y proponiendo en la práctica nuestra rendición y que nos resignemos a que nuestros compañeros en prisión sigan hacinados en verdaderas cárceles tumbas, lo que es inaceptable", replicó el líder guerrillero.
"El gobierno de Fujimori dicta amnistías para liberar a policías y militares responsables de masacres, mientras que contra los verdaderos luchadores sociales existe inflexibilidad y ensañamiento", añadió.
Pero Raúl González, de la no gubernamental Desco, aseguró que este lenguaje duro no significa un obstáculo para el acuerdo.
"Siempre ocurre así al iniciar negociaciones, cuando las posturas son más fuertes, pero una lectura de la entrelínea permite encontrar las áreas de futuro entendimiento", afirmó.
Mientras tanto, en los medios políticos se debate si Fujimori debe o no aceptar que las negociaciones para liberar a los rehenes evolucionen hasta un acuerdo de paz con el MRTA.
En líneas generales, los opositores izquierdistas de Fujimori entre los que se cuentan los parlamentarios Javier Diez Canseco y Daniel Estrada, sostienen que el mandatario debe aprovechar la oportunidad para conseguir que el MRTA firme la paz.
Pero otro congresista, Carlos Chipoco, de Unión Por el Perú, el mismo al que pertenece Estrada, se opone a ofrecer al MRTA el retorno a la legalidad mediante una amnistía de sus dirigentes presos.
Un pronunciamiento similar formuló el parlamentario socialcristiano Antero Florez, quien manifestó desconfianza de una "propuesta de paz planteada mediante un secuestro masivo y con amenaza de fusilamiento de rehenes", lo que constituye una amenaza para la estabilidad democrática.
"Los líderes del MRTA han cometido, u ordenado cometer, crímenes terroristas. Si se les libera en respuesta a una extorsión criminal, Sendero Luminoso podría reclamar lo mismo para sacar a sus sanguinarios dirigentes" en libertad, concluyó. (FIN/IPS/al/ag/ip/96