Los países árabes del Golfo, junto con Irán, se proponen dictar leyes que tornen su mercado de capitales más atractivo para la inversión extranjera directa, a fin de diversificar sus economías y reducir su dependencia de los imprevisibles ingresos petroleros.
Los economistas de la región sostienen que el capital extranjero es necesario para financiar los planes de diversificación económica de estos países.
El flujo de capital extranjero hacia los seis estados que forman el Consejo de Cooperación del Golfo (GCC) -Arabia Saudita, Kuwait, Qatar, Bahrain, Omán y Emiratos Arabes Unidos- ha sido bajo en todo momento, en comparación con la inversión directa recibida por otras regiones en desarrollo.
La inversión extranjera directa en los países del GCC no pasó de 1.200 millones de dólares en 1995, 400 millones de dólares menos que el año anterior.
Los banqueros piensan que el ingreso de capitales podría dar un enorme salto si estos países suprimieran la vieja condición legal de que toda empresa con inversión extranjera debe tener por lo menos 51 por ciento de capital nacional.
Omán es el único miembro del GCC que ha rebajado esta exigencia, permitiendo que el inversor extranjero sea en ciertos casos el único dueño.
Los más importantes socios económicos del GCC -Japón, Estados Unidos y la Unión Europea- presionan a estos países para que reformen el tratamiento que aplican a la inversión extranjera como forma de atraer tecnología industrial.
La mayoría de los países de la región tienen planes quinquenales de desarrollo que subrayan la necesidad de reducir la dependencia económica del petróleo en el próximo siglo, diversificando la producción con inversión y tecnología extranjeras.
La aplicación de estos planes, sin embargo, es muy lenta. En estas naciones se puede notar una reserva general ante la perspectiva de conceder al sector privado un papel importante en la economía.
En particular existe el temor de que la privatización de los servicios públicos, ahora fuertemente subsidiados, produzca efectos sociales y políticos negativos debido a la inevitable elevación de los precios que deberá pagar el consumidor.
Otra razón para que los planes de reforma no se cumplan velozmente ha sido la elevación de los precios internacionales del petróleo.
Una subida de tres dólares por barril les dio a estos países una ganancia extra de 12.000 millones de dólares en 1996. Sólo los miembros del GCC pueden totalizar este año un ingreso de 90.000 millones de dólares por exportación de crudos, un nivel no alcanzado en los últimos 13 años.
Estas naciones son conscientes, sin embargo, de los peligros de esta dependencia del petróleo, cuya producción no irá más allá del próximo siglo.
Las exportaciones diarias de crudos, de aproximadamente 11,5 millones de barriles, generan 80 por ciento de los ingresos exteriores de los países del GCC, lo cual representa un tercio del producto interior bruto del conjunto.
"La elevación de las ganancias petroleras no resuelve ninguno de los desafíos que estos países deben enfrentar: recortar el gasto, crear grandes empresas, fortalecer el sector privado, reducir el desempleo y achicar el sector público", opinó Henry Azzam, economista del Banco Nacional Saudita de Comercio.
Kuwait informó recientemente que ya ha devuelto totalmente un préstamo de 5.500 millones de dólares recibido cuando la Guerra del Golfo, y que hacia el año 2000 espera tener un presupuesto equilibrado, lo mismo que Arabia Saudita.
Irán, por su parte -un país no árabe pero también potente exportador de petróleo-, también parece pronto para disfrutar de mejor ventura económica el año próximo. Sin embargo, no escapa a la necesidad de realizar duras reformas para sentar bases más sólidas en su economía, según los expertos.
Entre esas reformas se cuenta la creación del impuesto al valor agregado, la revisión del sistema de cambios y la reducción de los altos subsidios a los derivados del petróleo.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) proporciona asistencia técnica a Teherán, pero no ha concedido préstamos a Irán ni tiene intención de hacerlo por el momento.
Los que primero recomienda el FMI a los iraníes es unificar la tasa de cambio, liberar el comercio exterior y dar mayor autonomía al sistema bancario.
Los economistas esperan un crecimiento económico de cuatro por ciento en el año fiscal presente, que en Irán finaliza en marzo de 1997, lo cual significaría un nuevo avance en comparación con la tasa de 3,5 por ciento el año pasado y 1,6 por ciento el anterior. (FIN/IPS/tra-en/am/mu/arl/if/96