ESTADOS UNIDOS: Tráfico de pasaportes deja miles de millones

El negocio de introducir personas ilegalmente en América del Norte no existiría sin gente como Ben Jones, quien durante las noches se dedica a comprar y vender pasaportes de Estados Unidos y Canadá.

Todos los días Ben Jones encuentra en su oficina un maletín con unos 20.000 dólares. "Siempre está, sin falta, la maleta con el dinero escondida bajo el escritorio. No sé quién lo deja allí, pero está cada tarde", relata.

El dinero es utilizado para comprar pasaportes estadounidenses y canadienses válidos, que se pagan alrededor de 75 dólares cada uno, o certificados de nacimiento de Estados Unidos de personas desesperadas por obtener algo de dinero.

El maletín también contiene un sobre dirigido a Jones, con su porpio salario diario, 1.500 dólares. Jones llega a su oficina a las 16.00 de la tarde y se va a las 04.00.

Jones, quien por razones obvias no dio su nombre, poco sabe sobre el organizado operativo para el que trabaja, y así lo prefiere. "Solo hago mi trabajo y me mantengo fuera del alcance de los grandes". El es apenas un eslabón en la cadena de operaciones que componen el negocio multimillonario de la inmigración ilegal.

El contrabando de pasaportes y de personas de países en desarrollo se está convirtiendo en un problema cada vez mayor para las autoridades de inmigración norteamericanas.

Según estimaciones del Servicio de Inmigración y Naturalización (INS) de Estados Unidos, casi cuatro millones de personas se trasladan anualmente desde países pobres a naciones ricas, y Canadá y Estados Unidos absorben más de la mitad de los inmigrantes.

El portavoz del Departamento de Estado, Nicholas Burns, dijo que "el fraude de pasaportes es un delito serio, pero al cual se le otorga escasa importancia. El pasaporte estadounidense es el documento de identidad más valioso y buscado en el mundo".

Según un estudio realizado por el Centro Internacional para el Desarrollo de Políticas de Migración (ICMPD), el contrabando de inmigrantes es una de las "industrias" ilegales más lucrativas.

El estudio estima que los contrabandistas ganaron 9.500 millones de dólares en 1994, y como en todos los tipos de tráfico, existe una división internacional del trabajo.

En América del Norte, la gente como Ben Jones entrega pasaportes estadounidensese y canadienses válidos para ser contrabandeados a países en desarrollo, en especial India, Pakistán, Bangladesh, Sri Lanka, Malasia y China.

En otros países, visas, pasaportes y certificados de nacimiento son alterados para colocar distintos fotos y nombres, siendo Filipinas, Hong Kong, Singapur e India los países donde se hace el trabajo con mayor habilidad.

Las falsificaciones de alta calidad se venden entre 6.000 y 18.000 dólares, aunque el precio varía según el país de entrada.

Un pasaporte canadiense, por ejemplo, tiene un precio de unos 3.000 dólares. Las familias inmigrantes pueden pagar bastante más, y a menudo arriesgan fortunas a cambio de una posibilidad de entrar a América del Norte o Europa.

Canadá es el país que más ha sido golpeado por la inmigración ilegal, según Fred Bowen, de la Policía Real Montada de Canadá.

De los 320.000 refugiados aceptados entre 1983 y 1995, -Canadá acepta alrededor de 70 por ciento de los refugiados que procuran ingresar al país-, 90 por ciento había llegado a América del Norte con la ayuda de traficantes contratados, dijo Bowen.

Pero la oportunidad de llegar a América del Norte no siempre se traduce en buenos empleos. El contrabando de pasaportes e inmigrantes está relacionado a prácticas de explotación como el tráfico de mujeres y niños.

Muchas de las mujeres contrabandeadas terminan en burdeles. Un estudio del New York Times que en abril siguió la suerte de 70 inmigrantes asiáticas llevadas a Estados Unidos por mafias, concluyó que, en general, ahora trabajan como prostitutas. (FIN/IPS/tra-en/mm-fah/lp/pr-ip/96

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