/DERECHOS HUMANOS/: El "pariente pobre" de la ONU

Los derechos humanos son el "pariente pobre" de la Organización de Naciones Unidas (ONU), según expertos que participaron en un seminario internacional sobre la impunidad de crímenes represivos realizado en Chile.

"Los derechos humanos han pasado a ser el último de los parientes mal habidos de la ONU", dijo el jurista chileno Roberto Garretón, relator especial de la Comisión de Derechos Humanos de la organización para Zaire.

Ante un público que lo aplaudió por su sinceridad, Garretón se declaró decepcionado por las limitaciones que encuentra en su mandato y sostuvo que el centro de poder de la ONU basado en Nueva York no se interesa por Ginebra, sede de la comisión.

Las palabras de Garretón fueron compartidas en declaraciones a IPS por el suizo Eric Sottas, director de la Organización Mundial contra la Tortura, con sede también en Ginebra, quien participó en el seminario que concluyó el día 15.

Según Sottas, en el Consejo de Seguridad de la ONU se sigue dando un tratamiento politizado al tema de los derechos humanos, con Estados Unidos que reclama una atención sobre Cuba que contrasta con el silencio ante otros países.

En el esquema de la Guerra Fría se admitieron por ser aliados de occidente a regímenes como el del general Suharto en Indonesia y al de Mobutu Sese Seko en Zaire, quienes ejercen el poder desde 1967 y 1965, respectivamente, señalaron Garretón y Sottas.

El relator chileno señaló que desde 1994 la Comisión de Derechos Humanos pidió medidas preventivas para Zaire, advirtiendo la crisis que se avecinaba en la región africana de los Grandes Lagos, que envuelve también a Rwanda, Burundi, Uganda y Tanzania.

Mobutu, dijo Garretón, plantó la raíz del conflicto hace 15 años con medidas de persecución étnica, atendiendo a la lógica de las dictaduras de crear problemas para mantenerse en el poder, bajo el axioma de que "no hay mejor bombero que el pirómano".

El jurista dijo que en Zaire existe una "pésima imagen" de las Naciones Unidas, por el virtual olvido en que la organización mantuvo al país durante 30 años.

En ese país, como en otros que han soportado prolongadas dictaduras, se produce una separación entre la sociedad civil y la clase política, integrada sobre todo por los militares que controlan el poder, lo cual dificulta aún más la vigencia de los derechos humanos, apuntó Garretón.

Sottas dijo a IPS que las relatorías especiales de Naciones Unidas enfrentan, además del desinterés de Nueva York, una situación de estrechez de recursos que incluso los obliga a limitar la extensión y las traducciones de sus informes.

Existe, entonces, no sólo una falta de valoración política del Consejo de Seguridad e la ONU sobre la Comisión de Derechos Humanos, sino también una presión financiera que restringe hasta los viajes de los relatores.

Los órganos de resguardo de los derechos humanos no tienen así fondos para impulsar por ejemplo campañas de difusión e información internacional que contribuyan a presionar a algunos Estados para que cambien o deroguen sus leyes represivas.

Esto es grave, comentó Sottas, porque implica ocultar casos de flagrantes atropellos contra los derechos civiles, políticos e individuales por falta de una adecuada información hacia la comunidad mundial.

La Organización Mundial contra la Tortura recibe al año entre 10.000 y 15.000 denuncias sobre graves violaciones de derechos humanos a través de sus 200 grupos afiliados en todo el mundo.

Los informes permiten establecer que en América Latina son Colombia y Perú los países donde hay más casos de torturas, con problemas de maltratos, persecución y asesinatos de niños de la calle en Brasil, Guatemala y la propia Colombia, indicó Sottas.

Los casos de violaciones de derechos humanos han disminuido en la región con respecto a las décadas dictatoriales de los años 70 y 80, pero persisten los atropellos debido a la impunidad y a la falta de depuración de elementos represivos los ejércitos y las policías, según el activista.

Hay actualmente cuadros críticos por enfrentamientos entre la guerrilla, los militares y las mafias del narcotráfico, en países como Colombia, y en otros, como Brasil, se observa una creciente violencia paramilitar contra delincuentes comunes, indígenas, niños y sectores marginales en general.

La organización de Sottas posee igualmente un buen nivel de información sobre atropellos contra los derechos humanos en Europa, por las luchas separatistas en Irlanda y el País Vasco y la persecución de los kurdos y la izquierda en Turquía.

La ex Yugoslavia, Rumania, así como los conflictos en ex repúblicas soviéticas son seguidos también por la Organización Mundial contra la Tortura por sus implicaciones represivas, agregó.

Pero tal vez lo más preocupante, dijo Sottas, es el desconocimiento por falta de comunicación sobre situaciones que calificó de gravísimas en Africa y Asia.

En Africa, el conflicto en el área de los Grandes Lagos sumió en el olvido los casos de Liberia y Somalia, así como las virtuales guerras entre los gobiernos y los grupos islámicos fundamentalistas en Argelia y Túnez.

Sottas enumeró una extensa lista de países con prácticas de torturas en Asia, que va desde Israel, donde la justicia acepta los "apremios físicos limitados" hasta la persecuciones étnicas en regionas de la India, Bután o Pakistán.

La represión de Indonesia contra los independenistas de Timor es preocupante para Sottas, quien advirtió también las torturas sistemáticas en Birmania, así como el secuestro por parte de agentes de China de más de 50 dirigentes políticos de Macao y otros 12 de Hong-Kong. (FIN/IPS/ggr/jc/hd/96

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