CUMBRE/EUROPA: Nagorno-Karabah impidió consenso

"Exito relativo" o "fracaso circunscrito a Nagorno-Karabah" son las dos frases con que los delegados definen la clausura de la Cumbre de la Organizacion para la Seguridad y la Cooperacion en Europa (OSCE), que concluyó hoy en la capital portuguesa.

El enclave étnico armenio de Nagorno-Karabakh, que ocupa un quinto de la República de Azerbaijan, fue la manzana de la discordia que impidió un consenso entre los 54 jefes de Estado y de gobierno que acudieron a la cita de Lisboa, que inauguró sus trabajos este lunes.

El canciller suizo Flabio Cotti, lamentó que Armenia no aceptase la postura de las restantes naciones, que proponen un estatuto de autodeterminación para Nagorno-Karbakh, respetando la integridad territorial de Azerbaijan y dando garantías de seguridad a todos sus ciudadanos.

Armenia cuestiona "la integridad territorial de Azerbaijan", lo que impidió la firma sin reservas del documento final de la cumbre. Debido a esta irreductible postura armenia, el documento final aprobado en la cumbre dejó fuera el párrafo referente a Nagorno-Karabah.

Sin embargo, el primer ministro portugués Antonio Guterres, anfitrión de la cumbre, y el canciller húngaro Lazslo Kovacs, en su calidad de miembro de la "Troija" dirigente de la OSCE, subrayaron los aspectos positivos de la cita de Lisboa.

En primer término, la cumbre logró diseñar y aceptar "Un modelo de Seguridad Europea para el siglo XXI", un foro de cooperación entre las varias instancias europeas, "sin que nadie esté sobre otro", expresó Kovacs.

Asimismo, los dos gonbernantes subrayaron la importancia del acuerdo logrado sobre la reducción de armamentos de las Fuerzas Convencionales en Europa (FCE).

La cumbre, explicó Guterres en su exposición final, "abrió las perspectivas para que en los próximos tiempos se realicen trabajos diplomáticos de enorme importancia, para erradicar conflictos, para definir futuras relaciones de la OTAN con Rusia y Ukrania".

"Lisboa no es un punto de llegada. Es un punto de partida", para un nuevo modelo de seguridad, afirmó el gobernante lusitano.

En efecto, el balance positivo de la cumbre se basa en que de Lisboa nacen los parámetros y objetivos que orientarán a partir de enero próximo en Viena.

Comparado con la indefinición de la cumbre de Budapest en 1994, excepto en el problema de Nagorno-Karabakh, Lisboa se acercó mucho más a lo concreto, aunque la retórica no estuvo ausente de las intervenciones de siete minutos de los 54 miembros y de los seis asociados para la cooperación.

La extrema dureza "anti OTAN" del discurso del primer ministro ruso, Viktor Chernomirdin, contrasta con su actitud más flexible en los bastidores diplomáticos en lo referente al ingreso de Hungría, Polonia y la Republica Checa a la alianza atlántica, según opinó un miembro de la delegación magiar.

El sentir generalizado entre las delegaciones a la clausura de la cumbre es que Lisboa constituyó un paso corto, pero al final un paso que abre camino a la consolidación de un clima de mayor confianza y a los debates y grandes decisiones que deberán tomarse en los tiempos más proximos.

En primer lugar, aunque ausente de la cumbre como punto de la agenda, porque no le compete como foro en el OSCE, se perfila como el gran tema futuro, los ingresos de Hungría, Polonia y la República Checa a la OTAN.

Este importante paso que ansían dar los tres países centroeuropeos, pasa inevitablemente por un nuevo tipo de relación con Rusia, dando a Moscú un papel preponderante en la seguridad continental, acorde con su condición de una de las dos mayores potencias militares del mundo y el mayor país de Europa.

El jefe del gobierno alemán, Helmut Kohl, no dejó dudas sobre la postura de su país y de la propia Union Europea (UE) a este respecto, al enfatizar que Rusia debe jugar el papel que "su dimensión e influencia le otorgan por derecho".

Estados Unidos, que se hizo representar por el vicepresidente Al Gore en una visita relámpago de cinco horas este lunes a Lisboa, dejó en manos de los europeos este martes, la elaboración del nuevo cuadro de seguridad continental, aceptando algunas de las reivindicaciones rusas en el sentido de reforzar la OSCE.

No obstante, Washington deja claro tras esta cumbre, que la OSCE no puede asumir el papel rector en seguridad europea defendido por Moscu, sino limitarse a cooperar con organizaciones tales como la OTAN, organizacion formalmente dirigida por un espanol pero claramente dominada por el Pentagono.

Otro aspecto en que Estados Unidos se vió presionado a ceder por sus aliados de la UE es en el inicio de los trabajos para la confección de una futura Carta de Seguridad Europea, un proyecto defendido insistentemente por el presidente francés, Jacques Chirac.

Entre los fracasos de la cumbre, además de Nagorno-Karabakh, se cuentan las reservas de Moldavia sobre la lentitud con que se piensa operar el retiro de las tropas rusas allí estacionadas y la falta de decisiones sobre la situación explosiva en Serbia. (FIN/IPS/mdq/ag/ip/96

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