COLOMBIA: La bonanza petrolera tiene aristas crudas

Colombia volvió a deleitarse este año con el elixir de los hallazgos petroleros, pero podría beber en 1997 el trago amargo de una alta revaluación si no perfecciona su política macroeconómica, en especial su déficit fiscal.

Muchos expertos independientes afirman que Colombia carece hoy de una política petrolera sólida que respalde los hallazgos que hacen pensar en una futura prosperidad.

Una prueba de la falta de lineamientos precisos en el sector fueron los erráticos anuncios de la compañía estatal petrolera Ecopetrol respecto del campo Coporo I. A mediados de año, dijo que era toda una mina de oro, pero meses después debió aclarar que hay oro, pero no tanto.

Coporo I está ubicado cerca del municipio de Medina (Cundinamarca), al noreste de Santafé de Bogotá, y se lo considera uno de los campos petroleros más grandes de la historia y el más importante descubierto por Ecopetrol.

Los resultados de situaciones como ésta no se han hecho esperar y podrían complicar el desempeño de la economía en el futuro.

Entidades privadas como la Asociación Nacional de Exportadores (Analdex) y la Fundación para el Desarrollo (Fedesarrollo) pronosticaron que las crecientes exportaciones de petróleo impulsarán el desempeño de la economía de Colombia en 1997.

Las ventas de petróleo al exterior pasarán, según estas predicciones, de 2.000 millones a 3.000 millones de dólares gracias al aumento de la producción del crudo, que ascenderá a 720.000 barriles diarios.

A ello se suma el optimismo del ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, para quien el crudo oxigenará la economía colombiana en 1997. "La economía del país, ayudada por el petróleo, crecer 4,5 por ciento", pronosticó.

De hecho, el desarrollo petrolero de los últimos años cambió de forma fundamental la estructura de la economía de Colombia.

La extracción, transporte y exportación de crudo de los campos de Cao Limn a finales de la década del 80 y en Cusiana y Cupiagua en la del 90 elevaron el aporte del sector petrolero al producto interno bruto de tres por ciento en 1990 a los previstos siete por ciento en 1997 y nueve por ciento en el 2001.

Los expertos prevén un fortalecimiento de esta tendencia en los próximos años debido a los nuevos descubrimientos de Ecopetrol en Coporo I.

Las buenas expectativas fueron confirmadas por el propio presidente de Colombia, Ernesto Samper.

"Es casi seguro que cerraremos el siglo con unas reservas de petróleo tres veces superiores a todo lo que hemos encontrado y consumido entre 1936 y 1996. De aquí al 2000 habremos acumulado unas reservas cercanas a los 9.000 millones de barriles", dijo Samper.

Pero detrás del optimismo se encuentran los riesgos, en especial los generados por el fenómeno de la revaluación que, en particular, los exportadores ya han empezado a sentir.

Una vez se supo de los descubrimientos en Coporo I, el impacto cambiario fue inmediato, en un marco de exceso de oferta originada en buena parte por la entrada de dólares de Ecopetrol.

Eso fue para los mercados una señal de que la bonanza petrolera ya había comenzado y de que los ingresos de divisas se multiplicarían en los próximos años. Y, en efecto, la cotización del dólar cayó en pocos días.

Con ello, comenzaron a producirse los primeros síntomas de la denominada "enfermedad holandesa", un síndrome económico padecido previamente por países que no supieron manejar sus bonanzas petroleras.

La teoría postula que la única forma de evitar la revaluación y el deterioro de la industria y la agricultura consiste en generar un superávit fiscal que permita el aumento de la actividad petrolera sin dañar la economía, pero en Colombia sucedió todo lo contrario.

El país atraviesa hoy una situación de acelerado desequilibrio fiscal. El déficit de las cuentas del sector central se acerca a cinco por ciento del producto interno bruto, mientras el del sector descentralizado es de alrededor de 3.4 por ciento.

Para colmo, los resultados de Ecopetrol no son excedentarios sino deficitarios, y el denominado Fondo de Estabilización Petrolera no cuenta con la capacidad suficiente para enfrentar estos problemas.

El presidente de la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (ANIF), Armando Montenegro, afirmó que todo esto es el resultado de la falta de una política petrolera seria.

"La generación de ahorro y el uso del petróleo para sembrar la bonanza y evitar la 'enfermedad holandesa' son apenas los objetivos de una política", aseguró Montenegro.

El empresario sostuvo que "para lograr dichos propósitos es necesario adelantar una serie de acciones concretas en una variedad de áreas sectoriales, financieras y hasta macroeconómicas".

Montenegro dijo que, entre otras definiciones, debe establecerse quién formulará la política petrolera, si la Junta Directiva del Banco Central o la de Ecopetrol.

Además, agregó, se debe fijar metas serias de gasto e inversión, así como los mecanismos de tributación y contribución fiscal de la empresa petrolera.

El objetivo fundamental en el que coinciden todos es poner la política petrolera en orden, con el fin de que la bonanza no sea apenas una ilusión. (FIN/IPS/apg/mj/if en/96

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe