A medida que se desmantelan las armas nucleares en cumplimiento de los acuerdos internacionales, los terroristas tendrán mejor acceso al material necesario para construir artefactos de muerte y contaminación masivos.
Si los terroristas que atacaron el edificio World Trade Center de Nueva York en 1993 hubieran instalado una pequeña bomba atómica en las escaleras, las famosas torres gemelas hubieran volado hasta el cercano río Hudson.
Si un artefacto nuclear doce veces menor en tamaño a la bomba que estalló en Hiroshima explotara en el centro de Londres, no quedaría nadie vivo en un kilómetro a la redonda. Muchos otros morirían luego de cáncer u otras enfermedades en un radio de 30 kilómetros.
Si los hombres que atentaron contra el edificio del gobierno federal de Estados Unidos en Oklahoma en 1995 hubieran empleado una bomba nuclear, la destrucción habría sido entre mil y 20.000 veces peor que la que efectivamente se registró.
El sabotaje contra los aviones de Air India y PanAm, el gas sarín en el subterráneo de Tokio, las "bombas suicida" en Israel y los atentados en París y Tokio revelan que los terroristas pierden sus inhibiciones y optan por el asesinato y la contaminación en masa.
Esta tendencia preocupó a un grupo de médicos que reclaman una cumbre mundial para la consideración del denominado "terrorismo nuclear".
"La proliferación de armas nucleares en manos de terroristas, y no un conflicto bélico a escala planetaria, es ahora la más seria amenaza de la posguerra fría", según el último informe de Médicos Internacionales para la Prevención de la Guerra Mundial (IPPNW).
El informe, difundido en Londres por el grupo Acción Médica para la Seguridad Mundial, establece una combinación de factores que constituyen, según la organización, un cóctel mortal.
Por un lado, los terroristas parecen preferir niveles cada vez más elevados de violencia, sin que les importe el asesinato en masa indiscriminado o la contaminación de grandes extensiones.
Por otro, la disolución de la Unión Soviética dejó dudas en torno a la seguridad de los almacenamientos de unas 30.000 armas nucleares y grandes cantidades de plutonio y uranio enriquecido.
Estas sustancias, necesarias para la fabricación de una bomba nuclear, no están depositadas en lugares a prueba de robos. Un estudio presentado por un subcomité permanente de investigaciones del Senado de Estados Unidos mencionó 11 casos de desvíos de material radiactivo desde Rusia.
El último factor en este accidentado escenario es la facilidad con que un grupo terrorista puede fabricar un explosivo nuclear si cuenta con los materiales necesarios.
Pero a esta posibilidad se une la amenaza de que un grupo obtenga plutonio y lo disperse sobre una gran superficie a través de una explosión convencional e incendios, sin necesidad de una explosión de naturaleza nuclear, de acuerdo con IPPNW.
"Aunque no parezca posible que otros países adquieran armas nucleares en el corto plazo, además de los cinco que ya las poseen y los tres que tienen conocimientos para ello, el riesgo de la aparición de grupos terroristas que puedan disponer de ellas es cada vez mayor", según el informe.
Hasta ahora, China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia poseen armas nucleares. India, Pakistán e Israel podrían diseñar las suyas propias.
Los expertos recordaron que los científicos de la secta japonesa Aum Shinrikyo ("Verdad Suprema"), responsable de los ataques con gas nervioso al tren subterráneo de Tokio, se reunieron con especialistas en armas nucleares procedentes de la antigua Unión Soviética.
Según el informe de IPPNW, la secta estaba muy interesada en la adquisición de bombas atómicas.
Un gran grupo terrorista tendría pocas dificultades para construir un artefacto nuclear tosco, de acuerdo con la organización. Sudáfrica desarrolló uno con 55 kilogramos de uranio altamente enriquecido a 90 por ciento con el isótopo U-235 hace pocos años.
IPPNW sostuvo que la compra ilegal de estas sustancias será cada día más fácil, a medida que se desmantelen artefactos de fabricación estadounidense y soviética como consecuencia de los acuerdos internacionales de no proliferación de armas nucleares.
Entonces, grandes cantidades de uranio altamente enriquecido pasará del control civil al control militar, donde las medidas de seguridad serán mucho más flexibles.
Un pequeño grupo de personas con destreza apropiada podría diseñar un arma tosca, aun sin acceso a documentos secretos. Todos los datos físicos necesarios ya fueron publicados por la popular revista científica Nature.
Todo lo que se requiere es acceso a un taller mecánico, que incluso podría alquilarse, y 12,7 kilogramos de uranio altamente enriquecido u 8,18 kilogramos de plutonio.
Los autores del informe utilizaron modelos virtuales generados por computadoras para medir el impacto de un posible atentado con armas radiactivas, un artefacto que dispersaría plutonio por toda una ciudad sin que sea necesaria una explosión nuclear.
Este estudio, probablemente el primero de su clase, demuestra que la contaminación radiactiva provocaría un grave quiebre social debido a los perjuicios sobre la salud a largo plazo, en especial el aumento de las muertes por cáncer.
El informe de IPPNW recomienda acelerar el proceso de eliminación de armas nucleares, pues "un mundo donde se permite que cinco estados las posean mientras se exige al resto que renuncie a ellas no es sostenible".
"El terrorismo nuclear amenaza con golpear en todas partes, diseminando muerte, destrucción y sufrimiento", agrega. (FIN/IPS/tra-en/dds/fn/mj/ip en/96