Alemania vive actualmente una época de grandes dificultades. La apertura de su mercado interno a que está obligada por las leyes de comercio internacionales ha llevado a recortes presupuestales y de beneficios sociales, generando protestas de la población.
Para poder competir en un contexto cada vez más exigente y atraer capitales Alemania debe bajar sus "costos", en particular laborales, aducen los empresarios.
Pero en una conferencia realizada por el Instituto de Ciencias Económicas y Sociales en la ciudad de Düsseldorf, investigadores advirtieron acerca de los riesgos de la aplicación de una política neoliberal "pura" que desbarate el estado de bienestar.
Un "estado social" es imprescindible para motivar la eficiencia del mercado, explicaron los conferencistas. El Estado es quien debe impulsar la inversión en educación y en formación profesional, factores relevantes para el crecimiento económico de un país, añadieron.
Además, una distribución equitativa del ingreso permite que haya la paz social necesaria para estabilizar la economía.
Hasta ahora en Alemania había un cierto consenso entre la dirigencia política tradicional para alabar las transformaciones económicas realizadas por ejemplo en Chile en los años ochenta, citado reiteradamente como ejemplo de "lo que hay que hacer".
No obstante, en el propio Chile el gobierno actual ha descartado seguir una línea política neoliberal pura y ha puesto el énfasis en la necesidad de saldar la "deuda social" generada por esa política, llevada a cabo durante la dictadura del general Augusto Pinochet (1973-1990).
El principal problema en Alemania es el laboral. Cifras oficiales registran un aumento constante de la desocupación, calculada para este año en 11 por ciento de la población activa.
Alemania ha perdido su calidad de lugar de emplazamiento industrial. Para las empresas este país se ha vuelto muy caro, lo que las ha llevado a establecerse en otras regiones, como Europa central u oriental o naciones del Sur.
Las propias empresas nacionales han reducido al máximo su personal local. Es el caso de grandes firmas, como Siemens, Deutsche Bank o Volkswagen.
"Los problemas de emplazamiento que enfrentamos actualmente en el ámbito político, económico y social son parte del reto de la globalización", explicó Hans Peter Stihl, presidente de la Confederación de Cámaras de Industria y Comercio de Alemania.
De allí su exigencia al gobierno federal de cambiar su política económica y facilitar la operativa de las empresas. Los empresarios aspiran a que se les reduzcan los aportes sociales y que se flexibilice el mercado laboral.
"El problema fundamental es que trabajamos muy poco, sólo 35 horas por semana, y tenemos altos costos, también en burocracia", senaló Dieter Klingelnberg, gerente general de la mediana empresa Klingelnberg & Soehne.
Pero los sindicatos no aceptan los recortes sociales y se movilizan para frenarlos. El gobierno se halla pues entre dos fuegos. (FIN/IPS/mr/dg/if-pr-lb/96