El reconocimiento hecho público a un grupo representativo del culto rastafari por parte de la Organización de Naciones Unidas (ONU) es motivo tanto de orgullo como de críticas dentro de Jamaica, cuna de la religión.
En esta isla caribeña de población mayoritariamente cristiana y negra existe un fuerte rechazo hacia esta comunidad que postula el regreso a Africa y el consumo ritual de marihuana, y cuyos fieles rechazan los jabones de fabricación industrial, no se cortan el pelo y evitan peinarse.
Paradójicamente, los rastafaris reciben más respaldo en el extranjero, donde ganaron popularidad a caballo del hipnótico ritmo de la música "reggae", que en su propio país.
El Consejo Económico y Social de la ONU (ECOSOC) reconoció el día 14 categoría de organización no gubernamental de carácter consultivo a la Sociedad de Desarrollo Internacional Rastafari.
"Ahora estoy seguro de que la ONU no tiene nada que hacer… Los 'rastas' son criminales indisciplinados y ellos los reconocen como entidad religiosa y social. ¿A dónde va el mundo?", gruñó el tendero John Harris cuando se enteró de la noticia.
El sociólogo y profesor universitario Barry Chevannes, autor del libro más exhaustivo sobre los rastafaris, cuya religión floreció con fuerza en la década del 30, no piensa lo mismo.
"Nadie es profeta en su tierra. Los foros internacionales reconocen los logros del movimiento rastafari, que son rechazados por muchas organizaciones jamaiquinas. El gobierno acepta de mejor grado a otros grupos religiosos con menos seguidores y limitada convocatoria", dijo Chevannes.
La incorporación del grupo rastafari a las organizaciones no gubernamentales reconocidas por la ONU se produjo simultáneamente con otras 86, entre las cuales figuraron la conservadora Asociación Nacional del Rifle y la liberal Unión por las Libertades Civiles, ambas de Estados Unidos.
Las organizaciones no gubernamentales reconocidas por ECOSOC son invitadas por las agencias de la ONU a todas las instancias donde se consideren de asuntos económicos, sociales, humanitarios, técnicos, científicos y educativos.
Chevannes afirmó que la resolución de la ONU significa para los rastafaris una ruptura con tradiciones muy arraigadas. "Un reconocimiento del movimiento rastafari a ese nivel aumenta su legitimidad, muchos fieles lo perciben como una dilución de su mensaje", explicó.
Un joven rastafari que se hace llamar Ras Silver coincide con Chevannes. "Cualquier cosa con gusto a rasta es buena. El movimiento rastafari crece con rapidez y éste es el momento de que los hermanos estén unidos. Nuestro pequeño arbusto ahora es grande y comienza a dar frutos", dijo.
"En el pasado, éramos tímidos frente a 'Babilonia'. Nuestro movimiento era joven entonces, y no confiábamos en 'Babilonia'. Ahora, nuestros hermanos se beneficiaron del sistema a costas de 'Babilonia"', dijo Ras Silver, graduado de la Universidad de Indias Orientales.
El término "Babilonia" alude, en el habla diaria de los rastafaris, al mundo occidental, las iglesias y el gobierno, a quienes consideran "agentes del imperialismo". El capitalismo es considerado "el sistema de Babilonia".
Pero hoy, entre los rastafaris más jóvenes, "Babilonia" se ha convertido en sinónimo de "policía".
Ras Silver cree que el movimiento rastafari requiere un buen gobierno interno para ganar fuerza y que el reconocimiento internacional a través de la ONU es un hito en el camino hacia esa meta.
"Muchos rastas comparten ese punto de vista", explicó Chevannes.
Los estudiosos no se han puesto de acuerdo de cuándo nació el culto rastafari. Algunos remontan su origen al siglo pasado. Pero todos coinciden en que Marcus Garvey, fundador de la Asociación Universal para el Mejoramiento Negro, jugó un papel fundamental en su desarrollo a comienzos de este siglo.
Los principios fundamentales del movimiento se basan en las enseñanzas de Garvey, un dirigente que defendía la grandeza de la raza negra y se mostraba preocupado por lo que describía como "complejo de inferioridad" de los americanos de origen africano.
La doctrina rastafari pronostica la inevitable destrucción de "Babilonia" y el regreso de los negros en la diáspora a la madre patria. "Miren hacia Africa cuando coronen a un rey negro, pues el día de la liberación está próximo", dijo Garvey en uno de sus famosos discursos.
En 1930, el "ras" (señor feudal) Tafarí Makonnen fue coronado emperador de Etiopía y tomó el nombre de Hailé Selassie I. Muchos seguidores de Garvey sintieron que se había cumplido su profecía y se fundó el movimiento rastafari.
Según los principios de la fe, la repatriación ocurrirá en forma milagrosa gracias al poder sobrenatural del rey y supondrá la liberación de todos los negros, sobre quienes ningún gobierno en la diáspora tiene autoridad.
Muchos rastafaris aun creen que el único gobierno verdadero es el de Hailé Selassie I, a pesar de que el ejército de Etiopía lo derrocó en 1974 y murió un año después.
Los seguidores de esta religión son fácilmente distinguibles en todo el mundo por la peculiar geometría de sus cabellos, compuesta de "dreadlocks", unos intrincados y largos rulos.
Pero los "dreadlocks" no responden a una moda, sino al rechazo que entre los rastafaris genera el uso de jabón y champú procesados químicamente y al hecho de que no se peinan ni cortan el pelo.
La mayoría de ellos son vegetarianos o, al menos, evitan la carne de cerdo y los mariscos, tal como establece el Antiguo Testamento. Tampoco usan sal en sus comidas.
También rechazan honores y galardones públicos.
"Los rastas no son cristianos, de ningún modo. Pensar que Hailé Selassie I es el mesías es ridículo y hereje", dijo Dawn Wilson, miembro activo de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.
El uso de marihuana como ritual religioso se remonta al origen de la fe rastafari y tiene la finalidad de ayudar en la meditación. Sin embargo, esta droga es ilegal en Jamaica, lo cual provoca frecuentes enfrentamientos entre religiosos y policías.
En los últimos meses, integrantes del movimiento reclamaron al gobierno la legalización o, al menos, la descriminalización del consumo de marihuana.
Para muchos de los que creen firmemente en los preceptos religiosos rastafaris, la aceptación del reconocimiento concedido por el ECOSOC no es un paso en la dirección correcta.
"Yo y yo (I and I) creo que no tenemos nada que hacer con los políticos y con lo que ellos creen. Son los fariseos quienes quieren acabar con los verdaderos rastafaris", dijo Ras Mackonnen, un anciano dirigente del movimiento.
Los rastafaris creen que el hombre es Dios, y por eso construyen la primera persona del singular con la fórmula "Yo y yo", que se refiere a la divinidad que existe en cada uno y a sí mismos.
Los más jóvenes y militantes seguidores del movimiento agregaron un nuevo principio a sus creencias, introducido por el propio Hailé Selassie I cuando visitó Jamaica en 1966.
El monarca etíope confió a un grupo de rastafaris que deberían liberarse a sí mismos en Jamaica antes de volver a Africa, lo cual dio origen a un grupo más inclinado a dar la lucha al gobierno en Kingston en los planos social y político.
"Debemos tomar las riendas de nuestro propio destino. Hasta que no logremos unirnos y gobernarnos a nosotros mismos, no iremos a ninguna parte", afirmó Ras Dawit Tewdoros.
Chevannes sostuvo que Jamaica debe acompasarse con el resto del mundo y reconocer a los rastafaris como seguidores de una religión.
"Cuanto más reconocimiento obtengan los rastafaris en el exterior, más aprobación cosecharán en Jamaica. Es algo inevitable", pronosticó. (FIN/IPS/tra-en/ms/cb/mj/cr ip/96