Asentados en el corazón de la selvática región de la Mosquitia, en el noreste de Honduras, y aferrados a una vida en armonía con la naturaleza, los indígenas tawankas son amenazados por invasores que pretenden desalojarlos y les niegan el derecho a convivir con el bosque.
Con apenas 916 integrantes, los tawankas conforman una de la etnias más pequeñas de América Central, pero su riqueza cultural está considerada un tesoro que encierra la historia y costumbres de los indígenas del istmo.
Establecidos en las 233.000 hectáreas de la reserva de la Biósfera Tawanka Asagni, entre los departamentos de Olancho y la Mosquitia, los tawankas utilizan la naturaleza como medio de vida.
Para ellos, el bosque no sólo es un hospital curativo, sino el ámbito del que extraen sus instrumentos de trabajo. Se sirven de los elementos del medio para construir los pequeños pitpantes o barcazas que usan para trasladarse de una aldea a otra.
Sus viviendas están hechas de bahareque, una mezcla de barro, bambú y palmeras, y su presencia es muy común en las regiones indígenas de la costa norte.
Pero según el cacique Jacinto Sánchez, del Consejo de Ancianos tawanka, "los ladinos (quienes sólo hablan castellano) se han empeñado desde hace 11 años en destruir nuestra forma de vida, y estamos a punto de desaparecer".
Integrado por ganaderos, campesinos y agricultores, el grupo de ladinos, como los llaman los tawankas, se ha apoderado de unas 7.000 hectáreas de la Biósfera Asagni Tawanka, uno de los más importantes corredores biológicos de América Central.
Con el pretexto de promover el desarrollo y la modernización de la Mosquitia, el principal pulmón ambiental de Honduras, los "invasores", como también se les conoce, amenazan de muerte a los tawankas y les cierran el paso hacia zonas clave de la cultura nativa.
"No nos dejan construír nuestros pitpantes, pues nos sacan cuando ven que queremos usar un árbol para construírlos. A veces hasta nos cobran 500 lempiras (50 dólares) para poder cortar un árbol", afirmó Sánchez.
"Nosotros no cortamos el bosque para destruirlo, como los ladinos. Lo hacemos respetando las costumbres de nuestros antepasados que nos enseñaron a protegerlo, regenerar los árboles y conservar la naturaleza, porque ella es nuestra principal fuente de vida", agregó.
"De ella comemos, sacamos nuestros productos y aprovechamos sus raíces para curar nuestras enfermedades. Vivimos en paz con la naturaleza, le rendimos culto y ella ha sido muy generosa con nosotros", dijo el cacique.
Una delegación de tawankas se encuentra desde fines de octubre en Tegucigalpa, en espera de una cita con funcionarios del gobierno para presentar sus denuncias y reclamos, pero nadie los ha recibido.
"Como somos un pueblo chico que no representa un potencial electoral, nadie nos quiere recibir ni oír. Esperaremos, porque somos gente de paz y queremos evitar una guerra con los ladinos por nuestra existencia", declaró a IPS Isidro Martínez, un chamán tawanka.
A diferencia de las peregrinaciones de los lencas y garífunas, los tawankas no piden mucho: educación bilingüe, para no perder su lengua original, y la confirmación de las normas de protección de la Biósfera Tawanka Asagni.
Se trata de uno de los pocos grupos indígenas que conservan el uso familiar de su lengua autóctona, conocida como macro-chibcha.
Para sus transacciones comerciales, comunicaciones amistosas, religiosas y gubernamentales, los tawankas usan el castellano y la lengua misquita, un dialecto propio de la etnia de los misquitos, con quienes los tawankas mantienen una estrecha relación.
Adonis Cubas, un biólogo de la Universidad estadounidense de Harvard que convive desde hace tres años con los tawankas, informó que una misión de la Fiscalía de las Etnias recorrió la Biósfera Tawanka o del río Plátano para comprobar las denuncias de los indígenas.
El equipo de la Fiscalía verificó que los indígenas son desalojados ilegalmente de zonas ancestrales y han recibido efectivamente amenazas a muerte, dijo Cubas, participante en un proyecto de investigación de la vida y conocimientos de los tawankas, sobre todo en materia de plantas medicinales.
"La Fiscalía comprobó esos hechos, y es consciente de que quienes mejor pueden manejar la Biósfera son sus antiguos dueños: los tawankas, un pueblo sensible cuyos miembros comparten todo y se apoyan entre sí", señaló el biólogo.
Las siete etnias indígenas de Honduras congregan a unas 600.000 personas, y los tawankas son los más expuestos a la agresión externa, debido a su aislamiento y al escaso interés del Estado en ayudarlos.
Honduras firmó la Convención de Pueblos Indígena y Tribales de la Organización Internacional del Trabajo, aunque las autoridades sólo comenzaron hace dos años a escuchar sus demandas. (FIN/IPS/tm/ff/pr/96