El mantenimiento de la mayoría del Congreso de Estados Unidos en manos del Partido Republicano ayudará, paradójicamente, al reelecto presidente Bill Clinton a impulsar nuevos acuerdos de libre comercio.
Eso no habría sucedido si sus correligionarios del Partido Demócrata hubieran recuperado el control del Poder Legislativo, según expertos.
El comercio adquirió suma importancia en el paisaje político de Estados Unidos, empujado por los dos principales candidatos a presidente en las elecciones del día 5 y, especialmente, por Clinton, quien procurará nuevos acuerdos.
Los más atribulados parecen ser los congresistas del Partido Demócrata, la mayoría de los cuales no comparten con su correligionario Clinton el entusiasmo por el libre comercio.
Los legisladores demócratas temen que el presidente se alíe con los del Partido Republicano que, por lo general, son más favorables a la apertura comercial.
"El comercio es uno de los grandes asuntos conflictivos en el Partido Demócrata. Podemos esperar que los republicanos lo usen para empujar a Clinton fuera del liderazgo de su partido", dijo un funcionario del Congreso.
Esta estrategia se aplica a la intención anticipada por el gobierno a ampliar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC), impulsar los derechos laborales en la Organización Mundial de Comercio (OMC) y negociar el ingreso de China a ese organismo.
Estos problemas deberán ser afrontados a inicios del próximo año, cuando se estima que Clinton solicitará al Congreso el "fast- track", una herramienta que permite al Poder Ejecutivo negociar acuerdos comerciales sin que se los pueda corregir en el Legislativo.
Un personaje clave en este trámite será el diputado demócrata Dick Gephartdt, líder de la minoría demócrata en la Cámara de Representantes.
Gephardt, quien tiene ambiciones presidenciales, reconquistó el control de su bloque parlamentario tras las elecciones del día 5. Pero el Partido Demócrata recuperó apenas una docena de escaños, siete menos de los que requerían para obtener la mayoría de la Cámara.
El legislador demócrata es un especialista en asuntos comerciales que goza del respaldo del renacido movimiento sindical y asumió posiciones más proteccionistas que Clinton en varios asuntos, entre ellos el TLC.
Su principal asistente, el diputado David Bonior, del autosuficiente estado de Michigan, también ha sido un gran enemigo de los acuerdos de libre comercio, que, afirmó, beneficiaron fundamentalmente "al gobierno y las grandes empresas".
"Si los demócratas hubieran recuperado el dominio de la Cámara de Representantes, se hubiera registrado un retroceso realmente grande", dijo Ernest Preeg, un defensor del libre comercio del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) con sede en Washington.
El comercio se convirtió en uno de los debates políticos más explosivos en Estados Unidos desde la conclusión de la Ronda Uruguay del Acuerdo General de Aranceles y Comercio (GATT) en 1994, que dio origen a la OMC, y la creación del TLC en 1993.
Ambos partidos sufrieron divisiones en torno a ambos acontecimientos.
Una minoría de republicanos en el Congreso, junto al comentarista televisivo Patrick Buchanan, afirmaron que ambos acuerdos representaban un "remate" de los intereses de los trabajadores y productores estadounidenses a manos de las corporaciones de Wall Street.
Del lado demócrata, la mayoría argumentó que esos acuerdos comerciales impulsarían la huída de la industria estadounidense a otros países en procura de salarios más bajos y leyes ambientales más flexibles.
El malestar generado por inversiones de grandes empresas estadounidenses en el extranjero y el multimillonario rescate del peso mexicano en 1995 indujeron hasta al entusiasta partidario del libre comercio Bob Dole a reclamar una "tregua" indefinida a nuevos acuerdos comerciales.
Al mismo tiempo, el propio Clinton suspendió algunas normas del TLC sobre transporte para aplacar la ira del poderoso Sindicato de Camioneros. Además, dejó de gestionar ante el Congreso la admisión de Chile en el TLC para asegurar preferencias comerciales a los países de la cuenca del Caribe.
Buchanan basó sus ataques a Dole durante la campaña para las elecciones primarias republicanas este año a su presunta subordinación a los intereses de las grandes empresas.
Pero una vez que Dole obtuvo la nominación, el problema desapareció de la agenda, pues tanto Clinton como su rival republicano tenían amplios coincidencias al respecto y ambos pretendían evitar una fuga de votantes.
Ahora, con la elección a sus espaldas, Clinton parece dispuesto a moverse con rapidez en el ámbito comercial.
Las primeras prioridades, de acuerdo con fuentes del gobierno, son el levantamiento de la suspensión de las normas del TLC sobre transporte y el inicio de de conversaciones con el Congreso para un nuevo "fast-track" a partir de enero.
"Las fuerzas del libre comercio se fortalecieron tras las elecciones. El comercio es un área donde la administración y los dirigentes republicanos trabajarán juntos", afirmó Preeg.
Jeffrey Schott, analista del Instituto de Economía Internacional (IEE), sostuvo que Clinton actuará con "bastante rapidez para construir una coalición centrista en el Congreso" con la finalidad de promover sus ideas.
Ambos expertos pronosticaron que Clinton intentará incluir cuestiones laborales y ambientales en las negociaciones sobre el "fast-track" con los congresistas republicanos, algunos de los cuales se habían opuesto a estas cuestiones pero se muestran ahora más flexibles.
Un funcionario del Congreso predijo, en cambio, que los republicanos impondrán "un precio mayor" para ayudar a Clinton, ahora que mantuvieron la mayoría en el Poder Legislativo.
El nuevo líder de la mayoría en el Senado, Trent Lott, de Mississippi, es considerado más agresivo y más crítico de los sindicatos que Dole. Y muchos congresistas republicanos quieren cobrar el respaldo brindado por los sindicatos al Partido Demócrata en las elecciones.
"Lott tiene menos razones para ser más abierto a las sugerencias de la Casa Blanca en materia de derechos laborales y ambiente", dijo Dan McCurry, de la Fundación Internacional de Investigaciones sobre Derechos Laborales.
Los sindicalistas, en tanto, son más optimistas.
"Habrá tensión entre los sindicatos y el gobierno en materia de comercio, pero Clinton ha sido vigoroso en cuanto a su defensa de los derechos laborales y el ambiente. Esperamos que continúe así", dijo Mark Anderson, experto en economía internacional de la central sindical AFL-CIO. (FIN/IPS/tra-en/jl/yjc/mj/ip if/96