La policía de la República Checa se siente impotente ante los saqueos de obras de arte y antigüedades que cunde en iglesias, monasterios, museos, galerías, centros culturales y monumentos en este país del centro de Europa.
Las autoridades estiman que más de 50.000 obras de arte y mercancías de valor histórico, que suman un valor de 10.000 millones de dólares, fueron robados y vendidos en los últimos años.
En un solo robo desaparecieron en 1992 14 pinturas renacentistas y barrocas del castillo Namesti nad Ostlavou, en Bohemia oriental. Cuatro cuadros del español Pablo Picasso que suman un valor de 30 millones de dólares fueron hurtadas en 1991 de la Galería Nacional Checa, en Praga.
Esas obras aparecieron años más tarde en Alemania, afortunadamente intactas. Pero "algunos robos provocaron pérdidas irreparables al legado cultural de la República Checa", admitió Pavel Jirasek, director de Sistemas de Seguridad del Ministerio de Cultura.
El vocero policial Frantisek Prokopius dijo que el número de robos aumentó radicalmente, especialmente en iglesias y conventos.
"Antes de 1989, bajo el régimen comunista, se habían registrado unos 35 robos de obras de arte de iglesias checas. Pero solo el año pasado hubo 400", se lamentó Prokopius.
Los templos más afectados se ubican en Bohemia oriental, cerca de la frontera con Alemania. En algunos casos, recordó el policía, los ladrones "no dejaron nada".
En las 5.600 iglesias del país se encuentran alrededor de tres millones de piezas artísticas, muchas de ellas de valor incalculable, pero apenas 100.000 están registradas oficialmente, según estimaciones oficiales.
Menos de mil iglesias y galerías cuentan con sistemas de alarma. El resto están, virtualmente, sin protección de los robos que realizan pandillas bien organizadas que alimentan el circuito de compra y venta de obras de arte en Austria y Alemania.
El Fondo J. Paul Getty, que administra una de las mayores colecciones del mundo, informó el año pasado que la República Checa ha perdido alrededor de 10 por ciento de sus herencia artística cada año a manos de ladrones y contrabandistas.
Solo el tráfico ilegal de drogas y armas supera el volumen del mercado ilegal de arte del país centroeuropeo.
"En Alemania, los coleccionistas pagan por una obra de arte cuatro veces el precio del mercado local checo", dijo Laroslave Zadadsky, jefe de detectives del Departamento de Robo de Arte del Ministerio del Interior.
La policía alemana se incautó en junio de 14 obras que sumaban 2,3 millones de dólares, en Wiesbaden. Las piezas habían sido robadas de galerías de arte checas entre 1990 y 1992.
La policía checa arrestó a unos 300 sospechosos en 1995. Pero solo pudo recuperar seis por ciento de las obras robadas. Las autoridades reconocen que eso se debe a la falta de recursos, la ineficacia, los procedimientos lentos y la ausencia de descripciones confiables de los objetos.
Aun en caso que se logren mecanismos internacionales afiatados de identificación de obras robadas, persistirían los problemas. "Es difícil encontrar funcionarios calificados que puedan calcular el valor de los objetos robados", dijo Zavadsky.
"Cuando la policía cuente con entrenamiento para evitar los robos y perseguir a los ladrones, esas piezas ya estarán fuera del país. La mayoría de las veces ellos ya cuentan con un cliente que espera las piezas, y el movimiento es muy rápido", explicó.
Prokopius considera que la cooperación policial internacional es ineficaz en esta materia, pues las iniciativas son demasiado diversificadas. Por ello, reclamó la creación de equipos especiales de policía que persigan a los ladrones desde la escena del crimen hasta el momento de la venta final.
"Mientras tanto, unas 35.000 piezas del país están en riesgo permanente y su valor no puede medirse en dinero, pues son parte de la historia y del legado cultural de esta nación", agregó.
"Debemos tomar medidas para modernizar la vigilancia, como la instalación de alarmas de avanzada. Pero el problema es de tal magnitud que eso será nada", concluyó Prokopius. (FIN/IPS/jk/rj/mj/ip cr/96
