AMBIENTE: Laboristas británicos exigen control de organofosfatos

Nuevas críticas del Partido Laborista de Gran Bretaña al peligro de los pesticidas basados en organofosfatos refuerzan la demanda mundial de una prohibición a estas sustancias químicas, las cuales se asocian a serias enfermedades en todo el planeta.

Los organofosfatos, básicamente los mismos productos químicos utilizados para fabricar gas nervioso, son posible causa del Síndrome de la Guerra del Golfo, que afecta a miles de soldados británicos y estadounidenses expuestos a pesticidas y armas químicas durante la guerra del Golfo, en 1991.

Un nuevo documento del opositor Partido Laborista de Gran Bretaña hizo un llamado a una moratoria al uso de organofosfatos en un nuevo sistema de licencias que no depende de los datos sobre toxicidad y advertencias de daños a la salud sobre productos fabricados con las sustancias y vendidos al público.

El documento, producido por el portavoz de la oposición sobre asuntos de protección ambiental, Michael Meacher, critica al gobierno británico por "no brindar consejo adecuado y preciso sobre los riesgos potenciales de la exposición a organofosfatos".

Meacher afirma que el gobierno tampoco dio directrices adecuadas sobre vestimenta protectora y educación al personal médico sobre los efectos del envenanamiento con organofosfatos, ni encargó un estudio apropiado de casos conocidos de enfermedades tras el uso de las sustancias.

El documento señala que la Unión Nacional de Agricultores y la Asociación Médica Británica han presionado en vano para lograr nuevas investigaciones.

La relación entre el envenenamiento con organofosfatos y los daños al sistema nervioso fue reconocida hace largo tiempo. Los síntomas incluyen dolores de cabeza, mareos, náuseas, visión borrosa, incontinencia urinaria, dolores abdominales, depresión, insomnio, y fallas de la memoria.

Originalmente se creyó que el efecto tóxico de las sustancias se debía a su acción sobre una enzima llamada acetil colinesterasa y en el sistema nervioso.

No obstante, Meacher cita investigaciones recientes según las cuales daños crónicos al sistema nervioso pueden resultar del efecto de los organofosfatos en otras enzimas.

Goran Jamal, del Departamento de Neurología de la Universidad de Glasgow, quien confirmó daños en los nervios periféricos en varias personas expuestas a dosis bajas de organofosfatos, dijo a parlamentarios británicos que tenía "un gran problema" para aceptar las pruebas comunes de las sustancias sobre gallinas.

Timothy Marrs, del Departamento de Salud de Gran Bretaña y experto en organofosfatos, también cuestionó la eficacia de la prueba en gallinas.

La oficina de Meacher propone incorporar el documento al programa legislativo si su partido, que va primero en las encuestas, gana las próximas elecciones, y destaca que si Gran Bretaña introduce estas restricciones, otros países se verán obligados a hacer lo mismo.

Los organofostatos son ahora utilizados en todo el mundo. En general han sustituido a los organocloruros, descartados en los últimos 30 años en el mundo industrializado, tras detectar sus restos en varios ecosistemas.

Los organofosfatos fueron considerados menos "persistentes" en el medio ambiente, y más seguros.

No obstante, cada vez son más las evidencias de que las sustancias pueden causar daños a los sistemas nervioso e inmunológico tras un período prolongado de dosis bajas o una exposición a altas dosis.

También pueden causar serios desórdenes psicológicos, incluyendo depresiones que conducen al suicidio. Un reciente estudio en España reveló altos índices de suicidio en áreas en que los organofosfatos son utilizados intensivamente.

Los organofosfatos también causaron preocupación en Egipto, donde el cultivo de algodón los utiliza ampliamente.

Investigadores han informado sobre efectos neurológicos, incluyendo pérdida de los sentidos y un alto nivel de desórdenes psiquiátricos, y mayor número de problemas de salud.

Trabajadores de la industria de las flores en Colombia también expuestos a los organofosfatos informaron sobre altos niveles de abortos espontáneos, enfermedades respiratorias y problemas neurológicos.

Si las restricciones británicas entran en vigor, los fabricantes de organofosfatos posiblemente busquen volcar el exceso de la sustancia en los países en desarrollo, donde las leyes son menos estrictas, como ocurrió con los organocloruros, muchos de los cuales aún son usados en el Sur.

En Colombia, por ejemplo, de los 10 pesticidas utilizados en la industria de las flores, dos son calsificados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como extremadamente peligrosos, dos como peligrosos y cinco como moderadamente riesgosos. Estos incluyen varios organocloruros.

El endosuilfan, un organocloruro restringido en el mundo industrializado, es ampliamente utilizado en plantaciones de café en Colombia, aunque fue formalmente prohibido en 1995.

Actualmente, los países en desarrollo enfrentan severos problemas para desechar cantidades obsoletas de pesticidas peligrosos.

La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) estima que en Africa hay unas 20.000 toneladas, y en los países en desarrollo el total se sitúa por encima de las 100.000 toneladas. (FIN/IPS/tra-en/jmp/rj/lp/en-he/96

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