Para ellas la jornada laboral dura entre 10 y 16 horas y casi no tienen tiempo para su vida personal. Pero no les importa.
Son las mujeres de éxito de los 90, ejecutivas, profesionales independientes, empresarias que a fuerza de empeño y competencia se han abierto un espacio en un mundo varonil, superándolo muchas veces en ingresos y ascensos, en un fenómeno que se multiplica tanto al norte como al sur del continente americano.
Algunas desarrollan sus propias estrategias, como la estadounidense Mary Rudie Barnaby, considerada entre las 50 ejecutivas más poderosas de Estados Unidos, que basó su victoria en "encontrar un trabajo que nadie más quisiera y hacerlo un éxito de alta visibilidad".
Actualmente administra más de 250 millones de dólares de un fondo de pensiones, pero antes tuvo que evitar los empleos sin futuro, resolver las crisis del cuidado de los niños (uno suyo y cinco de su esposo) y librar una "batalla de sexos" en su centro de trabajo.
Otras llegan casi sin proponérselo, como Carmela Sarria, quien se inició "para matar el aburrimiento", en el mercado de valores en una época (1963) y a una edad (18 años) nada propicia para una mujer.
Ha sido gerente de la más antigua sociedad de Bolsa peruana, a la que convirtió en Sociedad Corredora de Valores, tuvo a su cargo la reorganización de otra agencia bursátil, y desde 1944 dirige una de las empresas bursátiles más reputadas por los inversionistas internacionles.
Sarria combina una ocupación en la que "no es común ver a una mujer" como ella misma dice, con una vida familiar y social plena: es esposa del director de la academia Diplomática, abuela de una niña de tres años y miembro de la Asociación de Emergencia Ayacucho, para niños huérfanos de la guerra civil.
Afirma que aunque su esposo disfruta con lo que ella hace "creo que preferiría que estuviera en casa preparándole pastelitos para la hora de la merienda".
En cambio, Maria Elena Juárez tuvo que abrirse su propio camino y sacrificar su vida personal, pese a haber tenido apoyo familiar.
Ella se especializa en colocar ejecutivos en la industria de la computación y se define a sí misma por negación: "no soy la clásica mexicana sumisa", dice.
En su carrera debió enfrentar la discriminación y la disolución de su matrimonio, porque sus ambiciones profesionales eran una fuente permanente de tensión. No tiene hijos.
Con 49 años y socia de Amrop Internacional, Juárez ha colocado mujeres en puestos gerenciales con sueldos anuales de 100.000 dólares, a pesar de que las empresas mexicanas se resisten aún a contratar ejecutivas.
Esa misma tendencia se observa en otros países latinoamericanos.
La participación femenina en la fuerza laboral creció de 26 a 29 por ciento entre 1980 y 1990, pero el porcentaje de mujeres que desempeñan cargos adminmistrativos y gerenciales creció menos de 10 por ciento, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Pero el panorama tiende a mejorar por el lado de las transnacionales, que consideran el comportamiento laboral masculino, basado en el modelo militar -del jefe que da órdenes y subalternos que obedecen sin pensar- ha pasado a la historia.
Muchas trasnacionales estadounidenses se fijan porcentajes a ser cubiertos exclusivamente por mujeres en los cargos más altos e invierten mas en la capacitación de sus ejecutivas, refieren prestigiosas publicaciones como el Business Week.
Algunos países de América Latina se contagian paulatinamente del cambio. En la Escuela de Administración de Empresas de la Fundación Getulio Vargas de Sao Paulo, por ejemplo, el porcentaje de mujeres capacitándose como ejecutivas creció de 6,9 en 1985 a 31 por ciento en 1989.
Pero lo más extraordinario es que más de la mitad de esas estudiantes estaban siendo financiadas directamente por sus empresas.
Frances Hesselbein, nominada "la mejor gerente de América", explica este cambio porque las empresas modernas prefieren organizacionmes "planas y circulares" y las mujeres están en mejor posición para transformarlas.
La estadounidense Hesselbein ha sido comparada con Bill Gates, Ted Turner y Walt Disney y preside actualmente la fundación Peter Drucker.
"Las mujeres poseemos una rara habilidad organizativa", afirma Blanca Rosales, la única periodista mujer que ha dirigido un diario de circulación nacional en Perú.
Ello conlleva a una nueva forma de tomar decisiones: "la mujer se coloca en el centro, no en la cúspide, busca el consenso, no impone", asegura.
Rosales dirigió El Mundo, un diario que destacó por su profesionalismo y buen gusto en un mercado tan variopinto como el de la prensa peruana. Lamentablemente dejó de aparecer por una quiebra fraudulenta de sus propietarios.
"El liderazgo femenino es posible y lo hombres lo aceptan siempre y cuando surja de bases profundas y no se dé con imposición", agrega Blanca, quien actualmente edita el diario "La República", el segundo en importancia en el país.
Susana Lora es otra triunfadora, y en un medio típicamente masculino. Su empresa, constituida hace dos años, vende repuestos para inyección Diesel y ha tenido un ascenso meteórico: sus ventas han crecido 155 por ciento en el ultimo año.
Experta en comercio exterior, trabajó en una multinacional y ayudó a crear otra empresas, familiarizándose con una terminología poco común y con proveedores, clientes y movimiento bancario.
Fueron 10 años de aprendizaje hasta que me pregunté por qué trabajar para otro y formé mi empresa junto con un ingeniero mecánico", relata.
Lora, de 35 años, pertenece a una nueva generación de mujeres que no temen asumir osados riesgos. "Al principio muchos clientes pensaban que yo era la secretaria y cuando les decía que era la gerente me decían: pero si es mujer".
Para ella palabras como feminista le son totalmente ajenas, "siendo dueña de una empresa típicamente masculina tengo que ir más allá de los discursos, no pretendo ser más que un hombre sino una profesional competente"', afirma.
Las mujeres exitosas son una elite, sobre todo en América Latina, pero van abriendo el camino, coinciden analistas de la OIT. Sus historias parecen dar la razón a Tom Peters, coautor del libro En Busca de la Excelencia.
Peters afirma: "las mujeres tienen su propia forma de liderar y en esa identidad hay enormes ventajas. Señores, si quieren mantener sus empleos presten atencion a lo que ellas hacen" (FIN/IPS/zp/eg/pr/96