Los policías palestinos y los soldados israelíes, que habían trabajado codo con codo hasta la semana pasada, perdieron la confianza mutua lograda con tanto esfuerzo. Los episodios de violencia los convirtieron, otra vez, en enemigos.
Los israelíes manifiestan temor a reanudar los patrullajes conjuntos en territorio autónomo, aún atónitos porque los palestinos volvieran sus armas contra ellos. Los palestinos, por su parte, se dicen dispuestos a trabajar nuevamente con sus contrapartes para reafirmar el proceso de paz.
Cuatro soldados israelíes bajaron de un salto de una camioneta del ejército a la entrada de esta ciudad gobernada por la Autoridad Nacional Palestina (ANP).
Uno miró a través de sus binoculares y se subió a un atalaya de madera, mientras los otros se instalaron entre las barricadas de cemento.
A medida que tomaban sus posiciones, explicaban a la periodista el amargo desaliento que tomó el lugar de la esperanza de paz desde la semana pasada, cuando se enfrentaron en duras batallas con la policía palestina durante cinco días.
"¿Cómo podríamos trabajar de nuevo con la policía palestina? Abrieron fuego contra nosotros. Habíamos depuesto nuestras armas, comimos con ellos y después nos dispararon", se lamentó uno de los soldados.
Fuentes israelíes caracterizaron la pérdida de confianza mutua entre soldados israelíes y policías palestinos como la más perjudicial de las consecuencias de la violencia que estalló en la región el 25 de septiembre.
Detonados por la decisión del gobierno de Israel de abrir una entrada al controvertido túnel de los Asmoneos, reliquia arqueológica cercana a los sitios sagrados musulmanes en Jerusalén, los enfrentamientos constituyeron la primera ocasión en que la policía palestina atacó a soldados de Israel.
Los tiroteos dejaron como saldo la muerte de 15 soldados israelíes y 57 policías y civiles palestinos. La otra baja fue la cordial atmósfera de cooperación entre las dos partes.
A pesar de que se registraron algunos contactos entre funcionarios de ambos bandos durante los choques que, efectivamente, llegaron a un fin, los patrullajes conjuntos en los característicos jeep anaranjados, considerados un paradigma de los acuerdos de paz, se interrumpieron.
"Debemos esperar para ver qué sucede. Existe desconfianza de las dos partes, especialmente de la israelí", dijo el coordinador de actividades en territorio palestino del ejército de Israel, Shlomo Dror, quien no pudo pronosticar cuándo se reanudarían los patrullajes.
La confianza de los israelíes se quebró cuando las armas que se permitió portar a la policía palestina de acuerdo con el pacto de paz de Oslo se volvieron contra ellos.
Los soldados afirman que, ahora, vacilan antes de entrar en territorio palestino, aunque sea en patrullas conjuntas como las que funcionaron 24 horas al día en las siete ciudades de Cisjordania y en Gaza antes de la violencia que estalló la semana pasada.
"Esto es peligroso ahora. No sabemos si podemos confiar en los palestinos para trabajar junto con ellos", dijo un soldado israelí que reside en Haifa.
La media milla de camino que conecta el puesto de vigilancia israelí con el palestino, ubicado dentro del área controlada por la ANP, está cubierta de vidrios rotos, botellas y piedras. Los edificios nuevos a lo largo de la calle están marcados con fuego de ametralladora.
En el puesto fronterizo de control palestino, policías en uniforme de faena están apostados junto a un jeep militar con sus rifles al hombro. Conscientes de que la ciudad está rodeada por tanques israelíes, su posición casi indefendible los obliga a adoptar una actitud más conciliadora.
"Estamos dispuestos a hacer las paces con ellos y a trabajar juntos", manifestó un soldado palestino a cargo de las patrullas conjuntas. "No deseamos problemas; sólo queremos que cumplan con los acuerdos de paz", agregó.
La tensión ha ido en aumento desde que el derechista Partido Likud del primer ministro Benyamin Netanyahu asumió el poder, a fines de mayo.
Este miércoles, los palestinos esperaban con ansiedad los resultados de la cumbre en Washington entre Netanyahu y el presidente de la ANP, Yasser Arafat, mientras los informes procedentes de la capital de Estados Unidos preparaban a ambas partes para la decepción.
Los palestinos pretenden que se fije una fecha para el retiro de las tropas israelíes de Hebrón -la última de las ocho ciudades de Cisjordania asignada al autogobierno palestino-, la liberación de mujeres prisioneras y la flexibilización del cierre de fronteras que impide a los palestinos de Gaza y Cisjordania entrar a Israel, incluyendo Jerusalén oriental.
Pero en general los analistas no esperan más que una simple declaración de los líderes anunciando su voluntad de recomenzar las negociaciones de paz, para cuando regresen a sus respectivos países.
Al final de la primera ronda de conversaciones, Israel mantenía una posición inflexible sobre el retiro de Hebrón, que según los acuerdos negociados en Oslo ya debería haberse concretado. Netanyahu insiste en un calendario de tres meses para renegociar el retiro.
Israel pretende modificar lo acordado sobre Hebrón en representación de los 450 colonos judíos que habitan el centro de la ciudad, en medio de una comunidad de más de 100.000 palestinos. Los palestinos, por otra parte, sostienen que Israel debe retirarse, tal como fue acordado.
El ministro israelí Natan Sharanski informó que su gobierno rechazó una propuesta de Estados Unidos de fijar una fecha específica para el retiro de tropas, porque ello "pondría en riesgo las negociaciones", y agregó que el túnel permanecerá abierto.
"Hay temas muy importantes que dividen a las partes" y que fueron discutidos por ambos líderes con el presidente Bill Clinton durante el almuerzo en la Casa Blanca, informó Nicholas Burns, portavoz del Departamento de Estado.
Mientras, el embajador saudí Bandar Bin Sultan afirmó, tras su encuentro con Arafat este miércoles, que "Netanyahu no está cumpliendo con su palabra, con los acuerdos ni con el compromiso del gobierno anterior". (FIN/IPS/tra-en/dho/rj/mj-ml/ip/96
