Repitiendo promesas de bienestar económico que no se cumplen, el gobierno de México y los gremios de empresarios, sindicatos y campesinos se aprestan a suscribir por noveno año un pacto de concertación.
Para políticos de oposición y analistas se trata de una representación teatral que, como ha sucedido en años pasados, no tendrá impacto en la difícil situación que vive la mayoría de la población.
En el nuevo acuerdo, que se concretaría antes de diciembre, los firmantes, la mayoría de los cuales está vinculada al partido oficialista, prometerán, como en ocasiones anteriores, seguir una línea económica, mantener precios de productos de primera necesidad y mejorar la condición general de los trabajadores.
En los últimos nueve años, la canasta de productos básicos se encareció 663,3 por ciento, mientras los salarios aumentaron sólo 375 por ciento, apunta un análisis del Congreso del Trabajo difundido este lunes.
Es el momento de redefinir los acuerdos tomando como base la recuperación salarial, dijo Enrique Aguilar, vicepresidente del Congreso del Trabajo, organismo que reúne a sindicatos afiliados al gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI).
La Alianza para la Recuperación Económica parece una obra de teatro donde todos repiten un libreto de ficción, cuando la realidad es otra, declaró a IPS Gilberto Rincón, uno de los portavoces del opositor Partido de la Revolución Democrática.
Tras el último acuerdo entre el gobierno y los gremios, suscrito en 1995, el salario mínimo se incrementó 9,12 por ciento frente a una inflación que en diciembre llegó a 51,7 por ciento.
Los pactos son una engaño y todos lo saben, pero hay que mantener la institucionalidad y las formas que garanticen la continuidad del modelo económico, declaró a IPS Alejandro Alvarez, investigador de la facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam).
El gobierno y los empresarios, a quienes se acusa de imponer los acuerdos a los gremios usando argumentos como la lealtad al PRI, partido en el poder desde 1929, rechazan las críticas y afirman que los pactos han dado certidumbre económica al país.
Entre diciembre de 1987, cuando se firmó el primer acuerdo de concertación, y septiembre de este año, el salario de los trabajadores mexicanos siguió una curva descendente sin registrar un solo año de repunte.
El gobierno, que se comprometió a mantener bajos los costos de tarifas públicas y de los productos de primera necesidad, autorizó elevaciones debido a problemas económicos, presión de empresarios o por la liberación de precios.
"Esos acuerdos son una farsa, para los trabajadores está todo peor. Los sindicatos del PRI no representan a la mayoría", señaló un empleado del sector público.
En el último informe del Congresol de Trabajo, donde se reconoce el escaso impacto de los acuerdos, se indica que el poder adquisitivo de los salarios se redujo alrededor de 50 por ciento en los últimos nueve años.
Los trabajadores sobreviven ahora con la mitad del poder de compra que tuvieron al inicio de las políticas de concertación, señaló el organismo sindical.
Según Héctor Larios, presidente del Consejo Coordinador Empresarial, la Alianza para la Recuperación Económica "es un excelente" foro de discusión intersectorial, donde se concerta el rumbo del país.
Un año antes de la firma del primer acuerdo entre el gobierno y los representantes del empresariado, sindicalismo y campesinado, 10 por ciento de los mexicanos con mayores ingresos poseía 34 por ciento de la riqueza nacional.
Ese sector concentra actualmente 41 por ciento de los ingresos del país, afirma un estudio del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática.
En contraste, 20 por ciento de los hogares más pobres, que hace una década contaba con 4,8 por ciento de los ingresos disponibles, ahora apenas percibe 3,2 por ciento.
Los pactos son parte del teatro que garantiza al PRI y a sus beneficiados mantenerse en el poder, opinó el investigador de la Unam. (FIN/IPS/dc/dg/ip-pr/96)
