El despliegue de tropas israelíes en las afueras de los poblados palestinos y algunos incidentes aislados caracterizaron hoy la tensión que, se prevé, persistirá en la región hasta el domingo, cuando se producirá una nueva instancia de negociación.
Cisjordania y Gaza permanecieron en relativa calma este jueves a pesar de las desalentadoras noticias procedentes de Washington, donde el miércoles concluyó sin resultados positivos la cumbre de líderes de Medio Oriente.
"Tensa espera" fue el título principal de portada del diario más prestigioso de Israel, Yedioth Aharonoth. La frase ilustra la atmósfera cargada que, dicen, continuará hasta el domingo, cuando el primer ministro Benjamín Netanyahu se reunirá nuevamente con el presidente de Palestina, Yasser Arafat.
Muchos palestinos expresaron su desesperanza y enojo ante la ausencia de avances que supuso la reunión entre Netanyahu, Arafat, el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, y el rey Hussein de Jordania.
En conversaciones callejeras, afirmaron que no saben cuánto tardará en aflorar la profunda frustración y el resentimiento que están acumulando.
"La cumbre fracasó y no obtuvimos nada. Netanyahu nunca se hará cargo de nada. Jamás entenderá que la paz requiere que los israelíes se retiren de territorio palestino", dijo Ahmed, un vendedor de caramelos en Jerusalén oriental.
Las conversaciones del próximo domingo podrían derivar en el pronto retiro de las tropas de Israel de la ciudad de Hebrón, que lleva seis meses de retraso según los términos del acuerdo de paz firmado en Oslo en 1993.
Pero el hecho de que el asunto deba ser discutida representa un fracaso político para la Autoridad Nacional Palestina que encabeza Arafat, que pretendía que la operación se efectuara según lo pactado con el anterior gobierno de Israel.
El líder de la comunidad árabe en Israel, Ahmed Tibi, dijo que las negociaciones del domingo serán "la última oportunidad de paz", pues si Israel no dispone el regreso de sus soldados estacionados en la ciudad se arriesgará a que se genere más violencia.
"Los palestinos no tienen confianza en las intenciones del gobierno de Israel", dijo Tibi, quien se desempeña como asesor de Arafat.
Netanyahu se negó a disponer el retiro de Hebrón si no se efectúan antes cambios al acuerdo firmado entre los palestinos y los gobiernos que, antes de su triunfo, condujeron los centroizquierdistas Yitzhak Rabin y Shimon Peres.
Para ello, argumentó que debían protegerse los derechos de los 450 colonos israelíes que residen en el centro de la ciudad, donde viven 100.000 palestinos.
En Washington, el primer ministro se mantuvo firme en su negativa a establecer un plazo para el retiro total de los israelíes de Hebrón, pues, alegó, ello derivaría en la intransigencia de los palestinos a aceptar cambios a los acuerdos.
Israel apostó tanques, soldados y francotiradores fuera de los poblados autónomos palestinos, pues pretende evitar por ese medio que se generen nuevos episodios de violencia como los registrados la semana pasada y percibe que la frustración de su contraparte llegó a un límite.
"Si alguien se atreve, sufrirá el fuego de Israel", sentenció el ministro de Defensa Yitzhak Mordejai.
Los incidentes aislados ocurridos este jueves no alcanzaron la intensidad del enfrentamiento que detonó la semana pasada, cuando soldados israelíes y policías palestinos abrieron fuego unos contra otros. En esta ocasión, algunos jóvenes se limitaron a arrojar piedras.
Pero los palestinos consideran que los movimientos de tropas israelíes en Cisjordania persiguen fines intimidatorios. El Consejo Legislativo Palestino declaró que ese despliegue constituye una "provocación", mientras otros dirigentes pronosticaron más violencia si las conversaciones no progresan.
"A menos que la opinión pública internacional y árabe y los grupos en favor de la paz dentro de Israel tomen medidas, no se registrará tranquilidad en el área", dijo el alcalde de Hebrón, Mustafá Natshe.
La línea dura con la que Netanyahu maneja el problema de Hebrón refleja la posición de los socios de su coalición de gobierno más recostados sobre la derecha y no la de la mayoría de la ciudadanía de su país, según distintas encuestas.
Un estudio de opinión pública reveló que 80 por ciento de los entrevistados pretendían ver "progresos" en las negociaciones. Otro estimó que 58 por ciento de los israelíes daban una baja calificación a Netanyahy por su desempeño en la gestión de paz.
En el gabinete revistan connotadas figuras de línea dura, como Ariel Sharon, responsable de la invasión israelí a Beirut en 1982, y Benny Begin, hijo del fallecido primer ministro derechista Menajem Begin.
Ambos manifestaron en repetidas oportunidades su oposición al acuerdo de paz de Oslo. Sharon, ministro de Infraestructura y a cargo de asuntos de vivienda, se comprometió a facilitar el traslado de 500.000 colonos judíos en Cisjordania.
Begin, por su parte, cuestionó severamente la continuidad de las conversaciones con Arafat, a quien considera "enemigo", y reclamó a Netanyahu que "recuerde quiénes son sus amigos".
Netanyahu derrotó a Peres, el arquitecto de los acuerdos de Oslo, en las elecciones de mayo, por una diferencia de 0,5 por ciento de los votos.
Considerados un referéndum sobre los acuerdos de paz, la estrecha victoria reveló que la sociedad israelí está dividida en mitades iguales, una en favor de ellos y otra en contra.
El resultado electoral alimenta las dudas sobre la fidelidad con la que Netanyahu refleja a su nación, pues, poco antes de los comicios de mayo, la mayoría de la ciudadanía se manifestaba en favor de los acuerdos. (FIN/IPS/tra-en/dho/rj/mj/ip/96