Setenta gobiernos considerarán desde este jueves en Ottawa cómo acabar con las minas antipersonales, que matan o mutilan cada año a 30.000 personas, de las cuales 60 por ciento son niños.
En la reunión, que durará tres días, se discutirán distintos mecanismos para evitar que agencias internacionales dejen de despejar de la superficie del planeta estas armas, tan baratas como eficaces, tarea para la que fueron encomendadas en una conferencia de Naciones Unidas en mayo.
Unos 110 millones de minas terrestres están instaladas a la espera de sus víctimas, mientras otros 100 millones se encuentran almacenadas, sostuvo el grupo no gubernamental Handicap International.
La organización estimó que entre 600.000 y un millón de personas fueron víctimas de estas armas en los últimos 20 años.
Philippe Chabasse, codirector de Handicap International, sostuvo que las negociaciones entabladas dentro del sistema de Naciones Unidas fracasaron, pero, acotó, todavía hay posibilidades de que surjan soluciones en Ottawa.
La conferencia de Naciones Unidas celebrada en mayo para considerar revisiones a los tratado sobre control de armas de guerra no logró el consenso suficiente para incluir una enmienda que prohibiera, lisa y llanamente, la fabricación, el comercio y el uso de minas antipersonales.
Los 50 países que intervinieron en la reunión respaldaron nuevas cláusulas que apenas fortalecen los controles sobre el uso y la venta de esas armas.
El tratado será revisado nuevamente en el 2000, y para entonces las minas habrán matado a otros 50.000 civiles y mutilado a 80.000, se lamentó el secretario general de Naciones Unidas, Boutros Boutros-Ghali, cuando clausuró la conferencia.
El funcionario acusó a las delegaciones por permitir que se siembren entre diez y 25 millones de minas más antes de que el convenio tenga posibilidades de ser enmendado, pues no alcanzaron un acuerdo sobre la prohibición de minas.
Boutros-Ghali ha reclamado la prohibición total de la producción, almacenamiento, uso o venta de minas terrestres. Treinta y cuatro naciones adelantaron su respaldo a la iniciativa y más de una docena renunciaron unilateralmente a su uso.
Pero el principal problema continúa siendo el despeje y desactivación de las minas ya instaladas.
Existen más de 300 clases distintas de minas, algunas que se arrojan desde aviones o camiones y otras que se colocan cuidadosamente a mano en el terreno. Las más baratas cuestan tres dólares cada una, pero el costo para localizarlas, desactivarlas y removerlas asciende a mil dólares.
Existen unos 110 millones de minas instaladas en más de 60 países, entre ellos 48 destruidos por la guerra o en proceso de la reconstrucción tras un conflicto bélico, como Afganistán, Angola, Bosnia-Herzegovina, Camboya, Croacia, Irak, Mozambique y Ruanda.
Estudios efectuados por Naciones Unidas estiman que, si se usan los medios actualmente disponibles para esa tarea, el despeje y desactivación de las minas desperdigadas por el mundo insumirá 11 siglos.
Para colmo, entre dos y tres millones de nuevas minas se siembran cada año, mientras en el mismo período solo se destruyen 100.000.
La conferencia en Ottawa considerará todos los aspectos del problema, desde la prohibición total de las minas, el despeje de las ya instaladas y la rehabilitación de las víctimas, dijo el canciller de Canadá, Lloyd Axworthy.
Se prevé la participación de 70 gobiernos, así como de organizaciones no gubernamentales, agencias internacionales y representantes del sistema de Naciones Unidas.
La intención de la reunión es "destacar la crisis de las minas antipersonales y entablar acciones internacionales, regionales y nacionales hacia la prohibición total" de estas armas.
Unos 50 países aceptaron unilateralmente la prohibición reclamada por Naciones Unidas, pero para cierto tipo de minas. Estados Unidos, entre otros, exceptúan a las denominadas "minas inteligentes", que se desactivan o destruyen por sí solas luego de un período de tiempo determinado.
"Estas 'minas inteligentes' son promocionadas por naciones occidentales que poseen los medios para fabricarlas o comprarlas. El argumento para ello es que tienen menos impacto sobre la población civil que las viejas minas, denominadas 'tontas"', dijo Chabasse.
Pero la eficacia de las "minas inteligentes" es, con frecuencia, de menos de 50 por ciento, según Handicap International.
David Bryer, director de la no gubernamental británica Oxfam, dijo que el uso continuo de "minas inteligentes" también supone peligros para la población civil.
"Estos artefactos matan en forma tan indiscriminada como las 'minas tontas' y tienen, simplemente, una vida 'útil' más corta. El cambio de orientación hacia las 'minas inteligentes' solo legitima el uso de minas antipersonales", sostuvo Bryer.
El texto acordado en mayo permite a los estados eludir las disposiciones, pues sus cláusulas solo son aplicables a "conflictos internos". El propio país es el que decide si una guerra es de esa naturaleza.
El convenio también excluye minas que no son consideradas antipersonales pero tienen el mismo efecto, como los artefactos antitanque.
Los grandes productores de minas, como China, India, Pakistán y Japón, afirman que estos artefactos son los más prácticos, más efectivos y menos costosos para defender las fronteras.
Estados Unidos, por su parte, tiene en la frontera entre las dos Coreas un argumento para postergar cualquier prohibición hasta después del 2010.
"Ese argumento de 'la única amenaza' no es válido. Dictaduras militares y señores de la guerra también pueden afirmar que su situación particular también requiere el uso de minas antipersonales", dijo Bryer.
"Las consideraciones militares y económicas prevalecen sobre las humanitarias", se lamentó Chabasse. (FIN/IPS/tra- en/ao/mom/rj/ip/96