Los arrecifes de Corales del Caribe se asfixian, acosados por turistas curiosos y contaminados por las aguas servidas de la actividad humana y el desecho de productos tóxicos en el mar.
En todo el Caribe, la acción humana sobre la tierra y el mar destruye los arrecifes, los cuales, irónicamente, son el sustento del que depende una parte considerable de las economías de la región.
El turismo, la principal fuente de divisas, que genera para la región unos 9.800 millones de dólares anualmente, ofrece la imagen de las islas como un paraíso tropical con paisajes naturales espectaculares.
Varias especies de peces que viven cerca de los corales en la pequeña isla de Barbados, al este del Caribe, murieron recientemente después que nitratos y fertilizantes utilizados en el cultivo de la tierra aumentaron el contenido de nutrientes de las aguas costeras, desatando la acelerada reproducción de bacterias.
Según ambientalistas en Jamaica, los agricultores rutinariamente vuelcan un exceso de pesticidas a los ríos, tras rociarlos en sus cosechas de café, mientras otros utilizan productos químicos para la pesca. En otras áreas, los pescadores usan dinamita para asegurar una caza abundante y segura.
Los ambientalistas sostienen que los corales sufren ante el pesado tráfico de turistas. Los turistas, ansiosos de llevar a casa un pequeño pedazo del paraíso que visitan, toman trozos de los arrecifes como recuerdos.
La empresa de comunicaciones de Jamaica (TOJ) empeoró la situación, según grupos caribeños defensores del medio ambiente. El problema comenzó en Jamaica cuando la gigante de las comunicaciones inició un proyecto de mejora de las conexiones entre esta isla del norte del Caribe Jamaica y las islas Caimán.
Los mayores daños fueron causados a los arrecifes en el balneario noroeste de Montego Bay, cuando los cables del proyecto se tendieron en populares sitios de buceo.
Aunque la TOJ insiste en que los daños a los arrecifes son mínimos, la Asociación de Conservación de Recursos Naturales (NRCA), agencia ambiental del gobierno, insiste en que los perjuicios fueron extensos.
Un informe del Parque Marino Científico de Montego Bay, elaborado por Malden Miller, indica que aunque los daños en las aguas profundas fueron pocos, en aguas superficiales dejaron huellas significativas.
Corales de hasta 45 centímetros fueron quebrados y destrozados por los cables, algunos de las cuales se colocaron sobre corales vivos y otras especies marinas como esponjas, sostiene el informe.
Dada la fragilidad de los corales y el hecho de que pueden morir únicamente a causa de ser tocados, el Parque Marino fue creado para proteger este ecosistema de actividades como buceo indiscriminado, pesca no controlada y conductas irresponsables de empresas.
"Nuestros corales están en peligro", dijo Jeremy Woodley, director del Centro para Ciencias Marinas de la Universidad de las Indias Occidentales en Jamaica.
"Estamos preocupados no sólo por su valor, sino porque son indicadores de los recursos costeros en general, de los problemas en los cursos de agua, las llanuras costeras y los humedales", alertó el experto.
Dos encuestas realizadas en los últimos 20 años revelaron un deterioro considerable en algunos arrecifes a lo largo del océano Pacífico y las costas caribeñas de Colombia y Costa Rica, de Curacao, el estado norteamericano de Florida, Panamá y Puerto Rico.
La pesca junto a los arrecifes en Cuba, Guadalupe, Martinica, Grenada y Dominica ha disminuido considerablemente. En Jamaica, la cobertura de corales se redujo de un promedio de 53 por ciento en 1977 a alrededor de cinco por ciento en 1993.
Para salvar los corales, los gobiernos de Jamaica y Estados Unidos se embarcaron hace dos años en la Iniciativa Internacional Arrecifes de Coral (ICRI), y lograron el apoyo de Francia, Japón, Filipinas, Suecia, Gran Bretaña y Australia.
El objetivo de la ICRI es establecer un marco que incluya grandes accionistas como gobiernos, representantes de donantes, la comunidad empresarial, organizaciones de base y políticos. (FIN/IPS/tra-en/ms/cb/lp/en/96