CANADA: Conmoción política por crimen militar en Somalía

El asesinato de un joven somalí, episodio que provocó las renuncias del ministro de Defensa y el jefe del Estado Mayor de Canadá, sembró dudas sobre la capacidad del ejército de ese país en misiones de mantenimiento de la paz.

Convertir el ejército canadiense en una fuerza dedicada a esas misiones será imposible, a menos que se modifique de forma sustancial una cultura militar contradictoria con ese tipo de misiones, según observadores.

El ex ministro David Collenette y el general Jean Boyle se vieron sometidos a fuertes cuestionamientos debido al asesinato de un adolescente en Somalía por parte de soldados canadienses que participaron en la misión de paz en ese país en marzo de 1993.

Este caso fue el detonante de la renuncia de Boyle, registrada este mes. Collenette, en tanto, dimitió debido a un escándalo que no tuvo relación con su gestión al frente del Ministerio de Defensa, si bien soportó también intenso fuego graneado debido al crimen en Somalía.

El nuevo ministro de Defensa, Doug Young, se compometió a limpiar la imagen de los militares canadienses y reorganizar el ejército para que cumpla mejor sus tareas en fuerzas de paz.

"Soy un pacificador, no un guerrero. Es absolutamente esencial que construyamos para los militares canadienses una reputación de pacificadores", dijo Young a The Globe and Mail, el principal periódico de Canadá.

Estas declaraciones pusieron al flamante ministro en la misma trinchera que el canciller Lloyd Axworthy, partidario de retirar los recursos militares de la reserva de combate y colocarlos en misiones de mantenimiento de la paz.

Este cambio de blanco reconocería que el ejército de Canadá tiene una nueva misión tras el fin de la guerra fría. Pero los funcionarios del Departamento de Defensa rechazaron esa idea con vehemencia.

El principal argumento es que la prioridad en las misiones de paz convierte a los militares canadienses en meros "policías", lo cual dejaría al país vulnerable en tiempos de crisis renovadas.

Otros creen que los militares, en realidad, temen que el cambio de posiciones significará un nuevo recorte al presupuesto de defensa.

Pocos días después de que Young efectuó sus polémicas declaraciones, el ministro pareció contradecirse al sugerir que los militares deberían mantener toda la capacidad de combate que desarrollaron durante la guerra fría.

"Debemos ser capaces de intervenir en cualquier parte del mundo donde se nos requiera, y debemos tener capacidad de combate en el mejor nivel posible", dijo en declaraciones a la televisión local.

Algunos observadores no se manifestaron sorprendidos por el aparente cambio de rumbo del secretario de estado.

"No espero mucho de él. Probablemente no tenga un mandato del primer ministro para reformular la política de defensa", dijo Bill Robinson, analista del Proyecto Ploughshares, que ejerció presión contra el aumento de los gastos militares durante la guerra fría.

Robinson y otros atribuyen los actuales problemas del ejército de Canadá (como la obtención de 10.000 millones de dólares para participar en misiones de paz o la limpieza de su imagen tras el escándalo en Somalía) a la mentalidad que predominó entre los militares en el largo período de conflicto bipolar.

La acción de algunos integrantes del hoy disuelto Regimiento Aerotransportado en Somalía, que torturaron y asesinaron a un joven de 16 años y podrían ser autores de otros crímenes, fueron una prueba dramática de que los soldados de vieja escuela pueden no ser los más adecuados para las complejas misiones de paz.

"A un soldado se le enseña a pelear y se le enseña que hay un enemigo. Pero en una misión de paz, eso no es verdad. No necesariamente se debe combatir, y la mayor parte del tiempo uno no sabe quién es el enemigo", dijo a IPS Geoffrey Pearson, vicepresidente de la Asociación de Naciones Unidas en Canadá.

El papel de los soldados es especialmente tenebroso en lugares como Ruanda, Somalía o Haití, donde el problema se origina en un conflicto civil más que en disputas territoriales, según Pearson, ex embajador de Canadá en la Unión Soviética.

"En nuestras anteriores misiones, generalmente había dos bandos y nosotros estábamos en el medio. Las operaciones de los últimos dos o tres años involucran conflictos internos", agregó.

"Ahora hay todo tipo de bandos, facciones, clanes y tribus, y no estamos más en el medio. De hecho, muchas veces no sabemos dónde está el medio", sostuvo Pearson.

Canadá tomó medidas para preparar a sus soldados destinados a fuerzas de mantenimiento de la paz cuando inauguró un cuartel de entrenamiento en la costa oriental de su territorio.

Pearson manifestó que los soldados en misiones de paz requieren educación en materias como trabajo cooperativo con civiles de organizaciones no gubernamentales y agencias humanitarias.

Otros perciben que el problema no radica únicamente en el entrenamiento, sino en la cultura institucional de las fuerzas armadas.

Robinson recordó que en los pasados 18 meses, los canadienses vieron por la televisión cómo varios funcionarios militares admitían el encubrimiento del asesinato en Somalía y se negaban a reconocer la existencia de una célula neonazi dedicada a torturar y matar civiles.

El general Boyle admitió en agosto que había impedido que un periodista accediera a documentos sobre Somalía y acusó a algunos de sus subordinados de carecer de "fibra moral". (FIN/IPS/tra- en/sd/pz/mj/ip/96

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