El embargo económico impuesto a Burundi por los países de Africa central y oriental mantiene paralizado al puerto de Bujumbura, sobre el lago Tanganika, antes en continuo movimiento por las importaciones de cemento y azúcar de Zambia, y de otros productos que llegaban a ese país por vía lacustre.
A partir del 31 de julio, cuando los gobiernos de la región reaccionaron contra el golpe que el 25 de ese mes llevó de nuevo al poder en Burundi al ex mayor del ejército Pierre Buyoya, Bujumbura cesó sus operaciones, sumándose al aislamiento del pequeño país, que carece de costa marítima.
Las oficinas aduaneras y de la autoridad portuaria en Bujumbura están desiertas, de acuerdo con los informes de la Agencia de Noticias de Burundi (ABP). "Sólo unos pocos empleados vienen todavía al trabajo, pero no tienen nada que hacer", escribió el reportero de la agencia que visitó las instalaciones.
De los 300 trabajadores portuarios, 264 han sido licenciados, e igualmente desolada se encuentra la terminal de camiones ubicada junto al puerto.
Bujumbura es el punto de conexión de Burundi con los puertos de Kigoma en Tanzania y Mpulungu en Zambia, todos ellos sobre el lago Tanganika.
Los ingresos netos por derechos aduaneros cobrados en Burundi antes del embargo equivalían a 93.000 dólares por mes, pero a partir de agosto han caído a cero.
También están afectadas las compañías transportadoras dedicadas al comercio lacustre en la región. Una de ellas, ARNOLAC, empleaba 300 trabajadores antes del bloqueo, pero ahora sólo permanecen tres empleados en las oficinas centrales.
Según declaró el gerente de ARNOLAC, Jerome Ndamama, la compañía ha perdido ya el equivalente de 430.000 dólares como resultado del embargo.
"Normalmente realizamos transportes por el lago Tanganika, pero ahora los países vecinos como Tanzania y Zambia nos han cerrado el acceso a sus puertos", explicó Ndamama.
Cuando fue decretado el embargo, el último día de julio, los barcos de ARNOLAC estaban atracados en Kigoma y Mpulungu, algunos de ellos cargados con mercancías y otros en espera de un flete.
Aún permanecen en Kigoma los barcos retenidos, en espera de autorización del gobierno de Tanzania para zarpar. En el cargamento se incluyen 3.000 toneladas de fertilizantes y un embarque de granos enviado como ayuda humanitaria por el Programa Mundial de Alimentos.
A finales de septiembre, el gobierno de Burundi informó que el embargo ya había costado al país el equivalente de 127 millones de dólares.
El portavoz del gobierno, Jean Luc Ndizeye, declaró que "las actividades están clausuradas en Bujumbura" y que "13.000 trabajadores han perdido sus empleos".
También los hospitales, según Ndizeye, se encuentran con escasez de medicamentos, lo que se refleja en un empeoramiento del nivel de salud de la población.
El embargo originalmente impuesto por los gobiernos vecinos contra Burundi no admitía excepciones, pero más tarde fue hecho más flexible para permitir el ingreso de ayuda humanitaria.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) logró trasladar este jueves 500 kilogramos de vacunas a Bujumbura, y se espera que otros embarques puedan llegar en las próximas semanas, según funcionarios del Fondo.
Ndizeye recordó que las sanciones ya deberían ser levantadas, ya que Buyoya ha satisfecho muchas de las condiciones puestas por los líderes regionales.
Buyoya ha restablecido a la Asamblea Nacional, rehabilitado a los partidos políticos y ofrecido negociar con los rebeldes hutu que combaten a su gobierno.
Sin embargo, se ha negado a permitir por ahora el regreso al régimen constitucional, sosteniendo que el país aún debe ser reconstruido y que un nuevo proceso electoral podría empeorar la crisis comenzada con el asesinato del primer presidente electo, en octubre de 1993, cuando fracasó un intento de golpe de Estado. (FIN/IPS/tra-en/jbk/kb/arl/ip/96