BRASIL: El hongo que derrotó al gran productor mundial de cacao

Una guerra bacteriológica no declarada e involuntaria puede decidir la competencia en el mercado agrícola mundial. Así sucedió en Brasil, donde un hongo selló la decadencia del cacao, del que este país era a principios de los años 80 primer productor mundial.

El crinipellis perniciosa, que provoca la plaga conocida como "escoba de bruja", se manifestó en el sur de Bahía, provincia donde se cosecha 90 por ciento de la producción local, hace sólo cinco años.

En ese breve lapso infectó 70 por ciento del área productora, elevó costos y derrumbó la productividad, a tal punto que Brasil prácticamente perdió condiciones de exportar, se limita a abastecer el mercado interno y pasó incluso a importar en algunas ocasiones.

Su producción, que fué de 328.000 toneladas en 1992, bajó a unas 270.000 en 1994 y este año no alcanzaría las 180.000. El país perdió el mercado internacional en beneficio de Costa de Marfil, el mayor productor desde hace más de diez años, Indonesia, Malasia y Ghana.

El mismo desastre vivió en la primera mitad de este siglo Ecuador, que hace 60 años encabezaba la producción mundial, con cerca de 200.000 toneladas anuales.

La "escoba de bruja" redujo ese volumen a 15 por ciento y sólo recientemente el país comenzó a vencer la temible plaga, de origen amazónico como el árbol de cuyo fruto se hace el chocolate.

La experiencia de Ecuador en el desarrollo de variedades resistentes a la enfermedad puede servir ahora para la recuperación del cultivo en Brasil.

Una Comisión Ejecutiva gubernamental empezó a importar ese material genético, y está trayendo genes resistentes también de Trinidad y Tobago para intentar el control de la plaga.

Con el injerto, un árbol puede volver a producir en dos años, es la "vía más rápida de diseminar resistencia" y salvar la producción, según el investigador Luiz Martins Pinto.

En el área del cacao en Bahía viven tres millones de personas. La región, antes símbolo de prosperidad y "coroneles" (hacendados) ricos, conocida incluso por novelas de Jorge Amado también difundidas por el cine y la televisión, refleja ahora la derrota y la decadencia.

El despilfarro de fortunas obtenidas en el período de precios elevados, sin preocuparse en mejorar el cultivo y la administración aún tradicional y familiar, también contribuyó a la ruina.

La riqueza se derrochó en consumo de lujo, como automóviles caros, paseos y mansiones en Europa, y no se convirtió en industrias, a diferencia de lo que pasó con el café en Sao Paulo, reconoció Geraldo Cunha, un heredero de grandes productores locales, graduado en economía en el exterior.

En 1979, en el auge de la producción brasileña, la tonelada del cacao llegó a costar 4.000 dólares en el mercado internacional.

Eso estimuló la producción en otros países, especialmente en Costa de Marfil, que dobló su cosecha entre 1985 y 1994, pasando a primer productor con 880.000 toneladas.

Indonesia y Malasia incrementaron también su cultivo, pese a la caída de precios en los últimos ocho años. Las cotizaciones sólo empezaron a recuperarse en los últimos meses, ante expectativas de pérdidas por problemas climáticos en Africa, pero la tonelada apenas supera los 1.400 dólares.

El ejemplo de la "escoba de bruja" alimenta mayores temores de los fruticultores brasileños ante la posibilidad de importación de nuevas plagas.

Brasil triplicó sus importaciones de frutas desde 1993 y se estima que gastará 400 millones de dólares en esas compras, pese a ser el mayor productor mundial de frutas, con cerca de 32 millones de toneladas anuales. Sus exportaciones poco superan los cien millones de dólares.

Una causa de ese desquilibrio es que los grandes mercados consumidores del Norte son rigurosos en el control sanitario y Brasil no, según Manoel Dantas Barreto, presidente de una empresa de frutas en el noreste de Brasil y dirigente de gremios rurales.

El gran aumento de importaciones sin inspección fitosanitaria podría introducir en Brasil plagas que pueden destruir la producción de mangos y otras frutas, advirtió el empresario, que teme especialmente la mosca de frutas mexicana y del Caribe y enfermedades existentes en la uva chilena.

Las barreras sanitarias son una defensa necesaria contra el peligro bacteriológico que acompaña las importaciones agrícolas, principalmente de frutas, pero es difícil distinguir cuándo se trata sólo de un pretexto para evitar la competencia. (FIN/IPS/mo/jc/dv/96

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