BOLIVIA: Ríos contaminados por desechos tóxicos de 40 minas

La ruptura de un dique de residuos de una mina propiedad del presidente de Bolivia Gonzalo Sánchez de Lozada reveló los altos niveles de contaminacón de los valles subandinos de este país, que reciben diariamente miles de toneladas de desechos de 40 ingenios mineros.

Se trata de minas de plata, oro, zinc, antimonio y varios otros metales que operan sin control ambiental en los departamentos de Potosí y La Paz, en las cercanías de cabeceras de varios riachuelos que desembocan en el río Pilcomayo.

El caso del dique de la mina de Porco, de la Compañía Minera del Sur (Comsur), de propiedad de Sánchez de Lozada, podría ser apenas la punta del "iceberg" del drama ambiental boliviano.

Paradójicamente, la mina de Porco es una de los dos, junto a la también privada Inti Raymi, que cuenta con una infraestructura adecuada para el tratamiento de los residuos mineralógicos, y la ruptura del dique de colas a principios de septiembre se produjo accidentalmente.

La fuerte presión del agua y las tormentas de esta temporada provocaron la ruptura del dique y el derrame de 235.000 metros cúbicos de desechos tóxicos, admitió el presidente de Comsur, Jaime Urjel, quien anunció que la empresa reparará los daños causados.

Esos residuos, considerados peligrosos para la salud por la presencia de arsénico y otros compuestos tóxicos, se extendieron hasta 80 kilómetros río abajo y provocaron un impacto ambiental de consecuencias aún difíciles de prever, pese a que la empresa recogió una parte de los sólidos para evitar daños.

Pero el mayor problema ambiental es provocado por la operación caótica y descontrolada de 39 ingenios mineros del occidente de Bolivia.

Esos ingenios echan cada día unas 1.000 toneladas métricas de residuos minerales a microcuencas que desembocan en el río Pilcomayo, cuyas aguas recorren los territorios de Bolivia, Paraguay y Argentina, sirviendo de límite internacional entre estos dos últimos países.

Esa cifra fue calculada por el Programa "Manejo Integrado del Medio Ambiente en la Pequeña Minería" de la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación y organizaciones no gubernamentales ecologistas.

Estudios de impacto ambiental de la minería en el área de Potosí señalan que las poblaciones indígenas andinas de esa zona se han acostumbrado a vivir con la contaminación y no consumen el agua de los ríos, sino que recurren a otras fuentes para su abastecimiento.

La no gubernamental Asociación Sucrente Ecologista asegura que por efecto de la contaminación de esas 1.000 toneladas de residuos el río Pilcomayo se ha convertido en un "depósito de desechos tóxicos".

El Pilcomayo es el principal río de la Cuenca del Plata, tiene 620 kilómetros de longitud en el territorio de Bolivia antes de ingresar a Paraguay y Argentina, y lleva un volumen de 6.000 millones de metros cúbicos de agua por año a las llanuras del Chaco boliviano, en el sur del país.

En la cuenta del Pilcomayo, sólo en territorio boliviano, viven más de 8.000 indígenas matacos y chiriguanos, que se alimentan principalmente del sábalo, un pescado en vías de extinción por el arsénico y otros residuos tóxicos que las minas arrojan en aguas de ríos tributarios.

Desde antes del desastre de la mina de Porco, los matacos y chiriguanos del sur del país se lamentan de que la carne de los pocos sábalos que pueden pescar sabe como antes ni las aguas del Pilcomayo tienen el cristalino color de antaño, ya que ahora están teñidas de amarillo.

Además, las aguas del Pilcomayo riegan una cantidad incalculable de tierras productivas donde se cultiva hortalizas, papa, cebada, maíz y diversos granos.

"La situación es calamitosa, no sólo del Pilcomayo, sino de todos los ríos que nacen en Potosí, cuyas aguas contaminan los cursos inferiores de los ríos que daban vida a extensos territorios del sur de Bolivia", dijo el senador Gastón Encinas, que integró una comisión investigadora del parlamento.

El problema ha despertado interés de los gobiernos de Argentina y Paraguay, que esta semana enviaron a Bolivia sendas comisiones técnicas que inspeccionarán el impacto de la contaminación del río Pilcomayo.

Según el gobierno, el derrame de residuos de la mina de Porco no llegó al Pilcomayo, aunque sí lo hizo a ríos que desembocan en éste.

El ministro de Desarrollo Sostenible, Moisés Jarmusz, lanzó una severa advertencia a las minas pequeñas que echan tóxicos al Pilcomayo y aseguró que "los que contaminan irán a la cárcel".

Instituciones ecologistas recomiendan construir un gigante dique en la región de San Antonio, ubicada a 15 kilómetros al sur de la ciudad de Potosí, para contener y tratar allí los residuos mineralógicos de los varios ingenios que, de otra manera, llegarían a los ríos.

Esa solución parcial permitiría disminuir, a un costo aproximado de 2,3 millones de dólares, al menos en 40 por ciento la contaminación del Pilcomayo, aseguran.

El dique sería de utilidad común para el conjunto de minas pequeñas de Potosí y sólo evitaría nuevas emisiones de residuos mineralógicos.

La cuenca del Pilcomayo ya está contaminada y tendrán que pasar varias décadas para que sus aguas vuelvan a la "normalidad".

En tanto, las empresas mineras tienen un plazo de cinco años, fijado por la Ley General del Medio Ambiente de Bolivia, para adecuar sus operaciones a las normas ambientales de este país. (FIN/IPS/jcr/dg/en/96

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