La prostitución se ha triplicado en Venezuela al compás de la crisis económica de los últimos tres años, según cifras del Ministerio de Salud y de organizaciones no gubernamentales (ONG) que muestran una cara más del deterioro social en este país petrolero.
Venezuela, de 22 millones de habitantes, "tiene unas 500.000 trabajadoras sexuales" dijo a IPS Nurys Pernía, directora de Ambar, una ONG que defiende los derechos de las prostitutas.
"Es una cifra que crece desde el 'viernes negro' de 1983, invirtiéndose la relación entre trabajadoras sexuales criollas y extranjeras", pues ahora predominan venezolanas, y excluidos los menores, con los que no trabaja Ambar, señaló Pernía.
Según otra ONG, el Centro Comunitario de Aprendizaje, 40.000 niñas, niños y adolescentes menores de 18 años están inmersos en prácticas de prostitución en Venezuela.
En los últimos tres años, "la crisis económica con una inflación disparada, y la descomposición social ha incrementado el número de personas que busca dinero como trabajadoras sexuales", sostuvo Pernía.
La economía no petrolera de Venezuela retrocede sin cesar desde 1993, mientras la población crece a una tasa interanual de 2,5 por ciento y la inflación, la más alta de América Latina, ha sido de 71 por ciento en 1994, de 57 por ciento en 1995 y de 77 por ciento en lo que va de este año.
Ese decrecimiento de los últimos años agrava un declive económico y social agudizado desde el viernes negro (18 de febrero de 1983), cuando se inició el proceso de devaluación de la moneda venezolana, tras 20 años como la más fuerte en la región.
Un estudio del Ministerio de Salud, iniciado en 1995, registró en Venezuela 313.777 prostitutas, por contraste con las 117.000 registradas en 1993, según el diario caraqueño El Nacional, pero Pernía destaca que ese censo obvia la prostitución clandestina.
Una investigación de la periodista Mireya Tabúas, de El Nacional, estableció como problema que "actualmente hay una gran cantidad de 'nuevas' que desplazan a las que tenían años y éstas se lanzan a las calles a trabajar, con el riesgo de que escapan al control sanitario".
Médicos del Ministerio examinaron a 106.000 prostitutas en 1995 y encontraron que unas 10.000 presentaban casos de enfermedades de transmisión sexual, de los cuales 891 eran de sífilis y 17 de sida.
En Caracas, ciudad de tres millones de habitantes donde fueron censadas 35.995 prostitutas, el despacho de Salud efectuó una encuesta para establecer un perfil de la trabajadora sexual.
Se encontró que 62 de cada 100 son venezolanas -23 colombianas, 11 dominicanas y tres ecuatorianas- y la mitad son nuevas, con menos de cinco años en la prostitución.
En cuanto a instrucción, 45 por ciento cursó secundaria incompleta, 31 por ciento completó la enseñanza primaria de seis años, 11 por ciento completó secundaria, siete por ciento recibió instrucción superior y sólo uno por ciento es analfabeta, contra un promedio nacional de ocho por ciento.
El estudio avala la tesis de Pernía al sobreponer la variable edad a la de años de ejercicio como trabajadora sexual, pues muestra alto porcentaje de mujeres adultas en la prostitución: 26 por ciento tiene entre 36 y 41 años, 23 por ciento entre 30 y 35, y 19 por ciento entre 42 y 47 años.
En cuanto a la dedicación, 63 por ciento de las encuestadas vive solamente del ejercicio de la prostitución, mientras el resto realiza otro oficio, generalmente en la economía informal, como venta a domicilio de ropa y cosméticos.
Dependiendo de esa dedicación y de si se relaciona con sus clientes en bares, postíbulos, hoteles, calles o casas de masajes, 26 por ciento atiende entre seis y 11 clientes por semana, 20 por ciento entre 12 y 17 y, en los extremos, 17 por ciento a más de 30 y 13 por ciento a menos de cinco.
Sólo ocho por ciento no tiene hijos, mientras 62 por ciento tiene uno o dos, 29 por ciento de tres a cinco, y uno por ciento de cinco a siete. Carece de pareja fija 73 por ciento.
Aunque 88 por ciento mantiene a menos de cinco personas con sus ingresos, 12 por ciento tiene a su cargo entre seis y 12.
Las trabajadoras sexuales más pobres, como las que merodean posadas vecinas a la terminal de autobuses interurbanos en el centro de Caracas, cobran sólo seis dólares por una breve sesión con un cliente. Por la habitación pagan dos dólares.
En casas de masajes de zonas reidenciales, prostitutas con teléfono celular a la mano cobran más de 60 dólares por hora.
"Gano el triple que en la fábrica", confiesa una mujer de 24 años que participa en los talleres de autoestima de Ambar y mantiene a su madre, un hermano y dos hijos.
La idea del retiro está presente en 83 por ciento de las encuestadas. Para 58 por ciento, el objetivo es "montar un negocio", ocho por ciento busca un trabajo estable y otro tanto proseguir estudios o comprar vivienda.
Aunque 25 por ciento se inició en el trabajo sexual por iniciativa propia, 56 por ciento fue inducida por una amiga.
El secreto es clave en su ejercicio y las familias de tres de cada cuatro prostitutas no saben que su pariente ejerce esa actividad. (FIN/IPS/hm/ag/pr/96