MSG004G/01E (Artes y Espectáculos) VENEZUELA: Al mal tiempo buena pantalla

En Venezuela la crisis económica se dio la mano con la inseguridad, el auge del vídeo y la televisión para alejar espectadores de las salas de cine, pero en contrapartida la producción cinematográfica vive un momento estelar.

Dos años después que el Estado estableció el Centro Nacional Autónomo de Cinematografía como organismo guía del sector se han realizado 26 largometrajes y 22 cortos, con peso creciente de la inversión privada y las coproducciones.

Sergio Dahbar, presidente del Centro, relató que "con un presupuesto de dos millones de dólares anuales, en este momento hay once películas en filmación, una cota que no alcanza por ejemplo Argentina, con 50 millones de dólares".

Brasil "que tuvo su momento de auge, se ha frenado", y México, el otro referente regional, "también ha sufrido una grave crisis que se tradujo en descenso de lo que fue su industria cinematográf, en cambio, "vive una reactivación", después que "se decidió a no depender del dinero del Estado', dijo Dahbar, en tanto el Centro motorizaba coproducciones y favorecía el negocio de las locaciones a través de una Comisión Fílmica (Film Commission).

En cuanto a contenidos, "los jóvenes cineastas se liberan de la agonía que representó el peso ideológico", observó a IPS el crítico Rodolfo Izaguirre, "y en su obra liberan imágenes, temas y personajes, favoreciendo su internacionalización".

Izaguirre, por años director de la Cinemateca Nacional y comentarista de cine en la televisora estatal, sostuvo que "el cine venezolano en el pasado fue un discurso permanente, típico de las cinematografías del subdesarrollo".

Ese período abarcaría tanto las primeras décadas, de tanteo, como el "boom" cinematográfico que acompañó al petrolero (1970-1982), con películas marcadas por los temas de la violencia urbana y guerri, "ahora parece una generación liberada, con técnicas innovadoras y ligeras donde brillan las imágenes", y citó como ejemplos "Jericó" de Luis Lamata, "Oriana" y "Mecánicas Celestes" de Fina Torres, y el corto "Los ladrones llegaron ya", de Gustavo Báez.

"Jericó" es la historia rica en imágenes y parca en diálogos de la transformación de un cura, seducido por el Nuevo Mundo en tiempos de la Conquista, en tanto "Oriana" es la intimista sobreposición de recuerdos de una mujer sobrepusta a un medio rural igualmente agreste y opresivo.

"Mecánicas Celestes", comedia sobre una joven que huye de su boda en América para cantar ópera en París, ha sido junto a "Desnudo con naranjas" -historia de amor de un mestizo y una blanca el siglo pasado, de Lamata- una de las cartas de presentación de Venezuela en festivales desde 1995.

Para Abdel Guerere, vicepresidente del Centro Autónomo, "el cine venezolano ha alcanzado calidad y madurez, lo que a su vez crea un ambiente favorable a la inversión privada, que es la que dará los rasgos industriales a nuestra cinematografía".

Es en esa línea que muestran sus cuentas, pues frente a 1,03 millones de dólares en aportes del Estado para películas, en dos años de gestión, los fondos privados de origen nacional y exterior con idéntico destino alcanzaron 2,39 millones.

El aporte internacional (1,2 millones de dólares) fue facilitado por acuerdos con institutos similares al Centro venezolano en Canadá (y con el de Quebec), Colombia, Cuba, España, Francia y México.

Refugiado en la modestia, Dahbar evita atribuir a su gerencia buena parte de los éxitos, y apunta más bien a que la industria en Venezuela "ha llegado a superar viejas discusiones, como la de películas buenas y malas, la confrontación entre productores y exhibidores, o entre cine y televisión".

"El Centro busca que no haya compartimientos estancos. Somos todos parte del mismo negocio, y la mejor muestra es que cuando uno de los canales comerciales de TV quiere apuntalar su sintonía, apela a una película venezolana", aseveró.

Otro flanco explotado por el Centro es la organización de una Comisión Fílmica, que promueve locaciones, empresas y personal venezolano, así como los laboratorios, para que productores extranjeros lleguen a Venezuela a realizar películas, vídeos, comerciales y trabajos de post-producción.

"No le tememos a ser factoría", dice Dahbar. "Que vengan más y más para aprovechar nuestro paisaje, nuestra gente, nuestro personal, y a dejar no sólo recursos sino tecnología y enseñanzas".

Entre las aspiraciones inmediatas se cuenta apoyar una escuela de cine en la Universidad de Los Andes, suroeste del país, y que el parlamento amplíe de 1,9 a 6,6 millones de dólares el presupuesto del Centro para 1997.

El objetivo de consolidar el sector, es "más cine para más venezolanos", insiste Dahbar, tras admitir que la inseguridad nocturna en calles de Caracas y otras ciudades, amén de la crisis económica, ha retirado a los espectadores de las salas.

El récord de taquilla esta década para una película en Venezuela fue de 700.000 espectadores. Pero diez años atrás llegó a 1,2 millones, aunque "también aumenta la oferta para el fruidor audiovisual, con vídeo, televisión por cable y televisión abierta", concluyó. (FIN/IPS/hm/dg/cr/96) – – – –

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