Japón se encamina hacia elecciones anticipadas en octubre, pero se tratará solo de una reubicación de los jugadores políticos dentro y fuera de la coalición gobernante del primer ministro Ryutaro Hashimoto.
En una sesión extraordinaria del parlamento nipón, fijada para el 27 de septiembre, Hashimoto disolverá la legislatura, allanando automáticamente el camino a elecciones generales en un plazo máximo de 40 días.
Con el amargo debate sobre el futuro de las bases militares estadounidenses en Okinawa finalmente superado, Hashimoto parece confiado que su Partido Demócrata Liberal (LDP) tenga una mejor posibilidad si la consulta se realiza antes y no despues, dado que no habría necesidad de elecciones hasta julio de 1997.
El primer ministro se vió presionado por el ala conservadora del LDP para convocar elecciones. Sin embargo, los primeros que deben ser convencidos son sus socios de coalición como Timiichi Murayama, del Partido Socialdemócrata, y Schoici Ide, Nuevo Partido Sakigake.
El plan de Hashimoto es aumentar los actuales 206 escaños del LDP en la cámara baja de 501 bancas. Para ello se basa en sondeos indicadores que los japoneses desean mas que nada estabilidad, y la mitad de los encuestados desea el LDP al frente del gobierno.
El propio LDP está dividido entre los conservadores de la vieja guardia, que sienten desagrado por los actuales socios de la coalición, y jóvenes reformistas moderados que sí se muestran conformes con sus aliados en el gobierno.
El partido, además, está inquieto por un escándalo que salpicó a su secretario general, y la inminente necesidad de aumentar un impopular impuesto al consumidor. Además, desea evitar a toda costa eventuales ataques de la oposición sobre los dos temas.
La principal fuerza opositora Shinshin-to (o Partido de la Nueva Frontera) dijo que estaba de acuerdo con las elecciones anticipadas, y afirmó que eran indicio que el gobierno había entrado en una "vía muerta" en materia de decisiones políticas.
Otro motivo que empujó al LDP a las elecciones podría ser la escasa popularidad que ostenta el Shinshin-to en los sondeos, y las deserciones de alto nivel, como la renuncia del dirigente Hajime Funada, por disputas con el líder del partido, Ichiro Ozawa.
Las últimas elecciones en 1993 significaron el fin de casi cuatro décadas de hegemonía absoluta del LDP. Malparado y obligado a recurrir a una humillante coalición, el partido desea desesperadamente recobrar su antigua gloria con una mayoría.
Desde 1993, Japón ha caído en una serie de inestables gobiernos de coalición con cuatro primeros ministros en tres años. Los políticos que gobernaron esos cambios se basaron en el poder y no se concentraron sobre importantes cuestiones pendientes.
Sin embargo, algunos analistas políticos han comenzado a percibir los primeros signos de un sistema bipartidario basado en conservadores y reformistas liberales. El complejo espectro de agrupaciones políticas en Japón, sus grupos de presión y facciones han comenzado a aglutinarse en dos grandes plataformas ideológicas.
El LDP todavía está dominado por los conservadores, si bien una nueva camada de jóvenes turcos formada por reformistas moderados y neoconservadores ha comenzado a ganar terreno.
Los socios de coalición del LDP tambien son liberales convencidos, como el Nuevo Partido Sakigake, o los socialdemócratas comandados por Tomiichi Murayama. Los incondicionales del LDP no están contentos con ese matrimonio, pero por el momento no tienen más remedio que aceptar la convivencia.
En las filas opositoras, el Shinshin-to es un conglomerado de diversas ideologías que incluyen al Partido Renovador de Ozawa, el cual apoya una política exterior más enérgica y una liberalización del mercado doméstico.
Shinshin-to tambien cuenta con extraños compañeros de ruta como el neoliberal Partido Nuevo del ex primer ministro Morihiro Hosokawa, y el socialista Komei-to, favorable al estado asistencial.
Las elecciones de octubre no van a poner de acuerdo a esas ideologías y personalidades superpuestas. Sin embargo, es previsible una gradual en Japón durante el próximo quinquenio, con miras a una bipolaridad dominada por conservadores y liberales.
La naturaleza monolítica del LDP durante los años de la Guerra Fría fue el resultado directo de la presencia nipona en la alianza occidental antisoviética. Tras el colapso de la Unión Soviética, la política de contención del LDP se vió gradualmente minada y demandó seis años a los partidos gravitar hacia nuevos centros ideológicos.
Un aspecto curioso es el reciente auge del Partido Comunista Japonés (PCJ). Tras emerger de su limbo post-Guerra Fría, el PCJ cuenta ahora con 15 escaños en la cámara baja y 15 de las 242 bancas de la cámara alta.
Hace poco, ganó las primeras elecciones municipales en la ciudad de Komae, vecina a Tokio. El secretario general del partido, Kazuo Shii, afirmó que la consistencia política del PCJ contrasta agudamente con la blandura de otras agrupaciones, y espera aumentar el número de bancas en las próximas elecciones. (FIN/IPS/tra-en/mkz/kd/ego/ip).
= 09201312 DAP005