Los países de la región de América Latina y el Caribe no logran ponerse de acuerdo en un candidato para integrar la Corte Internacional de Justicia (CIJ), y en particular los caribeños presentan una lucha entre Jamaica y Guyana, que se suma a dos candidaturas latinoamericanas.
Guyana se muestra inflexible en su posición de que Mohamed Shahabuddeen, ex procurador general y ministro de Justicia, quien ya integra la CIJ, sea reelegido para un nuevo período de nueve años en la corte de La Haya.
Por el contrario, el gobierno de Jamaica ha dejado igualmente claro que su candidato es Pat Robertson, uno de los más respetados abogados de la isla, que ha trabajado muchos años en la oficina del fiscal general.
La renovación de esa plaza en la CIJ será decidida por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en noviembre, durante el actual 51 período anual de sesiones.
Brasil, por su lado, patrocina al ex ministro de Relaciones Exteriores Francisco Rezek, y Chile a Francisco Orrego-Vicuana, un profesor universitario, para disputar el mismo puesto.
Los observadores entienden que las posiciones respectivas de Jamaica y Guyana hacen muy improbable que ninguno de estos países pueda concitar el apoyo de los 14 miembros de la Comunidad del Caribe (Caricom), en una ocasión en que la unanimidad de la subregión podría beneficiar a todos.
Guyana apoya su pretensión en el argumento de que su disputa territorial secular con el vecino Venezuela es razón suficiente para merecer el apoyo unánime de la Caricom, en particular porque un juez venezolano se sienta actualmente en la Corte.
Los observadores, sin embargo, recuerdan que las normas que rigen a la CIJ determinan que cualquier juez cuyo país esté involucrado en un caso llevado a la Corte deberá inhibirse y ser sustituido en el juicio por un juez ad hoc. Eso garantiza que Guyana no estará en desventaja en ningún caso.
Los analistas entienden que el recuerdo de anteriores pujas por cuestiones similares podría ser un factor decisivo, lo mismo que la fuerza real que pueda tener cada una de las partes.
Por ejemplo, es poco probable que algunos países centroamericanos olviden el cambio de última hora de los países de la Caricom en la última elección del secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), en la que resultó triunfador el ex presidente colombiano César Gaviria.
El candidato de Costa Rica, Bernard Nehaius -ex ministro de Relaciones Exteriores- contaba con el apoyo casi unánime de los caribeños, pero a último momento la presión de Estados Unidos hizo que estos países dividieran su voto, favoreciendo a Gaviria.
Además, varios países de la Caricom se inclinaron este año por Trinidad y Tobago como país sede de la Asociación de Estados Caribeños (ACS), en perjuicio de Jamaica, que había jugado fuerte para alojar a la nueva Asociación.
La ACS fue creada para promover el comercio y la cooperación técnica entre los países bañados por el Mar Caribe. Este acuerdo es la respuesta de la subregión a la tendencia mundial de formar grandes bloques comerciales.
El grupo apunta a un mercado potencial de 202 millones de personas -5,5 millones pertenecientes a la Caricom- y un producto interior bruto de 508.000 millones de dólares. (FIN/IPS/tra-en/bw/cb/arl/ip/96