Georges Yombi y su hermana estaban regresando de una fiesta en plena madrugada cuando a una distancia de cinco metros de su casa en el vecindario de Melen, surgió de la oscuridad un individuo que les demandó dinero.
Antes que pudieran reaccionar, el asaltante extrajo un revolver y disparó. Yombi murió mientras lo transportaban al hospital.
Eso ocurrió el 16 de agosto. Cinco días despues, Vianney Ombe Ndzana, editor del semanario "Generation", fue atacado por hombres armados fuera del estadio Ahmadou Ahidjo, en Yaounde, cuando retornaba a su hogar.
Lo arrastraron fuera de su Renault 25, lo golpearon, le quitaron el dinero que llevaba y escaparon con su automóvil.
Tuvo más suerte que una mujer seguida por un individuo joven, luego que cobró una factura por 800 dólares en la Tesorería Central de Yaounde, en el centro de la capital. El ladrón la amenazó con un cuchillo, le aferró un brazo y escapó tras arrebatarle una cartera con el dinero.
No fue muy lejos. Un grupo de vecinos lo capturó y lo quemó vivo como represalia.
El mes pasado, no transcurrió un día sin que la prensa informara de actos de violencia criminal. En una calle la gente descubrió el cadaver de una mujer en medio de un charco de sangre. En otra, alguien destapó un cubo de residuos y encontró un cuerpo sin vida.
Despues de la calma que imperó en Yaounde antes y despues de la 32 cumbre de la Organización de la Unidad Africana (OUA), a comienzos de julio, los criminales retornaron con intenciones revanchistas. "Los bandidos levantaron el cese del fuego", tituló el semanario "Mutations".
Los delincuentes no actúan solo en las calles. Mucha gente fue despertada y arrastrada fuera de su dormitorio y luego resultó golpeada o asesinada por ladrones. Algunos exigen dinero, otros se llevan equipos electrónicos que tienen gran demanda.
Muchas personas van a dormir con machetes o pistolas bajo la almohada y se turnan con familiares para montar guardia. Algunas viviendas son verdaderos arsenales, con hachas, machetes, revolveres y flechas, aunque haya un perro en el jardín y un vigilante en la puerta.
"Porqué todas esas armas", inquirió IPS a un vecino del infortunado Yombi. "¡Qué pregunta!.. Hoy o mañana puede llegar mi turno y debo estar preparado", respondió.
Antes los ladrones armados merodeaban por los vecindarios ricos. Sin embargo, sus habitantes aprendieron que vale más gastar en seguridad que perder dinero o la vida a manos de ladrones.
Ahora los bandidos está tomando de blanco cada vez más al ciudadano común, especialmente mujeres.
Prosper, de 18 años, dijo que nunca olvidará la mañana del 27 de agosto cuando su madre, una vendedora, se marchó de la casa alrededor de las cinco de la mañana para ir al mercado de víveres de Yaounde-Mokolo, con el dinero oculto en un rincón de la camisa. Poco despues escuchó un disparo…
Prosper corrió hacia la calle con sus hermanos solo para encontrar a la madre muerta.
Diplomáticos extranjeros y miembros de organizaciones no gubernamentales (ONG) comprobaron por experiencia propia que Johannesburg y Lagos no son las únicas ciudades violentas al sur del Sahara.
La oficina en Yaounde de una ONG holandesa perdió un auto en el curso de cada una de las seis incursiones que hicieron los delincuentes en un lapso de dos semanas, a pesar de la presencia de dos vigilantes nocturnos.
Hace dos semanas, dos diplomáticos estadounidenses perdieron dinero, valijas y automóviles al ser asaltados por bandidos armados fuera del ayuntamiento local.
Tanto la opinión pública como la prensa se pregunta la causa del estallido de violencia criminal.
"Durante la cumbre de la OAU trajimos tropas de refuerzo de las provincias", explicó Kona Gouet, comisario de policía de Yaounde. "Ahora volvieron a sus acatonamientos y nosotros no disponemos aquí de suficiente personal. Es por esa razón que hay un agujero en la red de seguridad".
Gouet tambien responsabilizó a las autoridades municipales, judiciales y de las prisiones.
"No podemos entender porqué motivo la iluminación callejera, que funcionó durante la reunión de la OUA, de repente se apagó. Ahora nuestras calles están a oscuras y muchas veces los agentes no pueden actuar con eficacia", señaló.
"Además, no comprendemos porque las autoridades liberaron sin consultarnos a una gran cantidad de delincuentes peligrosos. Los habíamos encarcelado antes de la cumbre y manteníamos entre rejas en la prisión de máxima seguridad de Nkondengui", agregó.
"La mayor parte de esos criminales ha retornado a las calles, así que no nos sorprende el resurgimiento de la violencia criminal en la capital", dijo.
Sin embargo, la inseguridad no está limitada solo a Yaounde. La mayoría de los centros urbanos del país tambien están afectados, desde Douala, la capital comercial, como pequeñas poblaciones rurales como Ndu, en el oeste, que tiene apenas 10.000 habitantes.
Hubo informes que entre los miembros de las bandas armadas hay policías, gendarmes y soldados, por lo cual cuando son arrestados sus casos se ocultan.
Exasperada por la incapacidad de las autoridades para afrontar la ola de crímenes, la gente recurre ahora a la justicia popular. Los ladrones atrapados últimamente en la capital por grupos vecinales fueron rociados con gasolina y quemados vivos.
En Douala y la ciudad occidental de Bamenda, algunos ladrones resultaron apaleados a muerte.
Hubo un caso en que clavaron en la cabeza de un ladrón una aguja de 16 centímetros y lo dejaron morir.
Muchos ciudadanos de Camerún culpan de la ola de crímenes a la crisis económica, que ha generado desempleo masivo y hambre. Algunos tambien acusan al gobierno de "lavarse las manos".
"Camerún es como un hombre que ha caído en manos de un grupo de bandidos y cada uno lo desgarra", comentó el arzobispo de Yaounde, Jean Zoa. (FIN/IPS/tra-en/tm/kb/ego/pr).
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