BURUNDI: Campesinos del norte están atrapados entre dos fuegos

Los viajeros deben recorrer un solitario paisaje a lo largo de esta carretera alquitranada, que cruza el área norte de Burundi y conduce a la frontera con Ruanda.

Los campos se ven tan verdes como los cultivados por legiones de campesinos en el sur de Ruanda, pero aquí las extensas plantaciones de frijoles y café están desiertas y en todas partes impera una atmósfera de temor.

En Rukeco, a 20 kilómetros de Ngozi, miles de personas se congregaron en esa pequeña aldea situada en un cruce de caminos. Todos escaparon de su aldea natal de Gahombo, ocho kilómetros al sur, porque un ataque de rebeldes hutu dejó 14 muertos, incluído el administrador local.

A través de las áreas rurales de las provincias de Ngozi y Kayanza, en el norte del país, tanto hutus como tutsis han sido desplazados por recientes incursiones de rebeldes hutu y contrataques del ejército burundiano controlado por tutsis.

En Rukeco, los aldeanos de Gahombo informaron que unas 4.000 personas huyeron del ataque y se refugiaron allí. Edoardo Pelamatti, funcionario del Programa Mundial de Alimentación de la ONU en Ngozi, dijo que más de 30.000 personas fueron desplazadas en el área por los combates registrados en las últimas dos semanas.

Como señalaron muchos prófugos, la lucha no muestra signos de cesar en un futuro próximo.

El conflicto en Burundi comenzó despues que Melchior Ndadaye, el primer presidente de la nación elegido democráticamente y primer hutu que asumió la jefatura del Estado, fue asesinado por soldados tutsis en octubre de 1993. Desde que estalló el conflicto perecieron más de 200.000 personas de las dos etnías.

Lo que comenzó como un levantamiento de hutus furiosos por el asesinato de Ndadaye, se convirtió en una insurrección organizada por líderes que se encuentran fuera del país, sangrientamente reprimida por los militares graduados el año pasado.

Hubo un marcado aumento de la lucha desde el golpe del 25 de julio pasado que defenestró al presidente hutu Sylvestre Ntibantunganya y entronizó a Pierre Buyoya, un militar tutsi.

Una semana despues del golpe, las naciones vecinas impusieron sanciones ecónomicas al gobierno militar para obligarlo a devolver el poder a los civiles.

El embargo, que comenzó el 31 de julio, ha causado seria escasez de combustibles en Bujumbura, donde los autos hacen largas colas para lograr algunos litros de gasolina. En el puesto fronterizo cercano a Ngozi, solo se verifica tránsito ligero a lo largo de la carretera que une Burundi con Ruanda.

Durante las tres horas pasadas en la frontera, este corresponsal de IPS vió solo un camión cargado con barriles de 200 litros de combustible cruzar el linde hacia Burundi.

En Ngozi, la gasolina se vende a tres dólares el litro, mientras el precio del azúcar se duplicó.

Sin embargo, para los habitantes de algunas aldeas del norte de Burundi, la principal preocupación es la inseguridad.

Un sacerdote del pueblo de Kayanza dijo que la semana pasada 5.000 personas escaparon de Mubuga, un área situada a 20 kilómetros de distancia. "Mataron a una enfermera y robaron todo lo que había en el dispensario médico local", dijo.

Testigos del ataque a Gahombo dijeron que 60 individuos con armas de fuego así como muchos otros blandiendo bastones y machetes, asaltaron la aldea. Añadieron que el administrador local trató de escapar pero fue atrapado y muerto por campesinos hutus.

La ciudad de Ngozi, la tercera en importancia del país, no ha caído bajo los ataques rebeldes. Los soldados patrullan las calles mientras pelotones de nuevos reclutas del ejército realizan paradas diarias y desfilan por las calles entonando marchas patrióticas.

Sin embargo, operadores humanitarios dijeron que el fragor de la lucha es audible en la distancia y los habitantes de Ngozi, como el resto de la gente de la región, teme que los hutus ataquen y cometan atrocidades entre la población inerme. (FIN/IPS/tra- en/jf/kb/mk/ego/ip-pr).

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