ARGENTINA: Desorientación ante las recetas del FMI

Michel Camdessus, director gerente del FMI, logró desorientar a sus exégetas argentinos, quienes advierten contradicciones en un discurso oscilante entre la insistencia tradicional en las recetas de ajuste y la prevención sobre sus efectos socialmente negativos.

En diálogo con IPS, el economista Arnaldo Bocco, sostuvo que el discurso del FMI (Fondo Monetario Internacional) es "profundamente contradictorio".

Su colega Roberto Lavagna opinó que la contradicción es entre el hombre (Camdessus) con concepciones amplias, y la "tecnoestructura" a la que representa.

En un encuentro realizado el fin de semana último en Uruguay, Camdessus dijo que en la región deben mantenerse las políticas de ajuste macroeconómico, aunque enseguida advirtió sobre la necesidad de corregir las que se inclinaron "demasiado" a la derecha.

Según explicó, los procesos de reforma del Estado contribuyeron a solucionar problemas como la alta inflación y el desequilibrio fiscal, pero subsiste la pobreza, se agudiza la descomposición social y el crecimiento es "insuficiente".

"El péndulo se fue demasiado a la derecha", admitió.

La descripción de Camdessus sobre las desviaciones del modelo neoliberal coinciden con el escenario que vive actualmente Argentina, donde la hiperinflación fue derrotada y la reforma del Estado y las privatizaciones se realizaron en forma acelerada.

Pero a seis años de la puesta en marcha del proceso, y con los efectos de la crisis mexicana de fines de 1994 mediante, se advierte un crecimiento del desempleo y de la pobreza, mientras el producto interno bruto retrocedió 4,4 por ciento en 1995.

No obstante, apenas un día después su discurso en Montevideo, Camdessus se reunió en Buenos Aires con el presidente argentino Carlos Menem, y le recomendó profundizar el ajuste pese a las fuertes protestas sociales, y flexibilizar las normas de contratación laboral, contra la voluntad de los sindicatos.

Para Argentina, el director del FMI no planteó aflojar las riendas sino que aconsejó "rectitud macroeconómica y reforma del Estado", y destacó que el ministro de Economía Roque Fernández, doctorado en la Universidad de Chicago, Estados Unidos, "sabe mucho de eso".

Tras la visita de Camdessus, técnicos del FMI se reunieron con legisladores del oficialismo para convencerlos de las bondades del ajuste fiscal propuesto por Fernández, que apunta a reequilibrar las cuentas públicas mediante una serie de medidas que en la industria y el comercio se consideran recesivas.

En Argentina, la tasa de desempleo es de 17,1 por ciento. El presidente Menem propuso eliminar beneficios laborales como el de la indemnización por despido, una conquista gremial de más de medio siglo, cuya derogación no garantiza la creación de empleos, según la opinión de los propios empresarios.

Camdessus también respaldó el polémico anuncio de Menem, y la flexibilización de las normas de contrato laboral deberá figurar entre los compromisos que asuma el país ante el FMI para recibir nuevo financiamiento en los próximos tres años.

Nada dijo en cambio de la inquietud social argentina, contraria a la "alegría de vivir" necesaria en esta nueva fase del ajuste según su discurso en Montevideo.

Tampoco menciomó su consejo de "rebajar las disiciplinas" mediante la "revalorización del Estado", como también aconsejó en la cita convocada por el presidente de Uruguay Julio María Sanguinetti.

El malestar argentino no sólo se expresa en las diversas protestas que se realizaron este mes -desde un apagón eléctrico organizado por la oposición hasta un paro general de 36 horas de la Confederación General del Trabajo- sino en la baja popularidad de Menem y su ministro de Economía.

Hace dos semanas, la encuestadora Gallup sostuvo que apenas 18 por ciento de los consultados respalda la gestión del presidente, que había sido reelecto por 50 por ciento de los votantes en 1995.

Luego trascendió que sondeos cuyos resultados el gobierno no quiere difundir indican que la popularidad presidencial es de nueve por ciento y la de Fernández, que asumió a fines de julio, de tres, aunque la fuente -el matutino Página 12- no menciona el nombre de la encuestadora.

El economista Bocco, cercano al opositor Frente País Solidario, señaló que no es la primera vez que Camdessus incurre en una contradicción discursiva, y recordó que en su última visita a este país pronunció un discurso que pareció el de un opositor al gobierno de Menem.

"Habló de la necesidad de recuperar los procesos de empleo y del atraso en las economías regionales", remarcó Bocco y aseguró que en el FMI "hay una gran contradicción". El organismo, que avala aparentemente el rumbo económico argentino en las palabras, actúa en otro sentido y oculta su preocupación, dijo.

Según Bocco, el FMI cree que Argentina debería devaluar su moneda -equiparada al dólar desde hace un lustro-, que el nivel de corrupción en este país (y en Venezuela) es tan alto que conspira contra los logros del modelo, y que a largo plazo se deberá renegociar la deuda externa, que duplicó en los últimos 13 años.

Sin embargo, nada de esto surgió de la conferencia de prensa que brindó Camdessus tras reunirse con Menem y Fernández en forma imprevista en Buenos Aires. Al contrario, todos fueron gestos de elogio, respaldo y confianza al modelo, observó Bocco.

"Camdessus prefirió tener un discurso cuidadoso", añadió, y advirtió sobre el riesgo que implicaría que el FMI reconociera públicamente la gravedad de la situación argentina y la necesidad de realizar cambios en el rumbo.

Por su parte Roberto Lavagna, que tuvo vinculación con los dos partidos mayoritarios de Argentina (el gobernante Partido Justicialista y la opositora Unión Cívica Radical), consideró que la contradicción está entre Camdessus y el organismo al que representa.

"Hay que diferenciar. Camdessus es un francés muy culto y cuando habla expresa concepciones filosóficas muy comprensivas de los problemas, incluyendo no sólo los aspectos económicos sino también sociales", dijo en referencia a las palabras del funcionario en Montevideo.

"Pero cuando habla como responsable de una tecnoestructura o una burocracia internacional como es el FMI se atiene a las recetas tradicionales que no son las de él sino las de todo el organismo al que el representa", advirtió.

Lavagna coincidió con Bocco en que el FMI está cambiando. Por ejemplo el "anclaje cambiario ya no está tan seguro", dijo, pero insistió en que la filosofa del organismo "no cambió".

El equilibrio fiscal, la reforma del Estado, las privatizaciones y la apertura en el comercio siguen siendo la receta, precisó. (FIN/IPS/mv/dg/ip-if/96

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