SALUD: Los satélites espías son ahora detectives de enfermedades

Las moscas tse-tsé deberían mirar al cielo antes de inocular la enfermedad del sueño a su próxima víctima humana. Quizás las atrape una cámara sorpresa, pues los satélites empleados para espionaje durante la guerra fría ahora sondean el desarrollo de las epidemias.

La fotografía aérea es un recurso utilizado desde la década del 40 para estudiar el hábitat del mosquito y prevenir la difusión de la malaria. Las fotos tomadas desde satélites se emplean desde la década del 70 con el mismo objetivo.

Pero apenas en los últimos cuatro años existen registros de información recogida por sensores ubicados en satélites como ayuda a los científicos en la elaboración de programas más eficientes contra una amplia variedad de enfermedades.

Timothy Foresman, director del Laboratorio de Análisis Espacial de la Universidad de Maryland, Estados Unidos, dijo que la aplicación de sensores remotos es "una herramienta poderosa" en la lucha contra las epidemias.

La información recogida por satélites se emplea para generar mapas que reproducen los niveles de humedad, los tipos de vegetación y la condición de los suelos. Esos datos, a su vez, sirven para recrear la presencia y la actividad de los agentes que provocan las enfermedades.

"El mundo es demasiado grande y complejo para que pueda ser controlado sin sensores remotos que brinden a los científicos una visión de los lugares donde conviven los humanos y los vectores de enfermedades", dijo Foresman.

Byron Wood, investigador del Centro de Investigación Ames de la Administración Nacional para la Aeronáutica y el Espacio de Estados Unidos (NASA) en California, explicó que, sin sensores remotos, "la elaboración de mapas, aún de zonas reducidas, insumiría mucho tiempo y sería muy difícil, si no imposible".

Wood dijo que cuesta aproximadamente 4.400 dólares rastrear unos 185 kilómetros cuadrados, y que los costos aumentan si los investigadores deben internarse en las áreas en cuestión a pie o en vehículos terrestres.

Además, algunos sensores pueden "ver" a través de las nubes, lo cual es imposible mediante fotografías aéreas.

La información que se está recolectando ahora se refiere a la enfermedad del sueño o "tripanosomiasis gambiense", que transmite en Africa la mosca tse-tsé cuando succiona sangre a un ser humano.

Este flagelo mortal es una amenaza diaria para, al menos, 55 millones de habitantes del Africa subsahariana. Unas 300.000 mil personas en todo el mundo son afectados por el protozoario "tripanosoma gambiense" cada año.

Los sensores satelitales no giran en derredor del planeta en busca de moscas tse-tsé, pero identifican el nivel de humedad peculiar del suelo donde son depositadas las larvas del insecto, así como de la vegetación que debe cubrirlas.

Microbiólogos y epidemiólogos analizan esa información para afinar los programas de tomas de muestras y de control de pesticidas, de modo de reducir en gran medida los costos y el trabajo.

El gerente del programa de Predicción de Salud Humana de la NASA, Mel Averner, dijo que, después de 10 años de estudios de factibilidad, el Centro de Investigación Ames puede ahora entrenar a expertos sanitarios en tecnología de avanzada relativa a sensores remotos.

El proyecto colabora con gobiernos y grupos privados de Bangladesh, Brasil, China, Egipto y Nigeria en el control de enfermedades. El centro planea ahora transferir tecnología a otros países, especialmente del Tercer Mundo.

Ministros de 20 países de Africa, América Latina y Asia concurrieron en noviembre de 1995 a una conferencia de la NASA en Maryland, lo que demostró el interés que este proyecto despierta en los países en desarrollo.

Sin embargo, Foresman está convencido de que el millón de dólares que el gobierno de Estados Unidos invierte anualmente en el programa de Predicción de Salud Humana de la NASA no es suficiente.

"Debería producirse una epidemia en Estados Unidos para que la gente preste atención a estos problemas. Apenas un accidente aéreo basta para generar preocupación sobre las medidas de seguridad de los aviones", dijo.

Además de los millones de dólares que insume el control de las epidemias y el inconmensurable costo de éstas en vidas humanas, las enfermedades tienen un impacto significativo en el comercio, el turismo, el desarrollo y la agricultura.

Paul Epstein, epidemiologista de la Universidad de Harvard, dijo que las medidas de control del dengue, principal causa de muertes infantiles en el sudeste de Asia, costó a los países de América Central 7,5 millones de dólares.

La epidemia de cólera que se desató en Perú en 1991 y afectó a casi toda América Latina cobró 5.000 vidas en 18 meses. En su primer año, las pérdidas de los sectores pesquero y turístico ascendieron a 1.000 millones de dólares.

Los técnicos han conocido durante años las posibilidades de los sensores remotos en el control de las epidemias.

Rita Colwell, médica experta en cólera y presidenta del Instituto de Biotecnología de la Universidad de Maryland, se adelantó a su tiempo cuando dejó sentada la hipótesis a principios de la década del 80, pero la resistencia de sus colegas y las agencias de salud se interpuso en sus proyectos.

"El concepto era demasiado extraño para los microbiólogos tradicionales de esos tiempos", dijo Colwell, quien, como directora del laboratorio de Biotecnología Marina de Baltimore, estudia las fuentes ambientales de cólera en la bahía de Bengala.

Los satélites de la NASA detectan en los océanos bancos de plancton proclives a contener la bacteria del cólera y la temperatura adecuada para su reproducción. Con esos datos, los expertos encabezados por Colwell identifican con más facilidad las áreas que deberán analizarse. (FIN/IPS/tra-en/ma/yjc/mj/he/96

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