SALUD: Descubren cómo el sarampión ataca al sistema inmunológico

El descubrimiento de las causas de la depresión del sistema inmunológico posterior al sarampión permitirá producir vacunas que puedan inocularse a edades más tempranas, lo cual será de ayuda a los países más pobres.

Un equipo de la Escuela de Medicina Johns Hopkins, de Maryland, Estados Unidos, comprobó que el virus del sarampión ataca dos proteínas fundamentales en la actividad de los glóbulos blancos "macrófagos", lo cual hace a los convalecientes más proclives a posteriores infecciones.

Por esta razón, las vacunas actuales no pueden administrarse en niños menores de nueve meses, pues la inoculación provoca entonces debilidad inmunológica y muertes por infecciones sin relación aparente con el sarampión.

El bloqueo de estas proteínas, además, es una de las causas por las cuales más de un millón de niños de países en desarrollo mueren año a año tras haber contraído sarampión, ya que el paciente queda expuesto a otras enfermedades más letales.

El médico Jean-Marc Olive, responsable de prevención del sarampión de la Organización Mundial de la Salud (OMS) con sede en Ginebra, explicó que esta enfermedad frecuentemente deriva en complicaciones respiratorias, diarrea, otitis y hasta ceguera.

"Existe un efecto sinérgico con la falta de vitamina A. La OMS recomienda suplementos vitamínicos para prevenir la ceguera después del sarampión", dijo Olive.

"Los niños que contraen esta enfermedad pueden ir más allá de la línea de la malnutrición, especialmente si sufren diarrea después del sarampión", agregó.

Aunque se sabe hace mucho que el virus del sarampión puede debilitar el sistema inmunológico, el mecanismo ha sido un misterio. Los investigadores de la Escuela de Medicina Johns Hopkins creen haber hallado la respuesta.

El inmunólogo Christopher Karp sugirió que uno de los efectos del virus es detener la producción de una proteína llamada interleukin-12 (IL-12).

En circunstancias normales, la IL-123 (producida por otras células "basureras" conocidas como "macrófagas", que limpian el organismo de células muertas y microorganismos) estimula a los glóbulos blancos para que ataquen las bacterias o virus invasores.

Los glóbulos blancos son, frecuentemente, las primeras células que entran en contacto con una bacteria o un virus, y su tarea es ordenar a otras células del sistema inmunológico que pongan en práctica mecanismos de defensa apropiados.

La IL-12 es la proteína que opera como "mensajero", pues transmite esas señales.

Karp y su equipo descubrieron que un macrófago que captura un virus de sarampión produce 10.000 veces menos IL-12 que lo normal. Incluso los virus de sarampión muertos provocan una disminución en la producción de esta proteína vital.

Los investigadores descubrieron que la clave de este proceso era otra proteína ubicada en la superficie de las células macrófagas denominada CD46, a la cual se adhieren los virus de sarampión para infectar la célula.

Los científicos se dieron cuenta, además, que cualquier bloqueo de la CD46 tenía el mismo efecto.

Este descubrimiento alienta la esperanza de que en un futuro cercano se produzcan vacunas más efectivas contra el sarampión.

"La inmunización actual no puede suministrarse hasta los nueve meses de edad", explicó Olive. Se trata de la última vacuna de rutina en inocularse, razón por la cual los padres y los médicos tratantes frecuentemente la olvidan.

Esta inmunización no se administra a edad más temprana pues existe evidencia de que deteriora las funciones inmunológicas.

En cualquier caso, el suministro de la vacuna contra el sarampión en niños menores de seis meses de edad no resultan, por lo general, exitosas, pues la protección procedente de la leche materna impide que los virus inoculados tengan efecto y se produzcan, en consecuencia, los anticuerpos de la enfermedad.

Si se administran dosis más altas, se logran resultados en cuanto a la inmunización, pero se demostró que en ese caso se registra un incremento de muertes por otras enfermedades, especialmente entre las bebés.

Esto se atribuye a la depresión del sistema inmunológico después de entrar en contacto con el virus del sarampión, si bien no es claro por qué las niñas son más afectadas que los varones.

De todos modos, ahora se entiende mejor el mecanismo, lo cual permitiría alteraciones del virus de sarampión con la finalidad de producir una cepa que no bloquee el CD46 y pueda emplearse en una vacuna.

De este modo, se evitaría el efecto de debilitamiento del sistema inmunológico, lo cual convertiría la vacuna en segura para los bebés más pequeños.

En los últimos cuatro años, la inmunización mundial contra el sarampión se mantuvo en 78 por ciento de la población objetivo, desde 88 por ciento en el Pacífico occidental a 54 por ciento en Africa.

Sin embargo, se registran más de 26 millones de casos cada año, muchos de los cuales ocasionan serias complicaciones.

El programa de inmunización fue exitoso en las Américas, donde las sucesivas metas se han cumplido y la erradicación total se prevé para el 2000.

Nuevas vacunas con efectos secundarios reducidos serían de gran ayuda en los países más pobres, especialmente en zonas donde existen grandes riesgos de enfermedades infecciosas posteriores a la inoculación o al propio sarampión, como la malaria, de tratamiento más difícil. (FIN/IPS/tra-en/jmp/rj/mj/he sc/96

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