La toma de una pequeña ciudad de la selva central de Perú por guerrilleros de Sendero Luminoso y operativos en otras aldeas de la zona y de la sierra evidencian la reanudación de una guerra que el gobierno declaró finalizada hace dos años.
La guerra civil iniciada en 1980, que se cobró 29.000 víctimas, entre muertos y desaparecidos, tuvo su clímax en 1992, cuando Sendero Luminoso desestabilizó la autoridad del gobierno en dos tercios del territorio nacional y golpeaba en Lima.
Pero la situación comenzó a cambiar en septiembre de 1992, cuando las fuerzas de seguridad capturaron al jefe máximo de Sendero Luminoso, Abimael Guzmán.
Un año después, Guzmán pidió desde la cárcel el abandono de la lucha armada, y su actitud provocó una crisis muy grave en ese partido armado maoísta, que parece ahora superada.
Uno de los segundos de Guzmán, Oscar "Feliciano" Ramírez, rehusó aceptar la orden de rendición recibida de su jefe y, luego de dos años de debate interno y trabajo de recuperacion de antiguos militantes y captación de otros, la organización relanza su lucha insurgente.
Los disidentes "felicianistas" realizaron el año pasado operativos guerrilleras en la selva central, donde cuentan con el respaldo logístico de bandas de narcotraficantes. Dieron muerte a 42 soldados y policías, aunque su actividad no tuvo la importancia de hechos del pasado.
Sendero volvió a golpear este año a Lima, al atacar con coches bomba un cuartel de la policía antimotines y la residencia de un general que dirige un destacamento de la selva.
Hace una semana, los insurgentes realizaron una operación que revela un alto nivel de coordinacion y fuerza: la captura, durante cinco horas, de Aucayacu, ciudad de 15.000 habitantes situada en el corazón de la zona productora de coca.
El presidente Alberto Fujimori visitó el jueves Aucayacu y anunció a la población la reapertura de la base militar contrainsurgente que existió allí hasta 1995.
Mientras, varias unidades del ejercito se desplazan por la selva en persecución de los guerrilleros, que se dividieron en grupos de unos 30 hombres y mujeres para agilizar su retirada.
Con el restablecimiento de la base militar en Aucayacu, que será seguido de medidas similares en otros puntos, el gobierno reconoce implícitamente la importancia del rebrote guerrillero.
También admite en la práctica que la lucha contra Sendero Luminoso ya no se limitará a operaciones policiales de limpieza de grupos y células en retirada.
Sin embargo, Fujimori aseguró en la concentración pública realizada en Aucayacu que ni su presencia en el lugar ni el retorno del ejército a la ciudad son consecuencia del ataque insurgente.
Los guerrilleros senderistas ingresaron a Aucayacu por dos carreteras, en camiones, y a bordo de lanchas en el río Huallaga, y no tuvieron mucha dificultad para vencer la resistencia de la veintena de policias de la pequeña ciudad, a quienes mantuvieron a raya en el interior de su cuartel.
Según los testimonios recogidos en Aucayacu, los 200 guerrilleros maoistas que tomaron la localidad sólo mataron a una persona, un chofer que se rehusó entregar su camión, e hirieron a tres policías. Se trata de un comportamiento diferente al que caracterizaba a Sendero Luminoso antes de 1993.
La relación política de Sendero con la población se basaba en la intimidación: daba muerte a los alcaldes o dirigentes comunales que no se le sometían, y los reemplazaba por comités de tres miembros, a los que no se podía renunciar y que debían rendirle cuenta.
En Aucayacu, la columna senderista no llevó a "juicio popular" a las autoridades civiles. Tampoco dinamitó ni incendió edificios públicos, como era la práctica de la organización, aunque decomisó alimentos y prendas de algunos comercios.
La misma conducta mantuvieron los guerrilleros en operativos verificados previamente en aldeas de la selva y luego, en la comunidad de Charcapuquio, en la sierra sur central, y en dos campamentos de trabajadores en Huancavelica.
Los analistas Carlos Tapia y Raúl González creen que Sendero Luminoso se ha reagrupado después del descalabro sufrido por la caída en 1992 de la mayoría de sus jefes, y modificó sus pautas de comportamiento frente a la poblacion civil.
La organización rebelde "pone en práctica una táctica denominada 'propaganda armada", que no otorga prioridad a los enfrentamientos, excepto contra unidades aisladas del ejército, y "parece querer despertar confianza antes que temor en la poblacion civil", dijo Tapia, un ex parlamentario izquierdista.
Por su parte, González observó que Aucayacu fue tomada por guerrilleros maoístas que sobrevivieron internándose en la selva luego de separarse, y que probablemente obtuvieron la incorporación de nuevos contigentes.
Los asaltantes utilizaron un armamento heterogéneo: fusiles FAL y AK, cohetes antiblindados, escopetas de caza y revólveres. La mayoría llevaban calzado deportivo.
Mientras, los 20 insurgentes que efectuaron tres operativos en la carretera entre Palpa y Huancavelica estaban mejor vestidos, y parecían ser gente ajena a la zona.
Otro analista indpendiente, Edgar Martinelli, señaló que las unidades de elite del ejército desplazadas de Aucayacu y otras localidades de la selva central fuero destinadas a la frontera norte en enero de 1995, para participar en la guerra no declarada que Perú libró contra Ecuador.
"La guerra con Ecuador se realizó en la cabecera del río Cenepa, un escenario selvático, y alli fueron llevadas las unidades formadas en la lucha contrainsurgente", comentó Martinelli.
En realidad, el ejército comenzó en 1993 a abandonar progresivamente las pequeñas ciudades de la selva central, para reducir su presencia en una zona en que algunos jefes militares fueron acusados de complicidad con el narcotráfico.
En Aucayacu, Fujimori puntualizó que el ejército se limitará a realizar operaciones contrainsurgentes, lo que significa que no se le encomendará la represión del narcotráfico. (FIN/IPS/al/ff/ip/96