A la lista de nombres y conjeturas que engrosan en México los expedientes sobre el asesinato en 1994 del candidato presidencial oficialista Luis Colosio se sumó el despido de un fiscal, el tercero en 29 meses, y el anuncio de que se reabrirían línea de investigación ya descartadas.
El caso, que por decisiones judiciales contrarias a las tesis de la Procuraduría General volvió a la palestra los últimos días, lejos de avanzar hacia su esclarecimiento parece complicarse cada vez más, coinciden en señalar dirigentes políticos y analistas.
El fiscal Pablo Chapa dejó este lunes su cargo por instrucción del presidente Ernesto Zedillo, tras su fracaso ante los jueces en sustentar la hipótesis de que el crimen fue parte de un complot posiblemente fraguado en altas esferas oficiales.
La semana pasada un juez declaró inocente a Othón Cortés, acusado por la Procuraduría General de realizar un segundo disparo contra Colosio. En abril y julio fueron también absueltos por la justicia personas a las que las autoridaes consideraban participantes del crimen, cometido en marzo de 1994.
Con las últimas decisiones judiciales, basadas en la falta de pruebas y contradicciones entre testigos, se fueron abajo las teorías de que el asesinato fue parte una conspiración.
El presidente y el procurador acordaron relevar de su cargo al fiscal Chapa, quien se reincorporará a la estructura normal de la Procuraduría General, señaló un comunicado oficial.
Con Chapa son ya tres los fiscales especiales del caso Colosio que dejan su cargo. Antes lo hicieron Olga Islas y Miguel Montes.
Montes mantuvo la hipótesis, que hoy parece tomar fuerza con los últimos dictámenes judiciales, de que Mario Aburto, asesino confeso, fue el único autor material e intelectual del crimen.
Así, quedaron sin base las teorías que afirman que el asesinato fue planeado posiblemente por varias personas que tenían vínculos con la casa presidencial.
Luego de la absolución de quien habría sido el segundo tirador contra el candidato presidencial del gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI), la oposición pidió la renuncia del procurador y del fiscal.
El diputado Jesús Zambrano, del centroizquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD) y miembro de una comisión que sigue el caso Colosio, dijo que la remoción de Chapa "sólo acrecienta las sospechas de que la investigación se prolongará al infinito" y que quizá nunca se sepa quien organizó el complot.
Zambrano demandó al procurador general, Antonio Lozano, quien pertenece al derechista Partido Acción Nacional (PAN), segunda fuerza política mexicana, que explique los pormenores de las investigaciones y sancione si fuera el caso la incapacidad o complicidad demostrada por Chapa.
Pero el líder del PAN, Felipe Calderón, piensa que la destitución de Chapa es un decisión correcta porque ya "había sufrido un enorme desgaste".
"Lo importante ahora será buscar, proponer y designar a un nuevo responsable de la investigación, que continúe lo hasta ahora desarrollado y desde una perspectiva más amplia, que profundice todas las líneas de investigación", dijo Calderón.
Este martes se conoció que la Procuraduría General estudia reabrir un nuevo frente en la investigación, tras recibir de la comisión de la Cámara de Diputados que sigue el caso Colosio el expediente de un narcotraficante vecino del asesino confeso y fue sospechosamente detenido y luego liberado en 1995.
El nuevo personaje que aparece en las investigaciones es Héctor Fonseca, un nacotraficante que junto a otros habría incitado y preparado al asesino para matar Colosio.
La teoría de que el narcotráfico está vinculados al crimen no es nueva, pero no se sabe cuánto avanzaron las investigaciones en esa dirección. Los diputados piden a la Procuraduría General que entregue mayor información sobre esas pistas.
Desde que se cometió el crimen las hipótesis de los investigadores se han movido entre la del asesino solitario, el complot de la guardia del candidato, la conspiración desde la casa presidencial y la participación del narcotráfico.
Seguidas con atención por la prensa local e internacional, las investigaciones sobre el asesinato han estado rodeadas por conjeturas y sospechas, que abonaron terreno para que políticos y analistas publicaran numerosos libros sobre el tema.
Entre la infinidad de teorías se ha señalado que el verdadero autor de los disparos fue asesinado, la escena del crimen fue alterada, no existe interés real en descubrir a los culpables y el autor intelectual del homicidio fue el ex presidente Carlos Salinas (1988-94). (FIN/IPS/dc/ag/ip/96