CUBA: La Habana Vieja, no sólo para turistas

De barrio casi "maldito", despreciado durante décadas por la mayoría de los ciudadanos que quisieran "mejorar" en la vida, la Habana Vieja podría convertirse en el lugar más atractivo de la capital de Cuba.

Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, el casco histórico habanero parece emerger de las ruinas y ofrece al caminante la imagen de un centro "casi nuevo", con paredes pintadas, vidrieras relucientes y calles limpias.

Los derrumbes que recordaban una ciudad en guerra, las paredes carcomidas por el tiempo y la inercia de sus habitantes, van desapareciendo poco a poco de este pedazo de ciudad que parece dispuesto a recuperar su alma.

"Aquí llevan muchos años restaurando castillos, plazas y palacios, pero ésta es la primera vez que reparan mi casa", dijo Nicanor Gómez, vecino de Obispo, una arteria peatonal que fuera la calle más céntrica de La Habana hasta los años 30 de este siglo.

La restauración del edificio de Nicanor se incluye en el programa de reapertura de una amplia red comercial que cerró sus puertas a raíz de la crisis económica que vive la isla desde inicios de esta década.

La experiencia es parte de un programa mucho más amplio que responde a la política expresa de revertir los ingresos obtenidos por el desarrollo del turismo en la preservación del patrimonio y en mejorar las condiciones de vida de la comunidad.

"Hemos logrado borrar la sensación de que el centro histórico era para los turistas y no para sus habitantes", dijo en julio Eusebio Leal, historiador de la ciudad que dirige todo el proceso de transformaciones en el casco histórico.

El cambio sobrevino tras la entrada en vigor, en 1993, de un decreto ley del Consejo de Estado que concedió a la Oficina del Historiador la condición de institución cultural con personalidad jurídica y poder para obtener recursos financieros.

La institución pasó de la dependencia económica total del Estado a ingresar 4,5 millones de dólares en 1994, 11 millones el pasaso año y esperar para 1996 unos 18 millones con una ganancia de 50 centavos por cada dólar invertido.

Con buena parte de esas utilidades, la Oficina del Historiador emprendió la restauración de 12 grandes edificios de viviendas y cinco guarderías infantiles, reparó las escuelas de la zona y entregó recursos para la habilitación de las instituciones de salud.

Según Leal los empleos creados por su oficina son reservados para los habitantes del casco histórico, unos 600 niños reciben clases en los museos y durante el pasado año más de 8.000 ancianos recibieron algún tipo de apoyo alimentario o médico.

"Me invitan y nunca falto. Nos llevan a una exposición interesante, nos dan un buen desayuno y siempre traemos algo de primera necesidad para la casa", dijo Aurora Cordero, jubilada de 70 años, que cuenta entre las personas asiduas a las actividades de la Oficina del Historiador.

Para ellas y para todos los habitantes del casco histórico, se planea ahora culminar el rescate del valioso edificio del antiguo convento de Belén para abrir el primer hogar de ancianas de la zona, la apertura de un hogar materno-infantil y de un centro geriátrico.

"Por primera vez, el desarrollo urbano de la parte más antigua de la capital dejará de guiarse por hipótesis de planificación y obedecerá a normas y acciones en estricta concordancia con los planes reales", dijo la arquitecta Patricia Rodríguez.

Rodríguez, coordinadora técnica del plan maestro del centro histórico, considera que con una densidad de 333 habitantes por hectárea la población de La Habana Vieja es perfectamente manejable desde el punto de vista urbanístico.

"La Habana Vieja en sí es un capital tremendo y el desplazamiento de su población no sería la alternativa sino, más bien, la reorganización", dijo Rodríguez y reveló que en el casco histórico existen aún cinco hectáreas en condiciones de construcción.

Un censo de población y viviendas realizado en 1995 arrojó que en la zona declarada Patrimonio de la Humanidad se concentran 71.658 habitantes, de los cuales unos 3.000 viven en edificios en peligro de derrumbe.

Con una extensión de 214 hectáreas, el centro histórico de La Habana reúne 4.000 edificaciones, de las cuales unas 900 son consideradas valiosas por sus valores históricos o arquitectónicos aunque el carácter patrimonial de la zona se otorgó por todo el conjunto urbanístico.

Los problemas más comunes son la falta de mantenimiento de las viviendas, las deficiencias en los servicios de agua, gas, alcantarillado y las personas que carecen de servicio sanitario propio. Así y todo, la mayoría no quisiera vivir en otro sitio.

Según datos del censo aún en proceso y al que tuvo acceso IPS, 68 por ciento de los habitantes de La Habana Vieja desea quedarse a vivir en el centro histórico y 80 por ciento, incluída buena parte de los que desean irse, estarían dispuestos a trabajar en las labores de reconstrucción.

Rodríguez reconoce que La Habana Vieja se ha ido convirtiendo en un lugar atractivo para vivir y que, de hecho, las autoridades han tenido que tomar medidas para frenar el asentamiento de migrantes ilegales desde otras provincias del país.

El casco histórico de La Habana atrae a 80 por ciento de los turistas que cada año arriban a la isla y, por ende, llegan también a él representantes de las capas marginales que viven de la venta al turista.

Sexo, medicinas de producción nacional, habanos adulterados y hasta cotorras pueden comprarse de forma ilegal por las calles del casco histórico como parte de un fenómeno que, según Leal, sólo podrá eliminarse en la medida en que el desarrollo de la comunidad esté a la par que el del turismo.

"Desarrollar el turismo, pero un turismo contenido", propuso Fernando Pulin Moreno, director del plan maestro en representación de la Agencia Española de Cooperación Iberoamericana.

Para el arquitecto español y los especialistas cubanos de la Oficina del Historiador está claro que la actividad turística bien llevada es la fuente de financiamiento más importante para la rehabilitación del patrimonio y de hecho se prevé la apertura de 21 hoteles y 19 hostales en los próximos cinco años.

De acuerdo con las directrices del plan maestro el reto estará en prevenir una expansión induscriminada del turismo que repita las experiencias de otros centros históricos y termine extirpando parte importante del patrimonio histórico cultural y desplazando al vecindario.

"El centro histórico se rescata, sobre todo, para sus moradores", suele repetir Leal y asegura que el proyecto de La Habana Vieja está dirigido por un criterio cultural y de respeto a lo histórico que prevalece siempre aunque la restauración siempre cueste más dinero. (FIN/IPS/da/dg/pr-cr/96

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