BULGARIA: Sólo el dinero y la fuerza bruta mueven a la sociedad

La economía de Bulgaria ha sido la que más lentamente y con menor eficacia se ha adaptado a las condiciones del mercado libre, entre todos los países de Europa central.

En este país campea la corrupción, mientras servicios básicos tales como la salud y los teléfonos se encuentran a merced de las diversas facciones que se disputan el gobierno, cuando no de la piratería comercial o la pura prepotencia.

Las empresas están sedientas de nuevas inversiones y liquidez, cada quien le debe dinero a cada quien, y las cuentas incobrables de la compañía telefónica se estima que equivalen a 30 por ciento de su facturación mensual.

Han surgido decenas de firmas gestoras que se dedican a la cobranza de deudas, desde las facturas que aspiran a cobrar las empresas convencionales, por sumas tal vez superiores a 10.000 dólares, hasta los empresarios informales que reclaman no más de 100 dólares.

Estos últimos no suelen abstenerse de usar la violencia o diversas formas de amenaza para asegurarse el pago de su dinero.

La gente toma medidas desesperadas para resolver necesidades desesperadas. Un técnico telefónico que sólo dio su nombre de pila, Petko, confió a IPS que una vez fue literalmente secuestrado y forzado a instalar un teléfono en la oficina de un extranjero, tras lo cual recibió un billete de 100 dólares.

El episodio puede ser apócrifo, pero ilustra el nuevo hábito búlgaro de desobedecer la ley y pasar por encima de la burocracia con unos cuantos billetes de dólar o con una buena pistola.

"En la mayoría de los casos se trata de personas convencidas de que no existe ningún mecanismo para defender sus derechos, entonces prefieren defenderse por sus propios medios", comentó la socióloga Penka Kyria.

"Se han roto los canales normales de comunicación en la sociedad, entonces es natural que la gente encuentre otros canales para comunicarse", añadió.

Muy a menudo los médicos son obligados a atender víctimas de peleas entre bandas rivales, mientras los "amigos" de los pacientes montan guardia para "controlar la situación", tal como reconoció uno de ellos.

"Me he acostumbrado a ver pistolas y cuchillos", dijo un médico del Centro de Emergencias Pirogov, de Sofía. "Admito que las primeras veces tuve miedo, pero ya no. Ahora sólo les miro y digo: 'mátenme o saquen eso (el arma) de ahí, para que pueda trabajar".

"Hay gente que necesita medicamentos -prosiguió Kyria- pero el Estado no puede proporcionarlos, entonces abandonan el bando de la ley para sumarse al común denominador de fuerza la bruta".

El negocio gangsteril se ha desarrollado ante el fracaso de la policía y los tribunales para enfrentar el desafío de esta ola de ilegalidad.

El recurso a los cobradores de deudas es el único medio de conseguir algún pago de gente de todo tipo, incluso de las empresas del Estado, según informó el comerciante Grigor. "Una demanda judicial puede llevar hasta 10 años, y entonces tal vez ya no exista el deudor", ironizó.

Grigor aseguró que cualquier persona que quiera establecerse en algún sector debe encontrar un "consejero", que le orientará de acuerdo con la nueva ética del empresariado búlgaro. Por lo general estos consejeros son ex gerentes o altos empleados, o familiares de los mismos.

"Un consejero de estos sabe a quién y de qué forma hay que sobornar, o por lo menos a quién hay que preguntar para saber a quién se debe sobornar", volvió a ironizar Grigor.

La ilegalidad se cobra, sin embargo, otros precios. Desde 1990, cuando fueron derrocados los comunistas, la inversión extranjera en Bulgaria sólo ha sumado 530 millones de dólares, de acuerdo con el Instituto de Estudios Económicos Comparativos, que tiene sede en Viena.

Además, según un estudio del Instituto de Economía de la Academia Búlgara de las Ciencias, 39,5 por ciento de los inversores extranjeros consideran que "los defectos, las oscuridades y la inestabilidad de la legislación" son los mayores obstáculos a la inversión en Bulgaria.

Firmas privadas de seguridad anuncian en los diarios los servicios de "asesores privados" que ofrecen "protección garantizada por sólo 10 dólares al mes".

Profesionales de ese tipo deshicieron un autobús de una empresa para después exigirle 10 dólares por semana para proteger cada uno de sus restantes vehículos, exigencia que fue apoyada por los propios conductores de la compañía.

Unos pocos pocos privilegiados y, en muchos casos, gente que ha olvidado los escrúpulos, llenan sus bolsillos con todo tipo de ganancias, mientras los pensionistas reciben el equivalente de 48 dólares por mes.

La corrupción en los hospitales y en general en la atención médica no es negada por nadie, y corren numerosas anécdotas, no exentas de buen humor, sobre episodios protagonizados por médicos y cirujanos. Ni siquiera los honestos pueden evitar corromperse.

Un gángster de una ciudad pequeña, que aguardaba en el hospital las noticias sobre el nacimiento de un hijo, vio venir al médico de su esposa, quien se acercó diciéndole: "¡Felicitaciones!". – – "¿Cuánto?", preguntó el hombre, a lo que el médico respondió: "3,6", aludiendo al peso del niño.

"¿Tanto? -replicó el gángster- se refiere a dólares, supongo. Los recibirá este fin de semana".

Pese a todo lo que se habla del manejo de esas cantidades de dinero, que para muchos parecen inconcebibles, muy pocas personas se animan a adoptar una posición ética contra tanta corrupción.

"Bueno, yo con esto me hago un bonito salario", reconoció Kalinka, funcionaria del gobierno, quien agregó que "lo haría de todas formas, así que, ¿por qué no aceptar algún dinero para cualquier apuro?".

"En una sociedad tan castigada como la búlgara, sólo existen dos estímulos: la fuerza bruta y el dinero", concluyó Kyria. (FIN/IPS/tra-en/bb/rj/arl/ip/96

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