BRASIL: Régimen automotor entre muchos fuegos cruzados

Brasil se metió en una pelea comercial contra gigantes, como Japón y la Unión Europea (UE), por pretender la construcción de un atajo hacia variadas metas con su política para el sector automovilístico,

El llamado régimen automotor, que generó el pedido formal de consultas de Japón ante la Organización Mundial de Comercio (OMC) al que se puden sumar la UE y Corea del Sur, tiene como objetivo estratégico incluir a Brasil en el club de los grandes productores de vehículos automotores.

La meta es producir más de 2,5 millones de vehículos en el año 2000, dos veces y media el promedio anual hasta 1993. Pero esa segunda ola de industrialización sectorial, que sucede a la iniciada en los años 50, tiene lugar en otro cuadro nacional e internacional.

Ya no cuenta con la barrera a la importación, que obligaba a quienes querían disputar el mercado brasileño a invertir en plantas locales. Desde 199O el mercado se abrió rápidamente, con reducción de aranceles y el fin de las prohibiciones.

Las importaciones, que se limitaron a 15.897 unidades en 1991, aumentaron a 69.699 en 1993 y llegaron el año pasado, con un total de 368.139, según datos de la Asociacion Brasileña de Empresas Importadoras de Vehículos (Abeiva). Esta última cifra corresponde a 22,6 por ciento de la producción nacional.

Eso contribuyó decisivamente al déficit comercial de 3.157 millones de dólares en 1995, que sería muy superior sin las medidas proteccionistas adoptadas en el primer semestre, precursoras del régimen automotor cuestionado por Japón.

El gobierno brasileño, que había rebajado de 35 a 20 por ciento el arancel sobre vehículos en septiembre de 1994, volvió a subirlo a 32 por ciento en febrero de 1995 y a 70 por ciento en mayo.

Además, impuso cuotas de importación en junio de 1995, a las cuales renunció pronto a causa de protestas de Argentina en el Mercosur y de quejas de otros países ante la OMC, reconociendo que la medida violaba reglas del comercio internacional, asumidas por el país.

Esos vaivenes reflejan el intento de responder tanto al objetivo estratégico de tener una fuerte industria automovilítica como a problemas emergenciales de la estabilización económica, como el abastecimiento y la balanza comercial, y de los conflictos en el Mercosur, especialmente con Argentina.

La rebaja del arancel a 20 por ciento en 1994 se debió a la escasez de automóviles en el mercado interno, que provocó la práctica de sobreprecios en comercio. La consecuente explosión de las importaciones y agravación del déficit comercial llevó al retroceso.

Para atraer inversiones, el régimen automotor vigente desde diciembre ofrece una reducción arancelaria de 70 a 35 por ciento en las importaciones de las montadoras instaladas en el país, con tal que exporten la misma cantidad de vehículos.

Además, rebaja los aranceles para máquinas e insumos destinados a la producción y exige que 60 por ciento de las partes sean nacionales. Ese índice baja a 40 por ciento durante tres años, para las nuevas montadoras que se instalen en el país.

Japón, algunos países de la UE y Corea del Sur se quejan del carácter discriminatorio de las medidas, contra las empresas no instaladas en Brasil, castigadas con arancel doble en relación a sus competidoras.

Japón protesta también contra el porcentaje de partes nacionales y las importaciones condicionadas al mismo volumen de exportaciones, lo que dificulta inversiones directas, porque no se puede contar con autopartes de calidad hechas en el país y una estructura exportadora exige tiempo, según fuentes japonesas.

El pedido de consultas no parece preocupar a la diplomacia brasileña. Se trata de un paso en el proceso de negociación, evaluó el canciller Luiz Felipe Lampreia, confiando en un acuerdo a partir de nuevas propuestas que presentará Brasil en reunión de la OMC en Ginebra el 12 de agosto.

Brasil podrá elevar la cuota ofrecida de 40.000 vehículos que se podría importar de empresas no instaladas en el país, con descuento arancelario, y pequeños cambios en su política sectorial.

La Asociación Nacional de Fabricantes de Vehículos Automotores (Anfavea), encabezada por Volkswagen, Fiat, General Motors y Ford, que dominan la producción brasileña, manifestó que rechaza cualquier cambio en el acuerdo firmado con el gobierno y hecho efectivo en el régimen automotor, válido hasta 1999.

El acuerdo establece que el arancel sobre vehículos bajará a 63 por ciento el próximo año, a 49 por ciento en 1998 y 35 por ciento en 1999, llegando al 20 por ciento definitivo en el 2000, cuando se pasaría al régimen común del Mercosur.

A Japón tampoco está interesado en que se elimine esa política, en el caso de que se cobrara 70 por ciento sobre todas las importaciones de automotores sin distinción, señaló José Alfredo Lima, jefe del Departamento Económico de la cancilleria brasileña. (FIN/IPS/mo/ag/if/96

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