La automática redistribución del ingreso producida en Brasil por el derrumbe de la inflación en 1994 tuvo de inesperada consecuencia la amenaza de déficit energético y de apagones a partir de los próximos meses.
El consumo de energia eléctrica aumentó 7,6 por ciento en 1995 y 5,7 por ciento en el último semestre, superando largamente el crecimiento económico, que fue de 4,2 por ciento el año último y difícilmente llegará a tres por ciento este año, según las previsiones.
"Olvidamos los efectos del plan real" de estabilización económica, reconoció Firmino Sampaio Neto, presidente de Eletrobrás, la corporación estatal que coordina el sistema de generación y distribución de electricidad.
En los dos años de vigencia del plan de estabilización aumentó en gran medida la venta de televisores, refrigeradores y otros electrodomésticos, como producto de un mayor poder de compra de las capas pobres. El hecho explica la gran elevación del consumo de energía.
La caída de la inflación, de 40 por ciento en el mes previo al lanzamiento del plan real a cerca de uno por ciento en la actualidad, produjo "la mayor redistribución del ingreso en la historia del país", suele afirmar el presidente Fernando Henrique Cardoso.
La alta inflación corroía rápidamente los salarios de los sectores pobres, que no podían recurrir a inversiones a corto plazo para proteger sus ingresos de la devaluación diaria de la moneda nacional. La estabilización puso fin a ese perverso mecanismo.
La gran transferencia de ingresos y la proliferación de aparatos electrodomésticos se comprobaron en el censo por muestreo realizado en 1995 por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística, cuyos primeros resultados son ahora divulgados.
De 1993 a 1995, el número de domicilios con televisor color aumentó 21,37 por ciento. Ese incremento fue aún superior entre las familias con ingresos hasta dos salarios mínimos (220 dólares): 31,66 por ciento.
Así mismo, la presencia de congeladores registró un aumento de 18,85 y 41,5 por ciento, respectivamente. Los brasileños en general pasaron a usar más refrigeradores, máquinas de lavar y receptores de radio.
Todo eso representa una mayor demanda energética, que presiona sobre fuentes de generación que no han crecido desde la década pasada, por falta de inversiones. Como el Estado no dispone de recursos, se intenta privatizar el sector para superar carencias, pero los proyectos exigen tiempo.
Frente a un incremento del consumo superior a las previsiones, Eletrobrás anunció medidas de emergencia para los próximos meses, adelantándose a un verano que será probablemente crítico.
Según Sampaio Neto, para evitar el racionamiento y el riesgo de apagones, será necesario adelantar el horario de verano del 15 al 1 de octubre, reactivar la central nuclear Angra-1, aumentar el ahorro de energía de las empresas de gran consumo y obtener un suministro adicional de la central brasileño-paraguaya de Itaipú.
Angra-1, ubicada en una playa a 150 kilómetros de Río de Janeiro, está paralizada desde hace cinco meses, y su puesta en marcha depende de la reparación de una carretera bloqueada por deslizamientos de tierra. Se trata de la única vía para la evacuación de la población cercana en caso de accidente nuclear.
Los ambientalistas se oponen a la reactivación de la central de Angra-1. Ruy de Goes, de Greenpeace, exigió su cierre definitivo, desestimando el riesgo de colapso energético.
El déficit sectorial es de líneas de transmisión, y no de generación, argumentó De Goes, dirigente de Greenpeace en Brasil para cuestiones nucleares.
El físico José Goldemberg, ex ministro de Ciencia y Tecnología, tampoco cree en el déficit energético, y atribuye la alarma a empresas vinculadas a la construcción de centrales eléctricas, que intentarían crear un ambiente favorable a sus negocios .
También hay grupos empeñados en difundir un imagen negativa de las empresas estatales, para devaluarlas y apresurar el proceso de privatización, aseguró otro experto, Ildo Sauer, profesor de la Universidad de Sao Paulo.
Pero los industriales apoyaron las medidas de emergencia anunciadas por Eletrobrás, advirtiendo que el racionamiento de electricidad sería perjudicial, tanto para su actividad como para la economía en general, ya que caería la producción y, en consecuencia, aumentaría el desempleo.
La imposibilidad de generar electricidad al ritmo del crecimiento de la demanda aumenta la importancia de la integración energética en el Mercosur (Mercado Común del Sur) y de Paraguay como gran exportador de energía hidroeléctrica. Itaipú, la central hidroeléctrica brasileño-paraguaya, se vuelve elemento clave.
El gobierno brasileño pretende negociar con Paraguay la puesta en servicio de una de las dos turbinas de reserva de Itaipú, para contar con 300 megavatios adicionales para el centro-sur de Brasil.
También se analiza la posibilidad de ampliar de 18 a 20 las unidades generadoras de la central, sumando en el plazo de algunos años 1.400 megavatios adicionales a la actual capacidad de generación de 12.600 megavatios. (FIN/IPS/mo/ff/en/96