Brasil está descubriendo en sus propios consumidores un mercado para recuperar la caficultura y ayudar a sostener los precios, hasta ahora totalmente dependientes de duras negociaciones con los países importadores.
El consumo interno se limitó a 6,4 millones de sacos de 60 kilogramos en 1989, alrededor de 35 por ciento del volumen exportado. Pero creció sostenidamente en esta década, alcanzando 10,1 millones el año pasado, según datos de la Asociación Brasileña de la Industria de Café (ABIC).
La meta es llegar a 15 millones de sacos en el 2000, aumentando un millón de sacos cada año, comentó Américo Sato, vicepresidente de ABIC. Cumplido el objetivo, el consumo interno prácticamente igualaría a las exportaciones, si estas siguen estancadas como este año.
En realidad, el crecimiento del consumo no fue tan espectacular como indica la comparación entre 1989 y 1995, reconoció Sato. Es que la cifra del primero de los años señalados, del estatal Instituto Brasileño del Café, extinto en 1990, excluía ventas no declaradas.
De todas formas, el consumo por habitante en Brasil aumentó gradualmente de 2,71 kilogramos anuales en 1990 a 3,11 el año pasado, y el empresario confía en volver a los niveles de 1970, cuando cada persona consumía 4,59 kilogramos por año.
Con un mercado adicional de cinco millones de sacos de 60 kilogramoss al año, Brasil podría elevar su producción cafetera anual de 30 a 35 millones de sacos, frente al promedio de 25 a 26 millones, estimó Sato. Eso permitiría recuperar la caficultura, generando nuevos empleos sin presionar los precios hacia abajo.
Una mayor oferta brasileña tiene efectos devastadores en el mercado internacional, así como heladas y sequías, que reducen su cosecha, producen un alza de los precios.
El país sudamericano, además de mayor productor mundial, es el segundo consumidor de café, superado sólo por Estados Unidos, que absorbe unos 18 millones de sacos al año.
A nivel interno, el café perdió peso económico, dejando hace mucho de ser el mayor rubro de exportación, pero gana importancia social. Es el producto que más genera empleos en el sector de mayor absorción de mano de obra, el agroindustrial, destaca el Consejo Nacional de los Caficultores (CNC).
Además, la caficultura ofrece trabajo todo el año, y no sólo en la cosecha como los demás productos agrícolas que provocan el drama de los trabajadores temporales, apuntó el secretario general del CNC, Hercilio Amaral.
Aunque no existen estadísticas confiables, Amaral estima que unos tres millones de personas viven directamente involucradas en la actividad, en base a que hay 210.000 propiedades rurales produciendo café en Brasil, cifra aceptada por el Ministerio de Agricultura.
La economía cafetera debe generar unos siete a ocho millones de empleos directos e indirectos, sumando la industria, el comercio interno, las exportaciones, calculó Amaral, quien hace 19 años está dedicado al sector.
La industria de torrefacción, representada por ABIC, emplea sólo a 35.000 trabajadores en sus 1.771 empresas y si se alcanza la meta de consumo para el año 2000, se agregarían unos 15.000 empleados más, pronosticó Sato. El gran avance sería en el empleo rural.
Los caficultores acompañan con interés la campaña industrial por mayor consumo interno, pero esperan que se consolide la tendencia para incrementar inversiones, señaló Amaral. Los cafetales existentes permiten aumentar la producción para el abastecimiento, con más fertilizantes y cuidados, aseguró.
Además, hay más de 13 millones de sacos de inventarios en manos del gobierno y del Fundo Nacional del Café, que pronto deberá pasar a la gestión de un Consejo Deliberativo de la Política Cafetera, que se creará con participación oficial y de los varios segmentos privados del sector.
Ampliar el consumo no es fácil, especialmente en mercados no tradicionales, como China, advirtió Amaral, quien arguyó que "hay que cambiar hábitos, lo que puede llevar una generacin".
Pero Sato se manifestó optimista. El consumo brasileño creció a partir de una campaña de la industria de torrefacción, creando un "sello ABIC" de calidad, para conquistar la confianza del consumidor.
Mercadeo más intenso, apuesta a una imagen de credibilidad, una publicidad que rescate los beneficios del café, como ayuda a la memoria y el desarrollo mental, son factores a explotar, según Sato.
Además, hay que enseñar al brasileño a preparar mejor el café.
Las poblaciones de los países productores "son los que menos saben tomar café", afirmó Sato y aseguró que en el caso de Brasil, que produce los más variados tipos, hay posibilidad de hacer mezclas para satisfacer todos los gustos, casi sin importar. (FIN/IPS/mo/ag/if/96