La Bienal Internacional del Libro, que concluirá este domingo en Sao Paulo, celebró el "boom" de la actividad editorial en Brasil, en dos años de relativa estabilidad de la moneda nacional.
Entre 1993 y 1995 la facturación del sector duplicó, pasando de 931 a 1.857 millones de dólares, informó la Cámara Brasileña del Libro.
Los 374,6 millones de libros vendidos en 1995 corresponden a la mitad de todo el mercado latinoamericano, destacó a su vez el Grupo Interamericano de Editoriales.
Otro fenómeno confirma que Brasil ingresó en una nueva era también en esa área. La editorial Objetiva, de Rio de Janeiro, invirtió un millón de dólares en el lanzamiento, este mes, de la nueva novela de Paulo Coelho "Monte Cinco".
La campaña publicitaria costó 350.000 dólares, mientras el autor ya había recibido anteriormente medio millón de dólares como adelanto por sus derechos. El resto se gastó en la producción del libro.
"En quince días ya se pagaron todas las inversiones", señaló Coelho en una entrevista con corresponsales extranjeros el jueves. La primera edición del libro fue de 100.000 ejemplares, sin precedentes en Brasol.
Coelho ya vendió cinco millones de libros en Brasil en los últimos diez años y 3,5 millones en 46 países extranjeros.
Sus novelas, consideradas de baja calidad literaria por la crítica, explotan temas espirituales y religiosos. "Monte Cinco", por ejemplo, se inspira en la Biblia y cuenta el exolio del profeta Elías, en el siglo IX antes de Cristo, en la región donde actualmente están Israel y Líbano.
La sesión de autógrafos de Coelho en la Bienal del Libro casi provoca una tragedia porque la multitud que disputaba su firma o quería ver de cerca el astro del mundo editorial provocó avalanchas.
La feria, que pasará a ser anual a partir de 1998, se convirtió en un verdadero maratón. Sus organizadores creen haber superado la expectativa de 1,5 millón de visitantes en los nueve días abiertos al público, 25 por ciento más de asistencia que en 1994.
Unos 3.000 lanzamientos, con la presencia de 900 autores, la previsión de vender 15 millones de ejemplares, son cifras que contrastan con otras realidades del sector. La meta de 75 millones de dólares en ventas ya fue ampliamente superada.
En todo Brasil, con sus más de 5.000 ciudades y 160 millones de habitantes, hay menos librerías que en París, se quejan los editores. Coelho y Jorge Amado, que escribe hace más de 60 años, son excepciones de escritores que viven de sus obras. En general la tirada de un libro no supera los 3.000 ejemplares.
Pero el auge actual destruye el mito de que "el brasileño no lee", destacó Altair Brasil, presidente de la Cámara del Libro. Lo que faltaba era el dinero, que aparece ahora, con la estabilización económica, agregó.
La falta de librerías se explica en parte porque los libros didácticos, campeones en las ventas, son mayormente adquiridos por el Estado y distribuidos por un órgano estatal, la Fundación de Asistencia al Estudiante.
Dejar esa distribución al sector privado abarataría los costos del Estado y permitiría una gran expansión de las librerías por todo el país, afirmó Brasil.
El presidente de la Cámara confía en la continuación del crecimiento del mercado editorial en el país. Hasta el año 2000 la cantidad de libros publicados aumentará por lo menos 50 por ciento, pronosticó.
Paulo Coelho atribuye gran parte del escaso nivel de lectura de los brasileños a los propios escritores que, "con algunas excepciones, como Jorge Amado, elitizaron la literatura brasileña de manera tal que hicieron que el pueblo odiara al libro".
Incapaces de comunicarse con el pueblo, escribiendo de una forma que la mayoría no entiende, los literatos impidieron que existiera "una literatura de masas" en el país, respondió Coelho al "prejuicio" con que se considera tratado por el mundo literario.
"Ese muro también caerá algún día", vaticinó el escritor, que fu también un exitoso autor de canciones de rock en los años 70. (FIN/IPS/mo/dg/if-cr/96)