Los pobladores de esta localidad panameña viven entre la espada y la pared. Dependen de una gran compañía arrocera para su sustento y al mismo tiempo sufren los efectos negativos de los modos de cultivo que se emplean en el lugar.
Poblado por unas 500 personas, El Rincón de Santa María es una típica expresión de algunos pueblos del interior de Panamá cuya existencia depende de poderosas empresas agroindustriales que los manejan como si fueran de su propiedad.
Aves y peces muertos en las fuentes de agua, niños nacidos con malformaciones físicas y retardo mental, cultivos domésticos y viviendas arruinados por el uso masivo de agroquímicos lanzados indiscriminadamente sobre plantíos y zonas pobladas forman parte del martirio continuo que sufren los pobladores del lugar.
"Ellos (la compañía Central de Granos de Coclé, Cegraco) son poderosos, no se puede hacer nada. Los pobres no podemos pelear contra ellos", dijo a IPS la lugareña Celia de León al comentar los daños sufridos en el techo de su residencia y sus árboles frutales por el vertido aéreo de agroquímicos.
Según De León, los aviones fumigadores no suspenden el vertido de pesticidas cuando pasan por el poblado, el cual se encuentra en medio de las 700 hectáreas de arrozales cultivados por la empresa en El Rincón de Santa María, localizado a unos 200 kilómetros al oeste de la capital panameña.
Además de los problemas respiratorios que ocasionan los agroquímicos, "los techos de las casas se oxidan y se secan los árboles frutales", indicó De León.
"Hace cuatro meses una hermana mía murió de cancer en la garganta" y, aunque no hay exámenes científicos que demuestren que fue a consecuencia de los agroquímicos, "se sospecha que puede estar relacionado" con ellos, subrayó.
La familia Rodríguez también se siente afectada por el ambiente malsano existente en el lugar.
"Aquí está el resultado de lo que decimos", indicó a IPS Dalis Rodríguez al presentar a su hijo de tres años de edad nacido con ambos brazos mutilados y visibles muestras de desnutrición.
"Los médicos están seguros" de que el feto fue afectado por la larga exposición a los agroquímicos sufrida por ella y el padre del infante, señaló.
El pediatra Pablo Franco, quien dirige una clinica especializada en la cercana ciudad de Chitré, declaró a IPS que conoce el caso pero que no existen evidencias basadas en investigaciones que confirmen esa hipótesis.
Sin embargo, admitió que los agroquímicos "pueden producir malformaciones". "En la zona tienen un ambiente poluido" generado por "empresas poderosas que tapan la boca a mucha gente" para que no hable del asunto.
La compañía mantiene un litigio judicial con el pequeño productor Federico Davis, quien sufrió la pérdida de un cultivo de 36 héctareas del arroz regado con agua de una ciénaga contaminada con un agroquímico vertido sin aviso por la Cegraco.
Franco explicó que el departamento de salud ocupacional de la estatal Caja del Seguro Social realizó una investigación en el lugar, pero "no hay conclusiones" sobre sus resultados.
Existen noticias sobre un posible segundo caso similar al del hijo de Dalis Rodríguez, pero que no ha podido ser comprobado porque el nacimiento no se produjo en un hospital y la familia aparentemente lo ocultó.
José Rodríguez, hermano de Dalis y ex fumigador de Cegraco, indicó a IPS que la compañía no lo proveía de máscara, botas y guantes para rociar el pesticida "Countex", el cual al entrar en contacto con la piel "la pone de color amarillo".
Indicó que a pesar del malsano ambiente de trabajo y los problemas de salud que padecen los habitantes, "en el pueblo hay miedo y cobardía y no se atreven a denunciar la situación en que viven" por temor a ser despedidos de la única fuente de empleo existente en el lugar.
"Cuando la familia denunció a la prensa lo que pasó con el niño la compañía me despidió del trabajo como represalia", afirmó un tio de Dalis y José.
El edil del lugar Evaristo Jaen comentó a IPS que "la gente no denuncia (los daños ambientales que produce la Cegraco) porque tiene miedo a las represalias".
El gerente de Cegraco Angel Sánchez rehusó hacer comentarios, y señaló a IPS que no está autorizado por los ejecutivos de la compañía a responder a las denuncias de los pobladores del lugar.
Además del rociado aéreo y terrestre de pesticidas sobre el poblado, la toma de agua del acueducto que abastece a los 500 pobladores del Rincón de Santa María se encuentra en medio de los cultivos sometidos al bombardeo de agroquímicos.
César Best, director del oficial Instituto Nacional de Recursos Renovables (Inrenare) de la provincia de Herrera, indicó a IPS que las denuncias recibidas por la entidad "son múltiples".
Añadió que se "ha comprobado por investigaciones científicas" que la ciénaga de Los Macanos y el rio Escotá "están contaminados con agroquímicos".
Subrayó que hasta ahora al Inrenare "no le ha sido posible controlar los sistemas de fumigación" utilizados por Cegraco y otras grandes compañías agroindustriales de la provincia por falta de recursos técnicos.
Sin embargo, adelantó que la ciénaga de Los Macanos y el río Escotá han sido declarados como área protegida. "Eso nos da respaldo legal para sancionar a los contaminadores", señaló. Junto con esa disposición se constituyó una comisión especial para regular el uso de agroquímicos en la provincia.
Además de ello, se formó un grupo interinstitucional, integrado por Inrenare y los ministerios de Salud y Desarrollo Agropecuario, "para investigar los problemas de salud que hay en la zona y para dar seguimiento permanente a la situación".
El grupo interinstitucional planea elaborar un programa de "producción alternativa" dirigido a los habitantes del Rincón de Santa María y poblados cercanos, "para que la comunidad deje de depender de Cegraco como única fuente de empleo", precisó.
"Hay un problema de salud en la población y un ambiente contaminado y nuestra misión es determinar por qué y quiénes son los causantes de la misma", acotó Best. (FIN/IPS/sh/dg/en-pr/96