El derrame de cianuro en las aguas del río Essequibo fue, hace un año, un desastre ambiental ocasionado en Guyana por las minas de oro de Omai, de propiedad canadiense.
El primer aniversario del episodio fue recordado este lunes por sectores ambientalistas y parlamentarios que se ocupan de la situación, que afectó al principal río de Guyana.
Aquel vertido accidental obligó a la compañía canadiense Omai a suspender sus actividades en las minas, y el gobierno advirtió a los residentes que no debían utilizar el agua del río, que atraviesa casi toda la extensión de este país.
Un año después, la empresa ha reanudado su explotación pero los numerosos grupos humanos cuyas vidas están centradas en el eje del río Essequibo aún están en proceso de recuperación.
Muchas de esas 17.000 personas que dependen del río siguen mostrándose cautelosas, y ante la menor decoloración de las aguas sienten el temor de que haya podido ocurrir un nuevo derrame de residuos aguas arriba.
"La relación entre la gente y el río se ha modificado", comentó Roper Roopnarine, miembro de una comisión parlamentaria que controla la limpieza del río por parte de la empresa Omai. "Esta generación y las que vendrán, ya no volverán a confiar plenamente en el río".
Los ambientalistas están preocupados porque aún permanecen en el lecho del río rastros de cobre y otros metales pesados tóxicos, que suponen un peligro para la salud.
En su opinión se hace más difícil tranquilizar a la gente porque no se dispone de métodos para controlar las variaciones de los niveles de metal en las aguas del río.
El derrame de hace un año se produjo cuando se rompió el estanque de contención de agua en las minas de Omai, arrojando 4.000 millones de litros de residuos contaminados de cianuro en las aguas del Essequibo durante cinco días.
Este accidente siguió a otro vertido de residuos que había ocurrido en mayo, matando gran cantidad de peces y levantando dudas acerca de la seguridad de las operaciones que se realizaban en las minas de oro.
El vertido de agosto de 1995 forzó a Omai a suspender la explotación, en medio de acusaciones de que la firma no cuidaba debidamente sus instalaciones para el manejo de los residuos.
La compañía negó los cargos de que hubiera arrojado de forma deliberada el cianuro en el río, y presentó al gobierno un plan para cerrar el estanque defectuoso, aún pendiente de decisión. (FIN/IPS/tra-en/bw/jc/arl/en/96