AMBIENTE: Tortugas amazónicas, un nuevo tipo de ganadería

Después de los cocodrilos, las tortugas se están transformando en una nueva "ganadería" en Brasil, a partir de los criaderos comerciales en la Amazonia y la perspectiva de vender su carne a una red de restaurantes.

El Instituto Brasileño del Medio Ambiente (Ibama) debe aún autorizar y reglamentar este mes la comercialización de las tortugas provenientes de los criaderos, ya registrados y bajo control del Centro Nacional de Quelonios de la Amazonia (Cenaqua).

Este comercio estuvo prohibido desde 1967, porque las tortugas estaban amenazadas de extinción. En 1989 el peligro se consideró superado, por el trabajo de manejo y repoblación del Cenaqua, centro especializado del Ibama.

La autorización es limitada a la Amazonia, pues las tortugas marinas aún se consideran en peligro de extinción. El manejo en este caso es más dificil y lento, incluso por la mayor presión humana en el litoral, explicó a IPS Vera Ferreira, veterinaria y subjefa del Cenaqua.

El Cenaqua, desde su fundación en 1979 en Goiania, en el centro del país, diseminó 115 criaderos en la Amazonia, en los cuales produjo 26 millones de tortugas, devolviendo la mayoría a la naturaleza.

Desde que se autorizó la crianza a particulares, en 1992, el centro distribuye 10 por ciento de su reproducción a los "ganaderos" de tortugas. Ya son nueve los productores registrados y controlados por el Cenaqua y hay otros 50 pedidos de inscripción .

"Disponemos de 300.000 crías para donarles cada año", señaló Ferreira. La venta de carne solo se hará a empresas y restaurantes autorizados por la autoridad ambiental".

La faena, añadió la veterinaria, solo se permite cuando la tortuga alcanza por lo menos 1,5 kilos, que se logran a los dos o tres años de edad en el criadero.

Pedro Queiroz, empresario hotelero y agropecuario de Manaos, capital del estado de Amazonas, es uno de los criadores. "Ya tengo 13.500 tortugas y la meta es llegar a 1,6 millones en 350 hectáreas de área inundable", para abastecer hasta ciudades lejanas como Sao Paulo e incluso exportar, afirmó.

"Será un gran negocio", porque se trata de una iguaria que en el pasado atraía hasta europeos a Manaos, confía el empresario. La población local nunca dejó de consumir esa carne, que actualmente cuesta más de diez veces el precio de la de vacuno y luce en las fiestas especiales, destacó.

Conocido por su lentitud y por vivir varios siglos, la viabilidad económica de la tortuga inspira naturales dudas.

Pero el jefe del Cenaqua, Vitor Cantarelli, asegura que en las condiciones amazónicas la novedosa "ganadería" permite producir hasta 1.800 kilos de carne por hectárea de agua al año. Además ofrece 94 por ciento de tenor de proteína, el doble de la carne de vacuno.

Queiroz añadió que venderá también los huevos, "comprobadamente afrodisíacos", y la grasa, que tiene gran demanda como producto de belleza.

Impedir la matanza de tortugas por la población amazónica es imposible, "forma parte de la cultura local, todos comen su carne y les gusta", razonó Ferreira. La crianza evita la extinción, genera empleos e ingresos y permite enseñar el manejo y promover la educación ambiental, señaló.

Las tortugas, tal como ocurre con los yacarés, tienen una elevadísima velocidad de reproducción. Las hembras ponen cada vez un promedio de cien huevos, a veces hasta 200, según la funcionaria.

En condiciones naturales también la depredación es muy elevada, con los humanos consumiendo los huevos, mientras aves, peces y yacarés se comen las crías, que pesan al nacer de 13 a 15 gramos. La veterinaria dijo haber visto un pescado con 30 tortuguitas en sus vísceras.

Pero en los criaderos se aprovecha casi cien por ciento de los huevos. Además las tortugas comen de todo y con una alimentación adecuada, enriquecida, pueden crecer más rápidamente. Así se gana productividad para competir con otras ganaderías, por lo menos en la Amazonia.

Con los yacarés del Pantanal, extensa área húmeda del oeste brasileño y oeste boliviano, pasó un proceso similar. Amenazados de extinción, provocaron una campaña internacional contra su exterminio por contrabandistas de su cuero, en la década pasada.

Los criaderos invirtieron la situación, hasta producir el exceso actual de yacarés y una producción de pieles que no encuentra mercado externo porque aún persisten las restricciones a su importación, adoptadas en respuesta a la caza ilegal del pasado. (FIN/IPS/mo/jc/en/96

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