El boicot de sindicatos de Turquía contra las gigantes petroleras Shell, British Petroleum y Mobil y sus esfuerzos por desconcer los derechos de los trabajadores cumplió hoy una semana.
Los trabajadores sindicalizados instan a los conductores de vehículos, desde el viernes pasado, a no comprar los productos de las multinacionales, vendidos en miles de estaciones en todo el país.
"Los inversores extranjeros en Turquía no tienen en cuenta los derechos humanos. Queremos que contribuyan a nuestro desarrollo económico, pero no que exploten el país", dijo Bayram Meral, presidente de la confederación de sindicatos turcos, Turk-Is.
Meral advirtió que el boicot continuará hasta que las tres empresas acepten el derecho de sus empleados a la sindicalización.
La Unión de Trabajadores del Petróleo de Turquía lanzó una campaña de afiches y volantes en todo el país, y manifiesta frente a la sede de las compañías en Estambul y la capital, Ankara.
El presidente de la unión, Bayram Yidirim, señaló que la presión sindical aumenta a medida que se acerca el momento de la negociación colectiva, y denunció que las empresas ofrecen a los trabajadores aumentos salariales si dejan el sindicato.
"Las multinacionales violan abiertamente los acuerdos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que garantizan el derecho a la sindicalización y la negociación colectiva para todos los trabajadores del mundo", sostuvo Yidirim.
Bajo presión de las multinacionales, la proporción de integrantes de la Unión de Trabajadores del Petróleo descendió por debajo del porcentaje estatutario de la fuerza laboral que obliga a la negociación colectiva.
Según las normas, si más de 50 por ciento de la fuerza de trabajo está sindicalizada, entonces el sindicato debe negociar con los empleadores.
Pero la proporción de trabajadores afiliados al sindicato de Shell cayó de 50 por ciento en 1994 a 20 por ciento en 1996, de 50 por ciento a sólo dos por ciento en Mobil y de 55 por ciento a 25 por ciento en British Petroleum (BP).
Nejat Elibol, presidente del sindicato en Estambul, dijo que sólo quedan 27 miembros de la unión trabajando en Mobil.
Los sindicatos advierten de parte de las autoridades turcas una estrategia que procura hacer retroceder los logros de los trabajadores para estimular a las multinacionales a ingresar al país y alimentar sectores como la energía.
"La presión de las multinacionales sobre sus empleados es sólo el comienzo. El proceso busca la aniquilación de los sindictos en toda la nación", alertó Yuksel Yaman, miembro de la Unión de Trabajadores del Petróleo.
El vocero de Shell Ates Akyildiz negó las acusaciones de los sindicatos y relacionó la reducción de la participación sindical a las leyes laborales turcas, sugiriendo que, como la ley prohíbe las huelgas en las industrias claves, los trabajadores ven pocos motivos para sumarse a un sindicato que no tiene poder real sobre los empleadores.
Unas 19.000 personas trabajan en el sector de producción de petróleo, en todas las fases, desde la exploración al transporte, y otras 50.000 en las 8.250 estaciones de distribución de combustible en todo el país.
Turquía extrae cada año 3.687 millones de toneladas de crudo de sus pozos, e importa 21 millones de toneladas, por unos 2.600 millones de dólares, para cubrir el resto de la demanda.
La campaña de boicot cuenta con el respaldo de grupos políticos y sindicales de izquierda, incluyendo la confederación de uniones DISK y Hak-Is, y varias organizaciones de voluntarios.
Este martes la policía detuvo una caravana de 60 vehículos ocupados por integrantes de la Unión de Defensa de los Trabajadores, en la ciudad de Yalova, al noroeste.
Irónicamente, uno de los beneficiarios del boicot es la empresa petrolera nacional Turk Petrol, cuyas ventas aumentaron considerablemente desde el comienzo del boicot la semana pasada. (FIN/IPS/tra-en/nm/rj/lp/lb/96